Ella era menor. Él era mayor.
Ella tenía popularidad. Él tenía mala reputación.
Ella no cree en el amor. Él solo rompe corazones.
Ella adora los problemas y él sabe cómo buscarlos.
━━ Libro (primera temporada) terminado.
━━ Por favor lee el intro an...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─Desayuna más rápido, corazón. ─dijo la señora mientras lavaba los platos. ─Llegarás tarde.
─Ya voy mamá, ya voy.
El hombre de traje bajó la escaleras terminando de acomodar su corbata, se observó en el espejo admirando su mandíbula bien afeitada. Entró al comedor con una sonrisa de oreja a oreja, abriendo los brazos para abrazar su esposa y darle un beso en su mejilla.
─¡Buenos días familia! ─saludó amablemente, Jaesun y la señora Choi sonrieron.
─¡Hola padre! Buenos días. ─Jaesun levantó su plato, llevándolo al lavadero. El señor mantenía su sonrisa, pero esta se borró al ver como su hija menor no decía ni una palabra, ni siquiera lo volteaba a ver.
─Jae-Eun, ─llamó el hombre con voz estricta, la joven solo levantó la mirada sin dejar de comer. ─¿No vas a saludar a tu padre?
Jae-Eun tragó su bocado con fuerza, dejando de lado su platillo y fingió una sonrisa, sin mostrar los dientes, apretaba sus labios.
─Buenos días, papá.
El señor asintió volviendo su mirada a Jaesun, él la abrazó por unos segundos felicitando a la chica por haber ganado el segundo lugar su reciente competición de taekwondo. Esto desconcertó a Jae-Eun, puesto que haya hace un mes había tenido la misma competición de taekwondo, sin embargo, ella obtuvo el primer lugar y no recibió ninguna felicitación por parte de sus padres.
Un sentimiento de decepción invadió el pequeño cuerpo de la joven, pero era un dolor satisfactorio que no podía explicar. Le gustaba sentirlo, o mejor dicho, ni siquiera le importaba.
─Papá... ─llamó Jae-Eun, haciendo que padre e hija se separarán.
─¿Qué ocurre? Necesito irme a trabajar. ─el hombre tomó su maletín. Dio un corto beso a su esposa, que todo ese tiempo no había emitido ni una palabra desde que el hombre llegó al comedor. Jae-Eun sabía porqué, pero lo dejó pasar nuevamente.
