Capitulo XXII

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Kiara

Hoy me apetecía salir. Acabamos de llegar del viaje y todavía no he deshecho la maleta, pero mis ganas de irme a mi pub de confianza me superaban. Así que me he puesto uno de mis vestidos para salir, pillo las llaves del coche y me voy.

Cuando llego a la Jackson, solo la parte del bar está abierta, pero nada más faltan 30 minutos para que habrán el pub, así que entro al bar y me pido una cerveza "Desperados".

Estoy allí un rato y después me voy al pub para tomar algo y estar tranquila. Además, hoy hay partido de Real Madrid contra Barça y el sofá que está frente de la pantalla es muy cómodo, así que me lo veré aquí.

Este es mi sitio favorito. Es una pasada, pues hay para jugar a los dardos, al billar, hay barra con un barman muy simpático y los colores azules, blancos y dorados del lugar le dan un toque acogedor.

Me siento en el sofá y se me viene Zachary a la cabeza. Seguro que le gustaría este sitio. Estaría muy guay que viniéramos con nuestros hermanos. Le mando un "Hola" por mensaje y espero a que conteste mientras me levanto a bailar, pues han puesto una canción que me encanta.

Pasan las horas entre baile y baile, pero él no me contesta. Estará cansado u ocupado, así que no le doy importancia y me siento a ver el partido.

En el descanso me levanto para ir la baño, me llevo aguantando un rato y no puedo más. Paso por las cortinas azules hacia el baño y cuando entro me doy cuenta de que algo no está como siempre. Hay dos puertas, una para cada cubículo, pero normalmente la de la izquierda siempre está cerrada. Es raro porque llevo viniendo aquí mucho tiempo y siempre es la de la izquierda la cerrada. Sin embargo, hoy es al revés.

Entro y lo primero que veo es como una gran ventana azul, a juego con el resto de la pared, que está cerrada. Intento abrirla pero un tornillo la mantiene cerrada, lo que aumenta mi curiosidad. Decido intentar abrirla, no sin antes hacer mis necesidades.

Cierro la puerta que da acceso al baño y me fijo en el secador de pelo que hay siempre al lado del espejo del lavamanos. Lo desenchufo y me lo llevo al cubículo donde está esta gran ventana. Intento sacar el tornillo con el enchufe, pero es imposible, así que termino golpeándole en un lado con el secador para romperlo. No me preocupa el ruido, pues fuera la música está alta y habrá empezado ya la segunda parte del partido, así que es muy improbable que me oigan.

Rompo tanto el tornillo como el secador, aunque me da igual, la verdad. Lo dejo donde estaba como si no hubiera pasado nada y abro la puerta de la ventana.

No es una ventana. Es como una especie de cajón, así que me subo al váter y me asomo. Al lado hay dos cuerdecitas, así que cojo una con cuidado y tiro, haciendo que el cajón baje un poco.

«Es un montaplatos»

Doy gracias por ser pequeña y por que es grande y me meto sin pensármelo dos veces. Bajo tirando una de las cuerdas y a medida que voy bajando voy escuchando más y más voces.

Llego al piso de abajo y le doy unas patadas a la otra ventana para que se abra también. Escucho como algo se rompe y después se abre, así que supongo que será el otro tornillo. Me bajo del montaplatos con cuidado de no matarme y miro a mi alrededor.

«Estoy en otro baño»

Este es totalmente contrario del de arriba, pues ese es azul, blanco y dorado y este es negro, blanco y plateado. Salgo del cubículo y el baño es exactamente igual al de arriba, solo que los colores cambian y está todo invertido. Salgo del baño y cada vez escucho más jaleo y abucheos. Corro la cortina, que también es negra, para variar, y me quedo alucinando.

Literalmente, este sitio es idéntico al de arriba, solo que, al igual que pasaba con los baños, los colores son negro, blanco y plateado y está todo al revés. Avanzo para observar más el lugar. El billar y los dardos están completamente llenos de gente tatuada hasta las trancas al igual que la barra, donde el barman no parece nada simpático. Va sin camiseta, tiene muchos tatuajes, la cara llena de cicatrices y el pelo rapado. La verdad es que no me transmite mucha confianza. En la pantalla no tienen puesto el partido, sino apuestas, muchas apuestas.

Mis ojos van a parar a un montón de gente que hay en la zona que arriba es para bailar.

«Algo me dice que aquí no se baila»

Me acerco con cautela, pues este sitio no me gusta un pelo y entonces lo veo.

Zachary.

Se está peleando con alguien.

Con... ¿¡Neftalí!?

Noto como me empieza a faltar el aire nada más reconocerlos a ambos y antes de que me quiera dar cuenta de lo que estoy haciendo ya me veo acercándome a donde están ellos entre la gente.

Hay muchas personas pero consigo escabullirme entre ellas y llegar al frente, donde uno de los dos me da la espalda. Cojo su camiseta y Neftalí me mira. No soy capaz de describir el asco que siento al verlo, las tripas se me revuelven al volver a ver esos ojos ámbar tan repugnantes. Tiro de su camiseta, apartándolo, pues no es él a por quién he venido. Avanzo, poniéndome enmedio de ambos, mirando a Zachary. Ver su cara llena de sangre y esos estúpidos ojos heterocromáticos sorprendidos solo hace que me cabree más y le suelto una bofetada.

Su cara de confusión lo dice todo, pero paso ya de él, de los dos. No puedo más.

Me doy la vuelta y me voy echando humo por las orejas, sin decirle nada. Voy a las escaleras y las subo lo más rápido que puedo, llegando al pub que tanto me gusta.

Salgo y me meto en el coche, bajando la ventanilla porque ya no puedo aguantar más tiempo el ataque de ansiedad que me está dando.

Verlo allí, rompiendo su promesa solo 2 días después de hacerla y encima con mi ex... Es demasiado.

Tenían la cara ensangrentada, los nudillos en carne viva y luego está esa sonrisa de Neftalí que, lamentablemente, conozco tan bien...

Me acuerdo de cuando me lo hacía a mi, cuando me pegaba hasta tirarme al suelo e incluso hasta que terminaba sangrando y luego ponía esa estúpida sonrisa de superioridad.

Me acuerdo de todo el daño tanto físico como mental que me ha echo y que todavía tengo por su culpa.

Me acuerdo de lo mucho que me ha costado estar donde estoy después de 1 año entero luchando contra todos los miedos e inseguridades que me ha metido en la cabeza, luchando contra mi misma, odiandome por haber estado con él, desperdiciando 3 años de mi vida y no haberme dado cuenta antes, odiandome por permitirle hacerme todo lo que me hizo. Todavía me siento culpable por ello y no ha sido hasta hace unos meses que he conseguido volver a mirarme en el espejo sin sentir asco de mi.

Verlos allí, al chico que tanto daño me ha hecho y al que me gusta demasiado, golpeándose mutuamente, ha sido la gota que colmó el vaso.

Intento relajarme, aunque sé que ya es tarde cuando noto que cada vez me falta más el aire y el sabor salado de mis lágrimas, que resbalan y caen libremente de mis ojos, sin poder evitarlo.

«Respira, Kiara, sabes que solo es disnea»

Pongo el aire acondicionado del coche aunque me congele, necesito aire.

«Inspira... Espira... Inspira... Espira...»

𝚂𝚝𝚊𝚛𝚜 𝙰𝚗𝚍 𝚁𝚘𝚊𝚍𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora