Capítulo XVIII

12 2 0
                                    

Zachary

A la mañana siguiente me despierto pero no me muevo, pues noto algo o mejor dicho a alguien, a mi lado.

Kiara.

De repente me vienen los recuerdos de todo lo que pasó anoche. No pude controlarme, aunque tampoco puse mucho empeño en intentar hacerlo.

No pensé que alejarme de ella nos fuese afectar tanto a ambos. Me he pasado estas semanas corriendo y peleando con más frecuencia, aparte de que he tenido más discusiones con todo a mi alrededor.

Tengo que admitir que no me esperaba en absoluto que viniese a reclamarme. Y ver que se le cristalizan los ojos por mi culpa fue la gota que colmó el vaso. No podía seguir con eso, es tan complicado.

La miro, ella todavía está dormida, parece tranquila. Sus largas pestañas rozan sus pómulos mientras mantiene la cabeza y una mano apoyadas en mi pecho.

Que le den a Neftalí, no tengo porque hacer caso de sus estupideces ni de sus tonterías. No la conoce, así que, diga lo que le diga, ella no le va a creer, en caso de que lo haga.

«Perro ladrador poco mordedor»

–¿Qué? –pregunta Kiara, algo adormilada.

Estaba tan concentrado en mis cosas que no me he dado cuenta de que me he quedado mirándola.

–Nada, buenos días, estrellita –le guiño un ojo y ella entrecierra los suyos.

–Hola –contesta, simplemente, mientras se incorpora un poco.

–¿Has dormido bien? –me siento en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero.

–Mm mm –asiente un poco.

–Vamos a desayunar –me levanto y me visto mientras ella hace lo mismo.

Cuando ya estamos cambiados, bajamos a la cocina.

–Buenos días, Zackie –me saluda mi abuela, alegremente.

Miro a Kiara de reojo, quién me mira divertida.

–Ni se te ocurra reírte –le susurro.

–Vale... –levanta las manos en son de paz, devolviéndome el susurro –Zackie.

La miro mal pero no me da tiempo hacerlo por mucho ni a contestarle porque mi abuela ha venido a darme un abrazo. Es temprano, pues escucho movimento en la cocina, lo que quiere decir que mis hermanos no se han ido a sus clases todavía.

–Hola, querida, no sabia que estabas aquí –mi abuela le sonríe a Kiara, quién le devuelve un poco la sonrisa.

–Buenos días, señora Durand –contesta ella, educadamente.

–Ay por favor, llámame Bernadette, señora Durand me hace más vieja de lo que en realidad soy –mi abuela le guiña el ojo.

–Bernadette –ella asiente un poco, accediendo a su petición.

–Tú, no seas maleducado y hazle el desayuno a tu invitada –mi abuela me da un toque en el brazo, a lo que yo ruedo los ojos en respuesta y entro a la cocina, saludando a mis hermanos con la cabeza.

Kiara viene tras de mí y se sienta donde mi abuela le dice, que es frente a Naomy.

Las dos veces que he ido a su casa a desayunar he visto como se prepara el café, así que no le pregunto y se lo hago.

–Zachary, ¿vas a ir a Mojácar? –me pregunta Kiara, supongo que para romper el denso silencio que se ha formado porque mi hermana no le quita la vista de encima.

𝚂𝚝𝚊𝚛𝚜 𝙰𝚗𝚍 𝚁𝚘𝚊𝚍𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora