Lo bueno del trabajo en la oficina es que me ayudaba a pensar, sacaba todo aquello que tenía en medio de la rutinaria mañana y la poca tarde que quedaba aún por delante.
Todos tenían miedo a morir, pero los pocos que habíamos muerto en vida y visto el infierno cara a cara, habíamos perdido algo. Jamás comentábamos lo sucedido y no nos molestaba nada, dejábamos de ser humanos. El calor era implacable, sentía los ojos cansados y mientras reclinaba la silla no dejaba de observar el reloj de la pared, y dejé que todo siguiera su rumbo, al fin y al cabo todo lleva su tiempo; La música, el buen vino, la vida e incluso el amor necesita tiempo, así que todo a su marcha.
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Diario de un ansioso
RandomQuizás es extraño... estoy escribiendo la última parte de mi historia como si este fuera el final, nunca pensé llegar a contar tantos secretos y menos todos en un mismo lugar, no incluso cuando pase años ignorando mi pasado y mis malos hábitos. si...