Ahora los niños viven con miedo a la lluvia, tratando a toda costa de no mojarse, de no arruinar el saco o su uniforme, y las chicas de no estropear su cabello. Pero de vez en cuando nos arriesgamos, nos llenamos de coraje y en ese momento saltamos en los charcos, nos empapamos hasta el alma y las entrañas, nos embriagamos en ese accidente momentáneo que nos hace ser humanos.
Admiro a las personas con gracia, aquellas que te hacen reír y sentir bien de la nada, aquellas que tienen el alma rota y aún así sacan a flor su carisma, que no les importa si esta bien o mal comer con las manos, que pueden decir no al teléfono y sentirse plenos en la naturaleza siendo ellos mismos.
El mundo ha cambiado y nosotros con el, pero aún en lo más profundo del tártaro quedan personas con esperanza, personas con fe en la humanidad, y yo soy uno de ellos.
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Diario de un ansioso
AcakQuizás es extraño... estoy escribiendo la última parte de mi historia como si este fuera el final, nunca pensé llegar a contar tantos secretos y menos todos en un mismo lugar, no incluso cuando pase años ignorando mi pasado y mis malos hábitos. si...