Mis ojos lo buscaban de forma insistente. Durante toda la mañana estuve pensando y planeando con Karah y Lauren el qué haría y el qué diría cuando tuviese a Lobo delante. Tras mucho hablarlo, decidimos que lo mejor sería encontrar un lugar tranquilo e íntimo en el que hablar. ¿Y qué mejor lugar para eso que nuestro pequeño y destartalado cobertizo?
Estaba en el patio trasero, donde no había apenas nadie puesto que casi todos o la gran mayoría se encontraban almorzando en la cafetería. Esperaba y rezaba por que Lobo estuviese allí o se pasase pronto. Y creo que Dios ese día estaba de mi parte.
Allí estaba mi chico conserje amontonando las hojas secas caídas de los árboles con un rastrillo, tan eficiente como siempre. Tomé aire antes de comenzar a caminar a paso decidido hacia él. Cuando estaba a unos cinco metros de distancia, él reparó en mi presencia, mirándome y pausando su trabajo. Sin dejar de mirarle, pasé por su lado, chocando mi brazo con el suyo como señal de que quería que me siguiera. Sin girarme a comprobar si me hacía caso o no, me metí en el cobertizo y cerré la puerta. Esperé unos minutos, rogando en silencio por que viniera en mi encuentro. Estaba a punto de empezar a morderme las uñas cuando la puerta fue de nuevo abierta y Lobo coló su cuerpo por ella, cerrando con llave a sus espaldas.
Su rostro estaba serio -como cada vez que lo veía- y su ceño levemente fruncido, pero esta vez por la confusión de mi repentina citación. Con un suspiro cansado, me dispuse a hablar.
- Lo siento-me disculpé, rompiendo así el incómodo silencio.
- ¿Por qué?-dijo seco.
- Por formar aquella escenita. Por ponerme a crear especulaciones estúpidas. Por enfadarme con Lauren y contigo sin saber con certeza qué estaba pasando allí.
- Comprendo que pensaras mal, si me pongo en tu lugar, yo también lo hubiera hecho-admitió.
- Lo sé, pero mi comportamiento y mi reacción fueron intolerables. Por eso quiero saber si me perdonas por ser una estúpida gruñona.
Una pequeña sonrisa adornó sus labios y su ceño finalmente se relajó. Con pasos tranquilos, acortó la distancia que quedaba entre nosotros, haciéndola inexistente, y me abrazó. Yo, por mi parte, correspondí a su achuchón rápidamente y rodeé su tórax con mis brazos, apoyando mi barbilla en su hombro.
- Por supuesto que quedas perdonada, Anna-sonreí-. Pero supongo que disculparte conmigo no es el único que te trajo aquí para hablar conmigo, ¿cierto?-se separó un poco, lo suficiente para verme a la cara. Suspiré, ahí estaba la pregunta del millón y la hora que tanto había esperado durante el fin de semana: iba a saber la verdad.
- No-admití-. Llevo varios días machacándome la sesera intentando sacar en claro algo de ti, pero no logro nada. Todo son sólo meras suposiciones sin fundamento, la mayoría estúpidas. No quiero darle más vueltas a este tema, necesito saber la verdad.
- ¿La verdad?
- Tranquilo, no te estoy pidiendo detalles de tu infancia ni de tu vida antes de venir a este pueblo-él asintió, aliviado por mis palabras-. Pero lo que sí que quiero es saber cuál es el vínculo que te une a Lauren.
Suspiró, y apartó su mirada. Esperaba que no se echara atrás, que no dijese algún sinsentido y se marchara de allí con el rabo entre las piernas, dejándome de nuevo con la palabra en la boca y un montón de dudas en la cabeza. Llevaba demasiado tiempo en ascuas como para que me dejara de nuevo con la incertidumbre, ahora que estaba a punto de saber algo más de él -y que no fuese alguna cosa banal, como sus preferencias gastronómicas o su fecha de nacimiento-.
- Es... demasiado complicado, Anna-habló al fin.
- ¿Complicado? ¿Por qué? Tampoco tienes que contarme una historia, Lobo. Tú sólo dímelo directamente, como te salga, como te haga sentir mejor. Pero por favor, no me ocultes esto por más tiempo.
Pareció pensárselo. Supuse que tal vez estaba barajando varias opciones de maneras de decírmelo. Me gustaría poder mirar dentro de su cabeza, y entender esa mente misteriosa que por lo que he podido comprobar, está demasiado confusa y trabaja a toda velocidad.
- Lauren y yo nos conocemos desde que éramos unos niños, unos críos-empezó.
- Quieres decir... ¿antes de que fuera adoptada?-él asintió.
- Estábamos muy unidos, éramos como uña y carne y apenas pasábamos tiempo separados. Si lo hacíamos, no era más del justo y necesario. Ella es dos años menor que yo, y aunque haya tal diferencia, solíamos jugar y hacer muchas cosas juntos.
- ¿Tú eres huérfano, como ella?-no dijo nada- Os conocéis del internado, ¿es eso?
- Sí que soy huérfano como ella, pero no la conocí en ningún hospicio-gruñó, se le estaba empezando a ser difícil esto.
- Entonces... ¿un vecino? ¿Un amigo de su colegio? Ella vivía en Londres antes de la muerte de sus padres. ¿Conociste a sus padres? Vivías en el mismo barrio que ella.
- ¡No Anna! ¡Lo estás liando todo!-exclamó, harto de tantas preguntas. Cerró los ojos y respiró profundamente, intentando encontrar la calma. Yo seguía con los ojos abiertos por la sorpresa- No la conozco de nada de eso, Anna. Mi relación con Lauren y el motivo que me une con ella es mucho mayor y más importante que eso.
- ¿Entonces? ¿Por qué es mi amiga tan importante para ti?
- Anna, Lauren... lleva mi sangre...-mis cuerdas vocales se evaporaron como el agua de un charco- Ella es mi hermana.
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Holaaa!!
Siento haber tardado tanto en subir el capítulo anterior y el otro de antes, pero se me unieron muchas cosas y no pude.
Motivos:
1. Intercambio de estudiantes con Dinamarca
2. Semana Santa
3. Feria
4. Instituto
5. Problemas personales
Bueno, creo que eso lo resume todo y es la excusa perfecta.
Sé que este capítulo es muy corto, pero era sólo para compensaros por la espera.
El próximo será más largo y espero subirlo pronto.
Ahh!! Por si alguna está interesada, seguid a @Dear_Mia_Ana en twitter (no hacer caso si eres sensible). Es una chica que cuelga fotos y frases... EMO
No os molesto más, espero que os guste!!
Bsos:
Graeka :3

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Wolf
Fiksi RemajaArianna Elisabeth Smith. Una chica con un presente normal, un futuro por venir, y un oscuro pasado. ¿El causante? Emily. Sus miedos: El bosque. La oscuridad. Los lobos. Ella les teme más que a nada en el mundo. Pero... ¿puedes enamorarte de tus mie...