Cazadora

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Magnus estaba llorando, tirado en el loft. Hacía una semana que había dejado al nefilim en aquellos túneles, y lo sentía como un siglo.

Él, que llevaba 4 siglos aquí, que había conocido, amado y perdido a mucha gente, que las había visto ser arrebatadas de él por decisión propia, por enfermedad, por el tiempo, por la guerra, ahora se encontraba llorándole a un nefilim que había conocido hacia 3 meses, y al que le había entregado su corazón sin dudar.

Una parte de él le decía que eso era lo mejor, que sólo le estaba protegiendo, que así debía ser.

La otra, que era la más grande, decía que sólo los estaba lastimando a ambos, que debía perdonar y olvidar.

Pero sobre todo, que debía recordar que era un cazador de sombras, y que eso significaba que el tiempo con él era aún más valioso que con un mortal normal, ya que su vida era riesgo constante.

Y que cada segundo que pasara alejado de él era un segundo menos a su lado.

Al final, se cansó de llorar y se secó las lágrimas. Ya era suficiente. Su orgullo bien se podía ir al infierno. Tenía que salir de esto.

La luna llena brillaba, como si le diera la razón. Con un chasquido arregló su loft, y con otro a él mismo. Si iba a volver a la vida, tenía que hacerlo bien.

Cuando creyó que estaba listo, salió. Pero en cuanto abrió la puerta, se congeló.

Frente a él se encontraba una nefilim muy bella: alta y de cabello negro. Por un segundo pensó que era Izzy; pero Izzy siempre lucía bien, y esta cazadora lucía como si no supiera lo que era el maquillaje, aparte de que Izzy era aproximadamente 15 cm más bajita que él, y a esta mujer si acaso le llevaba 5.

Pero lo que lo sacó de sus pensamientos fue un quejido de dolor, y entonces la observó con cuidado, y se dio cuenta de que se sostenía un costado con la mano, pero aún así se veía sangre e icor fluir.

-Ayuda - dijo antes de caer, y Magnus por reflejo la atrapó.

Una vez Alec le había dicho que por más que tratara de hacerse el duro, en realidad tenía buen corazón y sería incapaz de pasar de largo de una persona que necesitara su ayuda. Y al ver a la nefilim en ese estado, supo que tenía razón.

Maldito seas, Alexander.
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Magnus se encontraba ahora observando a la bella joven en su cama.

Casi por reflejo, la llevó al cuarto que solía compartir con Alec, mientras chasqueaba los dedos para quitarle el equipo de combate, que dejó al descubierto unas curvas generosas, varias heridas pequeñas y una en el costado con aspecto bastante feo.

Mientras la curaba, no pudo evitar recordar cuando Alexander llegaba en las mismas condiciones, y él sentía que si llegaba así una vez más, dejaría de ser inmortal.

Concéntrate, Magnus. Ella no es él.

Las heridas eran tan feas que cuando terminó no podía más, y se tiró en la cama, a su lado.

Tal vez no debía hacerlo; tal vez a despertar ella se asustaría de tenerlo a su lado, pero Magnus tendría buenos argumentos para ella.

•Las heridas de ella era muy graves, lo que equivalía a un gasto mayor de magia.
•Él había gastado su energía en curarla, y gratis, aparentemente.
•¿Quién había buscado a quién?

Aparte, hacia mucho tiempo que no dormía con alguien, y un poco de compañía no le haría mal a nadie.

Con ese último pensamiento, por instinto rodeo la cintura de la cazadora con su brazo, y casi al instante cayó en un sueño reparador.
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Al día siguiente, cuando empezó a abrir los ojos, se encontró con unos ojos azules que lo observaban, atesorándolo, y la blanca piel bajo ellos se sonrojó cuando la persona se vio descubierta.

-Oh, Alexander - dijo y lo besó sin abrir por completo los ojos, subiéndose en él.

Pero aunque no estaba bien despierto aún, podía decir que había algo diferente en él.

Sus labios eran más finos, aunque correspondían al beso con el mismo entusiasmo; sentía la piel más suave, y cuando quiso enredar las manos en ese cabello, lo encontró más sedoso y largo.

Abrió los ojos, y estos le confirmaron lo que sus manos decían: la persona en su cama no era Alec. De hecho, era una mujer.

Ambos se miraron a los ojos, y la cazadora sólo contuvo la respiración mientras Magnus bajaba sus manos para continuar su examen.

Soltó un leve suspiro cuando bajó sus manos por sus pechos, tembló cuando sintió su cintura y sus caderas ser acariciadas, y se retorció un poco cuando la mano de Magnus llegó a su centro.

Magnus no podía creer lo que estaba haciendo. Por Lilith, parecía un virgen en lugar de un hombre experimentado. Si la cazadora lo hubiera tumbado de la cama, bien merecido se lo tendría.

Pero cuando devolvió la mirada a esos zafiros hipnotizantes, solo encontró vergüenza, un poco de curiosidad, pero sobre todo miedo. Y entonces lo supo.

Tal vez era hora de un nuevo comienzo.

-¿Quieres esto?-la cazadora pareció pensarlo, pero después asintió.
-¿Eres virgen?- la pobre muchacha se sonrojó, pero asintió de nuevo, más lentamente - Tranquila, todo va a estar bien. Si te relajas, te puedo guiar para que conozcas los placeres del sexo- dijo, volviendo a bajar su mano, y haciendo que la joven soltara un gemido al sentirlo trabajando en ella...
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¿2°?
Enjoy

Gracias por leer

One Shots MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora