Ella era menor. Él era mayor.
Ella tenía popularidad. Él tenía mala reputación.
Ella no cree en el amor. Él solo rompe corazones.
Ella adora los problemas y él sabe cómo buscarlos.
━━ Libro (primera temporada) terminado.
━━ Por favor lee el intro an...
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"¡Ven a mi fiesta! Organizada por el equipo de fútbol. Este sábado, a partir de las 8 pm. Invita a quién quieras, entre más gente, mucho mejor ;) ¡Chicas entran gratis!"
─¿Irás? ─preguntó Sunmi llegando a lado de Jae-Eun, quien observaba el cartel con una tonta sonrisa─. Chicas gratis, no pueden ser más mujeriegos.
Jae-Eun dejó escapar una risa nasal. ─E idiotas.
Ambas chicas empezaron a caminar hacia el patio del colegio, saludando algunos alumnos que se cruzaban en el camino hasta que finalmente llegaron a las gradas y se sentaron para conversar con más tranquilidad.
─No me respondiste. ─resaltó Sunmi sacando de su bolsillo un lápiz labial de colores cálidos─. ¿Irás a la fiesta?
Jae-Eun se encogió de hombros. ─No lo sé, no estoy de humor.
─¡Vamos, Jae! Será fantástico.
─¿Cómo lo sabes? ─la ojiazul soltó una risita nasal─. Sabes que desde lo que ocurrió en el festejo de las porristas, he odiado salir de fiesta.
Sunmi puso los ojos, poniendo su mano en su hombro dándole un ligero apretón. ─Deberías superarlo, han pasado dos años.
─Dos años y sigue siendo lo mismo, he intentado evitarlo pero, de alguna manera, él sigue cerca de Jaesun.
─Sigue así, evítalos. ─el teléfono móvil de Sunmi sonó, ella contestó y luego de cruzar algunas palabras, cortó─. Mi madre me está esperando, te llamo más tarde.
Jae-Eun asintió sonriendo levemente viendo que su amiga caminaba hacia la salida con paso apresurado. La ojiazul pensaba en marcharse, pero cuando estaba a punto de dar algunos pasos se frenó de golpe. Jaesun y Jake caminaban hacia ella, con una extraña sonrisa que paralizó a la menor.
─¡Hermanita! ─saludó Jaesun abrazando a la ojiazul, quien se quejó─. ¿Qué tal estás? ¿Tus clases han terminado?
Extrañada, Jae-Eun asintió sin quitar la vista de aquel chico pelinegro que no emitía ni una sola palabra, incluso su rostro pasó de ser alegre a ser una mueca de incomodidad.
