Liar

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Estoy feliz. ¿Por qué era tan sumamente bipolar? La causa de mis raros y drásticos cambios de humor tenía cara y nombre: Lobo. Parecía una marioneta entre sus manos, sólo tenía que mover uno de los hilos y ya cambiaba todo mi día. Y eso a veces era molesto porque, sinceramente, durante mi pubertad luché mucho por no ser como todas aquellas chicas que suspiraban por un chico, soñaban con él y caían rendidas a sus pies, pero... ¡ahora lo estaba haciendo! En conclusión: la adolescencia amorosa me llegó a los dieciocho años... patético.

Han pasado cuatro días desde que me reconcilié con Lobo, por lo que hoy es viernes. Mi ropa de aquella mañana eran un chaleco negro con unos labios y una lengua rosas y azules con "Falling in reverse" escrito debajo del dibujo, unos pantalones vaqueros, mis botas militares y un abrigo negro que perteneció a mi hermano cuando era adolescente. El pelo me lo recogí en una trenza que dejé caer por mi hombro y de maquillaje sólo llevaba un poco de delineador negro en mis ojos.

 El pelo me lo recogí en una trenza que dejé caer por mi hombro y de maquillaje sólo llevaba un poco de delineador negro en mis ojos

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Dylan y yo fuimos en su camioneta al instituto. Seguramente os estaréis preguntando: hey, ¿cuántos años tiene Dylan? ¿No era mayor que tú? ¿Por qué sigue en el instituto? Pues bien, la respuesta es simple como respirar. Algo que mi hermano y yo teníamos en común era que odiábamos estudiar y los resultados académicos no eran nuestra principal prioridad. Desde la primaria, Dylan ha pasado olímpicamente de los estudios y se ha dedicado a vivir la vida loca. Puede que en parte se debiera a la falta de una presencia femenina adulta en la casa y al poco tiempo de nuestro padre, pero incluso antes del internamiento de nuestra madre en el psiquiátrico Dylan ya iba mal en los exámenes. Si estábamos en el mismo curso era porque repitió un curso en la primaria y otro en la secundaria. Así que ya sabéis chicos y chicas del mundo, estudiad todo lo que podáis para no veros aún en el instituto con veinte años.

Bajamos del vehículo y buscamos a nuestros amigos. Estaban justo donde siempre, junto las motos con cigarrillo en mano, obviamente. Nos acercamos a ellos, yo con una sonrisa en mi cara. Vuelvo a repetir lo del principio: maldito Lobo y su efecto sobre mí. Al verme, me saludaron y Karah me miro con el ceño fruncido. Oh oh, mala señal. Problemas en tres... dos... uno...

- ¡Maldita sea, Beth!-ahí esta su enfado- ¡Me estoy cansando de ti y tu extraña bipolaridad! ¿Cómo narices puedes cambiar tan rápido de humor? Me agotas-suspiró, haciéndose la cansada.

- Karah, ¿podemos hablar de esto en otro momento?-intenté callarla para que dejase de hacer tan evidente mi "relación" secreta delante de Josh y mi hermano.

- Ahora que lo pienso sí que es verdad-intervino este último-. Llevas un tiempo muy extraña.

- ¿Y ahora te da por pensar?-bromeé con una risa, intentando desviarme del tema. Y creo que lo conseguí, ya que él hizo una mueca molesta y me sacó la lengua como un niño de cinco años.

- Por cierto Josh-habló Lauren-, ¿cómo te va con Kim?-es cierto, ya casi ni me acordaba de ella. Él desvió la vista a un lado ligeramente sonrojado. Esperad, ¿Josh sonrojado? Wow, cuidado, el apocalípsis se aproxima.

WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora