Capitulo 55

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Recuerdos y recuerdos y recuerdos de mierda que no hacen más que habituar mi embriagada mente cada vez que trato de olvidarlo todo.

Salí corriendo de la barra, entre en el coche, saqué las llaves de la guantera y puse el acelerador como un loco.

En medio del mareo y uno que otro intento de vomitar encima de mis andrajos iba a más de 200 y no sentía las manos.

Pensé en las miles y miles de maneras en las que podrían escribir el encabezado de mi muerte hasta que de repente pisé el freno a pocos metros del puerto y... Les juro que ella estaba ahí. tan hermosa y fría como de costumbre, pero ahí estaba, sola y nerviosa, tan fuerte y débil como solía recordarla, comencé a llorar y corrí abrazarla sin pensar en cómo reaccionaría hasta que, ella, se había desvaneció entre la bruma. Como siempre suele hacerlo.

Diario de un ansiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora