Prólogo

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Zachary

–Por favor, Zach, escúchame, no te vayas así –solloza Avery, mi ahora exprometida, mientras me sigue hasta el salón.

–Para qué quieres que me quede, ¿¡eh!? ¿¡Para que vea cómo te sigues tirando a mi maldito mejor amigo!? –Me doy la vuelta para encararla –Dime, Avery, ¿Desde cuándo te lo tiras?

–No es necesario que lo sepas, yo... –balbucea.

–¡Dímelo! –le ladro –Dime, ¿desde cuándo me estás viendo la cara de idota?

–Desde que empezamos a salir –solloza mientras intenta acercarse a mi, pero me aparto.

–Cinco años... ¡Cinco malditos años! –me doy la vuelta y me paso las manos por el pelo, exasperado.

–Zach, será mejor que te vayas –interviene Gael, mi mejor amigo, o por lo menos el que yo pensaba que lo era.

–Cállate, primero tienes las narices de acostarte con mi novia durante toda nuestra relación y segundo me echas de una casa que no es tuya, ¿Se puede saber de qué vas? –Me acerco a él, que no retrocede.

–Márchate y deja de gritarle –la defiende.

–¡Genial! –levanto las manos al aire –Con que ahora la defiendes. ¿Sabes qué? Me largo, no soporto veros la cara a ninguno de los dos, me entran náuseas solo de pensarlo –les digo con hastío antes de salir de la casa de Avery dando un portazo.

Me subo a mi moto y mientras voy de camino a mi casa, me pongo el auricular y llamo a mi abuela Bernadett, que me responde al segundo tono.

–Zackie, cielo, qué alegría me da hablar contigo –me saluda alegremente.

–Hola, Abu –le respondo secamente.

–¿Qué te pasa? ¿Estás bien? –pregunta preocupada.

–No, quería preguntarte si sigue en pie lo que irnos a vivir contigo, necesito irme de Nueva York lo antes posible.

–Claro, cielo, aquí siempre seréis bienvenidos.

–Nos quedaríamos contigo, hasta que encuentre un apartamento –aparco mi moto en el garaje y me bajo de ella.

–No hay ningún problema, ¿Cuándo venís?

–Tengo que hablarlo con mis hermanos, te escribo luego.

–Vale, adiós, besitos a tus hermanos –y me cuelga.

Me quito el auricular y cojo aire antes de entrar a casa. La verdad es que me gusta esta casa, pero no puedo quedarme aquí, ya no. Así que, entro al salón, donde mi hermana Naomy y mi hermano Nehemías juegan juntos al Mario Kart.

–Tenemos que hablar, parad el juego, es importante –Naomy para la partida y me mira intentando descifrar mi expresión.

–¿Qué pasa? –Pregunta Nehemías mientras tomo asiento frente a ellos.

–Vamos a mudarnos con la abuela Bernadett, buscaré el próximo vuelo y nos iremos de aquí –les suelto mientras observo sus reacciones. Sé que a Nehemias le da igual, quiere mucho a la Abu y desde que mis padres no están la echa más en falta. Sin embargo, Naomy es otra historia.

–Ni en broma –dice mi hermana –No pienso irme de aquí

–Por favor, Naomy, la decisión ya está tomada, nos vamos, no pongas las cosas más difíciles –contesto con toda la calma que puedo reunir en estos momentos.

–¿Qué la decisión ya está tomada? ¿Con la opinión de quién? –pregunta indignada.

–No lo he dicho para pedir opiniones, nos vamos y punto, solo os informaba para que mováis el culo y recojáis vuestras cosas –me levanto de la silla, dando por zanjada la conversación. No estoy de humor para más discusiones.

Subo a mi habitación, dejando a Naomy con la palabra en la boca y cojo el portátil para buscar vuelos a España. Al final, encuentro uno barato que sale mañana por la mañana, así que compro los tres billetes. Mañana nos vamos.

𝚂𝚝𝚊𝚛𝚜 𝙰𝚗𝚍 𝚁𝚘𝚊𝚍𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora