Era la hora del descanso. Otro momento ideal para fumarse un cigarrillo. Y justo eso estábamos haciendo, fumar. Estábamos hablando tranquilamente, bajo la copa de un árbol, en el campus. Yo estaba apoyada en el tronco sin prestar mucha atención a la acalorada conversación de mis amigos. Mis ojos estaban fijos en alguien que estaba más allá. El nuevo conserje se encontraba recogiendo las hojas caídas de un árbol y arrancando malas hierbas, unos metros más a mi derecha. Su cuerpo estaba sudado y las gotas que caían desde su frente, mojando levemente su cara y su pelo, le daban un aire aún más atractivo. Sus ojos se posaron en mí un segundo, para después volver a fijarse en lo que hacía. Di una última calada a mi cigarro, lo tiré al suelo, y lo apagué con el zapato.
- ¿Sabíais que hay un nuevo conserje? -dije mirando a mis amigos. Ellos dejaron de hablar para prestarme atención-. Supongo que se jubilaría el señor Morgan.
- Algo he oído -comentó Karah-. Lina Avalon estaba hablando de eso con su séquito, dicen que el nuevo está muy bueno y que no pasa de los veinte. Y si no me equivoco ya le han debido de entrar.
- Pero Lina Avalon y sus amigas son unas guarras -añadió Dylan-. Si el chico es listo, pasará de ellas.
- Yo no las veo rondándole como moscas... -observó Josh, reparando en la presencia del chico conserje-, así que creo que el chaval tiene cerebro.
Volví a mirar al chico, que trabajaba con una media sonrisa de lado. Mordí mi labio inferior. Su sonrisa, a pesar de ser casi imperceptible, era absolutamente perfecta.
- El caso es que me suena de algo... -murmuró Lauren, mirándolo detenidamente.
- Le voy a hablar -antes de que pudieran detenerme, me alejé de ellos.
Me acerqué a él lentamente. Cuando llegué a su lado, ni siquiera me miró. Estaba agachado y demasiado ocupado arrancando hierbajos como para fijarse en mí. Carraspeé, pero él solo me miró un instante y siguió a lo suyo.
- Hola -le saludé con una sonrisa. Esperé a que contestara, pero como no lo hizo, continué hablando- Soy Arianna Smith -me agaché a su lado-, pero todos me llaman Beth.
- Estoy ocupado -dijo seco, pero con una ronca y grave voz, que hizo que se me pusiera la piel de gallina.
- ¿Cómo te llamas? -continué preguntando. Me miró.
- Yo no tengo nombre -contestó volviendo a su trabajo.
- ¿No tienes nombre? Pero... ¡todos tenemos un nombre!
- Yo no -su tono de voz era frío y cortante.
- Y... ¿hay alguna forma de la que te pueda llamar? ¿Un mote, un apodo? -me miró y examinó mi rostro detenidamente, clavando sus orbes oscuros en mí. Eso me intimidó.
- Lobo -dijo con una débil media sonrisa.
- ¿Lobo? -un escalofrío recorrió mi espalda, pero aun así sonreí- Me gusta -acabé la conversación y volví con mi grupo.
- ¿De qué hablaron? -preguntó Dylan.
- De nada -contesté, encogiéndome de hombros-. Solo me dijo su... "nombre".
- ¿Y cuál es su... "nombre"? -Josh hizo comillas con sus dedos.
- Lobo -contesté, tras una pausa y una ladeada sonrisa.
***
Ya era la última clase del día. Un minuto más, y sería libre. Jueves, querido y adorado jueves que tan feliz me haces. Cinco, cuatro, tres, dos, uno... Y por fin el bendito sonido del timbre se hizo paso hasta mis oídos. Guardé las cosas rápidamente en mi bolsa y salí de ese salón a paso ligero. Caminé por el pasillo repleto de gente. Una vez más, un mar de personas me tragó. No podía ver más allá de mis narices y los empujones me hacían chocarme con cosas que no me daba tiempo examinar cuando otro impulso me llevaba a otro lugar. Y así estuve durante unos minutos, hasta que choqué con un objeto de espaldas, y por fin pude parar. Me giré para mirar el objeto, una escalera. Miré hacia arriba, ya que si había una escalera allí debía de estar siendo utilizada. Y nada más y nada menos que por el conserje. Lobo estaba allí limpiando el polvo de la parte superior de las taquillas. Me miró, y con un resoplido molesto, desvió la vista de nuevo.
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Wolf
Teen FictionArianna Elisabeth Smith. Una chica con un presente normal, un futuro por venir, y un oscuro pasado. ¿El causante? Emily. Sus miedos: El bosque. La oscuridad. Los lobos. Ella les teme más que a nada en el mundo. Pero... ¿puedes enamorarte de tus mie...