Capitulo 64

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Incluso discutimos inocentemente de quien sería el dueño literario de los parques, se me hacía gracioso y quizás ella no lo entendía, pero... los parques no significaban nada para mí, ese parque era diferente por la extraña razón de verla ahí sentada sin temor al lodo y al musgo. No diré que todo era bueno porque no, pero, fue diferente a lo que estaba acostumbrado habituar en un día, Y eso me gusto.

Caminé un poco por la ciudad, visualicé algunos libros los cuales me intrigaban para mi colección. Tome el transporte público y comencé a imaginar las posibilidades infinitas de cómo podría haber terminado el día. De que hubiera sido sin aquel mínimo rayo de luz al final del ocaso, a qué bar hubiera ido o a que caverna más habría agregado a las tantas que conozco. No lo sé, pero tampoco quería averiguarlo, guardé su sonrisa en lo más recóndito de mi memoria como excusa para no afirmar que era feliz, conocía muy bien la soledad, pero no sabía que era estar triste, pero si podía asegurar que en esa corta hora que estuve ahí dentro de aquel lugar, fui feliz.

Diario de un ansiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora