Condoms

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Los lunes eran un asco. ¿Por qué teníamos que madrugar para ir al instituto? Yo era feliz en mi casa, en mi cuarto, en mi cama, dormida, calentita y oliendo el aroma a limpio de mis sábanas. Pero claro, el que inventó la escuela tuvo que poner el horario a las ocho de la mañana. Aún lo maldigo a él y a toda su familia...

En fin, directos al grano. Aquel día hacía un frío que pela, como es común estando en diciembre. Mi atuendo consistía en una sudadera de Green Day -uno de los mejores grupos de la historia, si se me permite decirlo-, unos vaqueros, mis converse negras y un abrigo del mismo color que éstas. El maquillaje como siempre y el pelo me lo dejé suelto.

Llegué al instituto como siempre, en la camioneta con Dylan, y estuve hablando con mis amigos hasta que empezaron las clases

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Llegué al instituto como siempre, en la camioneta con Dylan, y estuve hablando con mis amigos hasta que empezaron las clases. Las clases, pues como siempre. Los profesores hablando, Karah mirando de reojo a James mientras él hace como si no lo notara y yo medio dormida. Pero centrémonos en lo importante del relato. Durante el receso fui al cobertizo. Seguramente Lobo ya me estaría esperando allí. Así que agarré bien la bolsa de plástico que llevaba escondida en el abrigo y fui allí.

Llamé con nuestra clave secreta y entré en el pequeño cobertizo. Efectivamente, Lobo ya estaba ahí. Sonrió nada más verme, cosa que yo también hice. Abrió los brazos y corrí hacia ellos. Me abrazó, y yo me puse de puntillas para llegar a sus labios. Nos besamos efusivamente durante un buen rato. No hizo falta que nos dijésemos que nos habíamos echado de menos, creo que ya lo estábamos demostrando. Cuando al fin nos separamos, nos miramos.

-Te he extrañado mucho-dije.

-Y yo a ti también-contestó él, poniendo un mechón de pelo tras mi oreja.

-Tengo algo para ti-me separé un poco.

-¿Sí? ¿El qué?

Abrí la cremallera de mi abrigo y de él saqué la bolsa. Se la di y él la abrió, cogiendo una pequeña caja alargada. Me miró con una ceja levantada.

-¿Y esto?

-¿No lo ves? Son condones.

-Ya lo sé, pero, ¿por qué?

-Pues porque la otra noche lo hicimos sin protección y tuve que tomarme una píldora. ¿Tienes idea de los efectos que causa en mi cuerpo esa cosa? Es una bomba hormonal, y además es muy cara. Además, te quiero mucho, pero aún no quiero hijos.

-Entonces... ¿ya no se sentirá igual?-dijo apenado.

-Pues no... Pero lo importante es que podremos seguir haciéndolo, ¿no?-traté de animarlo.

-Supongo...

-Venga, sobrevivirás-le animé bromeando, sacándole una risita.

-Eres de lo que no hay-colocó una de sus grandes manos en mi cabeza, alborotándome el pelo y riéndose cuando me quejé.

Tras eso me atrajo a su pecho con sus brazos. Tal vez me repita más que un gift, pero nunca me cansaré de decir que era en sus brazos donde mejor me sentía del mundo entero. Apoyé mi cabeza en su hombro y él la suya en la mía. Su brazo izquierdo acariciaba mi espalda mientras que el derecho se ocupaba de mi pelo.

WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora