Capítulo XLII

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Kiara

Cuando escucho la alarma me levanto de un salto y voy corriendo a la habitación de Liam, lanzándome encima suya.

–Buenos diiiiaaassss –lo despierto alegremente mientras él se estira un poco, como si no acabase de tirarme sobre él.

–¿Que hora es? –pregunta él, con la voz de recién despierto.

–Las 8:30, levántate y ayúdame que hay muchas cosas que preparar antes de irnos.

Una vez dicho eso me levanto y voy a despertar a Kenya, que también tiene un sueño muy profundo, pero está vez entro con cuidado a su habitación y me siento a su lado antes de zarandearla un poco.

–Kenya –no hay respuesta, así que la zarandeo un poco más y levanto la voz– Kenya.

–Mmm –se queja ella.

–Kenya, que nos vamos a acuanatura, venga levanta, además, ya está el desayuno –lo del desayuno no es del todo cierto pero así se levanta antes.

–Haber empezado por ahí, mujer –se incorpora.

La dejo despejarse y de mientras bajo a la cocina para hacer mi desayuno y el de mis hermanos, pues a Eider no le debe faltar mucho para llegar de correr. No sé cómo hace para salir todas las mañanas a correr bien temprano, la verdad.

Hace una semana que Zachary y yo empezamos a salir y la verdad es que no me arrepiento en absoluto de mi decisión. No sabía que un noviazgo podría llegar a sentarme tan bien, después de mi primera experiencia... En fin, el caso es que hace dos días planeamos irnos a acuanatura y por fin el día ha llegado.

Cuando ya tengo todos los desayunos los sirvo en la mesa y voy haciendo las salchichas para los bocadillos que nos vamos a llevar de mientras llegan mis hermanos.

Una vez estamos todos y terminamos de desayunar, cada uno prepara sus cosas y las guardamos en nuestras mochilas respectivas.

Mientras Liam y Eider meten las cosas en el maletero de mi coche, Kenya y yo hablamos con nuestras cuñadas para saber que les queda para llegar, pues hemos quedado en nuestra casa para irnos en dos coches.

–Hola, estrellita –me dice una voz conocida mientras su propietario me abraza por detrás.

No puedo envitar sonreírle y girar la cabeza para mirarlo.

–Hola, novio.

Zachary me roba un beso y yo se lo devuelvo mientras escuchamos el mini chidillo de mi hermana al ver al suyo.

–¡Alaannn!

Kenya se tira a sus brazos como si no lo hubiera visto en años y él la sujeta para que no se caiga mientras le da un beso.

Me suelto de Zachary una vez veo a Ligeia y Alina llegar y bajarse del coche.

–Hola –Liam saluda a su novia con una gran sonrisa y va a darle un abrazo.

–Liam, que se cae –Eider coge al vuelo la mini nevera que ha soltado mi hermano al ver a su novia y la intenta colocar como puede, debido a que tiene la otra mano ocupada.

Ligeia se ríe un poco al ver a su prometido hacer malabarismo con las bolsas y mochilas, pero luego decide ir a ayudarle y guardar algunas cosas en el maletero de su coche.

–A ver, ¿cómo vamos en los coches? –pregunta Lig.

–Yo conduzco el mío –Liam acaricia el capó de nuestro Mazda 3 rojo.

–Bueno, pues yo voy contigo –se apunta Alina.

–Kia, vente con nosotros y me pones la música –sugiere Liam.

–Vale, y que Zachary se venga también, como somos 8, vosotros 4 podéis ir en el coche de Lig –les digo al resto y asienten, así que nos subimos en los coches y empezamos el viaje.

***

1 hora más tarde llegamos a nuestro destino y vamos a la taquilla a sacar las entradas.

Cuando todos las tenemos resulta que tenemos que andar 5 minutazos y atravesar todo el parking, con el calor que hace hoy, hasta llegar a la entrada del parque acuático. Así que, después de que Liam y yo nos pasemos el camino quejándonos, llegamos y escaneamos el código QR que nos permite pasar.

Decidimos ir a las taquillas antes de nada y guardarlo todo. Después vamos a la piscina a darnos un chapuzón rápido y luego empezamos el recorrido por todos y cada uno de los toboganes gigantes que hay.

El primero al que nos subiremos se llama "Black Hole", es un tobogán con colchoneta para dos personas.

–¿Te subes conmigo, cuñada? –me pregunta Ligeia.

–Por supuesto –le sonrío y miro a Zachary, quién ya se ha aliado con Liam para tirarse.

Ligeia y yo cogemos una colchoneta y empezamos a subir las tropecientas escaleras que hay para llegar al principio de la atracción. Una vez arriba, ambas nos fijamos en el socorrista.

–¿No te parece clavado al que antes estaba bajo? –me susurra.

–Escuchame, o se teletransporta o son trillizos porque el de la entrada es igual también –contesto sin quitarle la vista de encima al chaval.

–Es que todos van con las mismas pintas, todos son castaños, morenos de piel, llevan gafas de sol y una camiseta rosa fosforito.

Yo asiento.

–Básicamente.

Cuando nos llega el turno, me siento en el de delante y Ligeia en el de detrás antes de impulsarnos y deslizarnos por el tobogán. No es empinado, pero sí da muchas vueltas, así que, cuando llegamos abajo, ambas salimos disparadas con el flotador.

–Tía, que se me ha convertido el bañador en tanga –le digo a Lig mientras lo pongo bien y ella suelta una carcajada.

–Ya ves, a mí también.

Salimos rápido y nos quedamos a un lado para ver cómo bajan los demás, riéndonos de Liam, que cuando llega abajo y se va a salir del flotador, da una voltereta porque se ha resbalado y se come el agua de pleno.

Seguimos con los demás toboganes de esa zona, que son individuales y luego nos vamos a otra, donde hay toboganes más altos.

–Que no, que yo ahí no me subo, me da miedo –me niego en rotundo a montarme.

–¿Pero como te va a dar miedo? Solo mide unos 1.500 metros –me chincha Liam.

–Vete a la mierda.

–Haya paz, Liam, Kiara no tiene por qué tirarse si no quiere y Kiara, ignora a Liam, ya sabes como es –interviene Eider, como siempre.

Zachary me rodea los hombros con los brazos y yo lo miro, picada por mi hermano todavía, lo que le hace gracia por alguna razón desconocida. Vuelvo a mirar la pendiente y la altura del tobogán y... es que no, no soy capaz de tirarme por ahí. Hasta que Zachary decide que es una genialísima idea cogerme en brazos y tirarse conmigo por el tobogán, a pesar de mis gritos y mis intentos fallidos por liberarme de la muerte. Solo el agua del final de la atracción es capaz de hacerme callar. Salimos a la superficie para respirar y yo me pongo la mano en el corazón, que se me va a salir.

–¿Estás bien? –pregunta Zachary, divertido.

Yo me quedo mirándolo un poco, me tiemblan las piernas, pero en verdad no ha estado tan mal.

–¿Nos tiramos otra vez?

𝚂𝚝𝚊𝚛𝚜 𝙰𝚗𝚍 𝚁𝚘𝚊𝚍𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora