Desde que Alec y Magnus empezaron a salir, había cosas del brujo que sorprendían al nefilim, como su manera de vestir, que pintara sus uñas, rostro y cabello, y los kilos de accesorios que usaba.
Pero después de ver que ese era su estilo, el cerebro de Alec lo aceptó e integrò al nuevo concepto que era Magnus Bane. Tanto así era que cuando no lo veía de esa manera, se extrañaba.
Había otros aspectos que Alec en un momento de su vida habría considerado desesperantes, pero con Magnus había aprendido a manejarlos, como el desorden que tenía por loft, el hecho de que este no pudiera estar igual ni una semana, o sus constantes insinuaciones.
Pero había algo que Alec definitivamente no sabía como manejar.
El apetito sexual de Magnus.
Cierto era que Magnus era conocido en el mundo de las Sombras por haber tenido más personas en su cama que cabellos en su cabeza, pero Alec no había tomado eso en cuenta a la hora de elegir pareja, y ahora no sabía que hacer.
Jamás cruzó por su cabeza que, al ser novio de un inmortal como Magnus, tendría que hacerse cargo de su gran apetito sexual, ni que habría tantas maneras de hacerlo.
Al principio de su relación, Alec estaba asustado de tener relaciones sexuales, y Magnus había respetado eso.
Pero después de que hicieran el amor la primera vez, Magnus le preguntó al día siguiente si le había gustado lo que habían hecho.
A Alec se le atoró el desayuno, y después de que Magnus lo auxiliara, completamente rojo le confesó que sí.
Magnus entonces puso una expresión enigmática, y le preguntó que si le gustaría repetirlo.
Alec, aún más rojo, respondió que sí tímidamente, escondiendo su cara entre su hombro y su cuello.
Magnus entonces empezó a besar su cabello, bajando por sus mejillas hasta sus labios, y de ahí a su cuello.
-¿A-Ahorita?- preguntó Alec ente jadeos.
-Por supuesto.Y después de esa vez, Alec rápidamente se dio cuenta de que acababa de destapar una botella sin fondo.
Muy pronto, pasó de no tener vida sexual, a tener una muy activa, porque Magnus quería hacerlo en todas partes.
Y después de haber experimentado los placeres del sexo con él, Alec no se negaba.
Pero la primera vez que estaban en el Instituto, en su oficina y Magnus empezó a restregarse contra él, Alec se dio cuenta de que el no poner límites podría haber sido un error.
Así que decidió negarse por primera vez.
Magnus se mostró algo sorprendido, y no replicó.
Pero Alec no estaba preparado para ser él quien estuviera frustrado.
Magnus observaba de lejos el comportamiento inquieto de au nefilim: se jalaba el cabello, movía las manos o los pies, y cambiaba muy frecuentemente de posición en la silla.
Sabía que su solución no sería aceptada por él, pero tampoco podía dejarlo así. Tenía que hablar con él.
-Alexander...
-No. - Magnus arqueó las cejas.
-¿No qué?
-No me digas nada. Sé lo que vas a decir y no, no estoy bien. Y es tu culpa.
-¿Mi culpa? Tú fuiste el que no quiso.
-Pero tu fuiste el que... El que...- Alec había pasado de casi gritar de frustración a sonrojarse, y Magnus creía saber por qué.-¿El que qué, cariño?¿El que te puso tan incómodamente duro?
-¡Magnus!¡No digas esas cosas! Por el Ángel, estamos en el Instituto- Magnus entonces entendió.
ESTÁS LEYENDO
One Shots Malec
FanfictionAlgunas ideas de Malec. La mayoría no están conectados entre sí. Los personajes son de Cassanda Clare, pero la historia es enteramente mía. *Se prohibe su copia y adaptación*