Capitulo XXXV

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Zachary

Si tuviera que decir algo que realmente odio en este mundo, sin duda diría que es ver a Kiara llorar. Cuando leí su mensaje pidiéndome ir a su casa tuve un mal presentimiento, así fui sin pensármelo dos veces y, al ver su expresión, supe que estaba en lo correcto y que algo había pasado, pues su mirada no transmitía ni esa energía ni esa alegría contagiosa que la caracterizan.

No puedo evitar mirarla cuando la noto dormida entre mis brazos. Tiene la expresión tranquila y parece que está cómoda, así que decido no moverme para no despertarla. Me quedo detallándola, hasta que frunce el ceño y aparto la mirada.

Al cabo de unas 2 horas se despierta y se despereza, pero después vuelve a abrazarle y me reparte besos cariñosos por el cuello.

–Hola, estrellita –le sonrío y ladeo la cabeza para darle más acceso a mi cuello y pueda darme todos los besos que quiera.

–Hola –se separa de mi y se intenta levantar, pero se lo impido acostándola conmigo en la cama –¿Qué haces?

–No me apetece levantarme.

–¿Pero no íbamos a la Jackson? –Suspiro algo disgustado, pero la suelto y me levanto –Tengo que avisar a mis hermanos.

–¿Nos vemos allí a las 21?

–Vale.

Me despido de ella y me voy a mi casa para convencer a mis hermanos de ir con los Shallow a la Jackson, cosa que no me cuesta lo más mínimo con Nehemias, pero que con Naomy es otra historia.

–Que te he dicho que no, Zach, que no me apetece –repite por trigésima vez.

–¿Pero por qué no? Hace mucho que no salimos los tres juntos.

–¿Y? No me apetece ir a la Jackson y menos con los vecinos

–¿Por favor?

–No.

–¿Ni siquiera si te digo que pago yo? –Naomy me mira y ya sé que tengo toda su atención e interés –Venga, si vienes yo invito, puedes pedirte lo que quieras.

–¿Todo lo que quiera?

–Todo todo no, no vas a llegar borracha porque la Abu me mataría –veo como se lo piensa –Vamos, Naomy.

–Está bien –rueda los ojos y yo le sonrío, dandole un abrazo.

–Genial, pues vamos a cambiarnos.

Subo a mi habitación y me pongo unos pantalones vaqueros negros que me llegan hasta la rodilla con una camiseta de tirantes negra y encima una camisa azul abierta, con las mangas remangadas hasta los codos. Cuando ya estoy bajo y pillo las llaves del coche de mi abuela. Los tres nos subimos al coche y a los 10 minutos ya estamos allí.

Pasamos entre las cortinas y mis ojos van directos a ella. Está apoyada en la barra con una camiseta blanca muy larga y ancha y por debajo se le ven los vaqueros negros y cortos que lleva. Tiene el pelo recogido en dos trenzas de raíz con dos rizos contorneándole la cara.

Mis hermanos van a los sofás, pues allí están los hermanos de Kiara, mientras que yo me voy con ella y me apoyo en la barra su lado.

–Hola –ella me mira y me sonríe antes de devolverme el saludo.

–Hola.

–¿Que vais a tomar? –nos interrumpe el barman.

–Yo quiero dos whitelabels, un roncola y una botella de agua –pide Kiara, a lo que el chaval asiente y me mira a mi.

–Dos desperados y un nestea.

–¿Podría llevarlos a esa mesa de allí? –le pregunta Kiara, señalando la mesa donde están nuestros hermanos.

𝚂𝚝𝚊𝚛𝚜 𝙰𝚗𝚍 𝚁𝚘𝚊𝚍𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora