Náuseas y un doloroso pinchazo en la parte posterior de mi cabeza era lo que sentía en ese momento. Mis ojos estaban cerrados. Lenta y costosamente, los fui abriendo. Mi visión aún estaba nublada. Restregué mis ojos con mis puños para aclararme, aún con ese dolor punzante taladrándome el cerebro. Una gran mata verde y marrón fue lo que vi. El cielo apenas podía verse debido a la verde y alta vegetación que lo tapaba con sus ramas. Los árboles eran lo único que podía verse. Con grandes esfuerzos, logré ponerme de pie apoyándome en el tronco de un fuerte árbol. Miré a mi alrededor, intentando recordar algo de lo ocurrido. El estúpido arrogante de Joshua había insultado a mi madre, yo le había pegado y él me tiró un piedra. Debió de ser él el que me dejó en este lugar. ¿Pero qué era este lugar? Un momento... Árboles, rocas, tierra. Bosque. En un momento, mi cuerpo se tensó y mi corazón se paró, para después latir desbocado. Mi respiración se volvió rápida e irregular. Hacía una década que no me acercaba al bosque, y mucho menos me adentraba en él. Desde aquello, me ha dado un miedo atroz. Mis pies caminaron en círculos con pequeños, confusos y torpes pasos. Ahora todo me daba vueltas. En mi mente se había formado un tornado de sentimientos, recuerdos y emociones no muy sanas para el ser humano. Jadeos ahogados y las hojas secas bajo mis pies era lo que se podía escuchar a parte del sonido del viento al mover las ramas de los álboles o el cantar de los pájaros. Una sombra cruzó por mi espalda, haciéndome voltear de un modo brusco y alterado. Mis gritos eran apenas audibles debido al miedo que los apagaba. Me llevé las manos a la cabeza, tapándome la cara y jalando mis cabellos al enterrar en él mis dedos. Me arrodillé en el suelo y me encogí sobre mí misma, balanceándome para intentar calmar mis nervios. Nada, era imposible tranquilizarme. Otro sonido me hizo sobresaltarme y levantarme de un salto. Eso había sonado cerca, muy cerca. ¿Y si era...? Sí podría serlo. Puede que se acordaran de mí y volvieran al reconocerme para acabar lo que años atrás no pudieron acabar. Con ese extraño presentimiento, eché a correr todo lo rápido que mis temblorosos pies me permitieron. Mi cabeza aún dolía, pero poco me importaba eso ya. Mi aturdimiento y una piedra en el camino me hicieron caer. Pero no iba a quedarme en el suelo, no. Me levanté y continué con mi carrera. No quería ver, no quería ver ese lugar que tanto odiaba, así que cerré los ojos. No sé cuanto corrí, puede que cinco, diez, quince o veinte minutos, pero lo que sí tengo claro es que solo paré cuando algo se interpuso en mi camino. Mis párpados se abrieron de golpe, dejándome ver un tonificado torso y un hermoso rostro confuso con unos profundos ojos negros.
- ¿Anna?-dijo su grave y sorprendida voz- ¿Qué haces tú aquí?-sus manos tomaron mis brazos, tratando de tranquilizarme al ver mi estado de nerviosismo.
- ¡Déjame!-grité paranóica y empecé a golpear su pecho- ¡Debo correr, huir, escapar, esconderme! ¡Ellos me persiguen y no pararán hasta dar conmigo y matarme! ¡Tengo que ponerme a salvo!
- Anna tranquila, nadie te persigue y nadie quiere hacerte daño.
- ¡Suéltame! ¡Ellos quieren...!-mis labios se cerraron al sentir sus brazos rodear mi cuerpo y apretarme contra su pecho.
Sus dedos acariciando mi espalda, su aliento chocando contra mi cuello, su cálida piel brindándome su calor y erizando mi piel... Jamás olvidaré aquellas sensaciones que sentí cuando me abrazó por primera vez. En ese momento, deseé quedarme así para siempre y que nunca jamás me soltara. Pero el destino es cruel, y tras un rato se separó de mí, mirando mi cara y viendo mis ojos.
- ¿Estás más calmada?-preguntó con suavidad. Asentí, aún muda- Ven conmigo, te acompañaré a casa.
Íbamos uno al lado del otro. A pesar de haberme calmado, mi miedo seguía estando presente. Miré a Lobo de reojo. Su perfecto perfil, serio e inexpresivo, me hacía pensar cosas no muy cristianas. Su postura erguida, su mirada al frente y su ceño fruncido me hacían pensar que tal vez estuviera en su mundo. Sus ojos se volvieron hacia mí al darse cuenta de que estaba "desnudándole" con la mirada.
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Wolf
Teen FictionArianna Elisabeth Smith. Una chica con un presente normal, un futuro por venir, y un oscuro pasado. ¿El causante? Emily. Sus miedos: El bosque. La oscuridad. Los lobos. Ella les teme más que a nada en el mundo. Pero... ¿puedes enamorarte de tus mie...