Tenía un Hyundai Veloster color grafito dispuesto a todo en el garaje. Recuerdo haber tomado el volante algo nervioso, odiaba sentirme desolado aún cuando tenia compañía e incluso apoyo, a veces era algo egoísta al sentirme tan solo teniendo tantas cosas conmigo. Sentado ahí esperando el no sé qué, recordé a mi padre, pobre hombre, siempre estaba tan feliz, siempre golpeaba la puerta con la parte final de los dedos y al llegar a casa siempre estaba sonriente, "¡Hijo, sonríe! ¿Por que siempre tan amargando?" Y entonces él sonreía, para enseñarme cómo hacerlo. Aquella era la más triste sonrisa que jamás vi, pero a su vez era la más llena de vida que jamás volveré a ver.
Era alguien frío, pero con el sentimiento vivo de un infante. Me enseñó que los hombres no lloran, pero hipócritamente lo escuche llorar infinidad de veces por la injusticia humana y no lo culpo, este mundo era bastante ingrato para un alma tan pura como la de él y la de mi madre. Otra mujer admirable, siempre fuerte y decidida de la mano de él, jamás lo dejo caer sin antes irse con el, y ahora sentado sobre este lustroso automóvil y a punto de soltar el embrague y emprender mi viaje... les digo gracias, gracias por enseñarme el valor de la felicidad, el valor de la familia... y que siempre se puede sonreír aunque el mundo se venga abajo, espero me perdonen por todo lo que jamás dije o por las lágrimas que no derrame a su tiempo. ellos siempre serán el motivo perfecto para volver a casa, a mi hogar.
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Diario de un ansioso
De TodoQuizás es extraño... estoy escribiendo la última parte de mi historia como si este fuera el final, nunca pensé llegar a contar tantos secretos y menos todos en un mismo lugar, no incluso cuando pase años ignorando mi pasado y mis malos hábitos. si...