Era agradable cómo mi cabeza se balanceaba sobre el pecho de Lobo al ritmo de los latidos de su corazón y su respiración tranquila. Nuestro pulso ya se había normalizado y hacía como diez minutos que no decíamos nada y nos dejábamos abrazar por el agradable silencio. El crepitar de las llamas y el sonido de las hojas movidas por el viento y los búhos sólo hacían que aumentasen mis ganas de cerrar los ojos y dejarme llevar por Morfeo.
Hacer el amor con Lobo fue una de las mejores experiencias que pudiera haber tenido jamás. Cómo se movía, me acariciaba, me abrazaba, me besaba, esa lentitud con la que actuaba, cómo me susurraba dulces y tiernas palabras al oído... Todo había sido perfecto. Jamás había experimentado una sensación tan cálida y placentera. Ojalá pudiese detener el tiempo, congelar el momento y quedarme así con él por siempre: con su mano acariciando mi cabello suavemente y mis dedos haciendo dibujos invisibles y sin sentido en su pecho.
Alcé un poco la cabeza, lo suficiente para mirarlo. Él bajó su mirada y sonreímos en el momento en el cual nuestras miradas se encontraron.
- ¿Qué tal?-preguntó él.
- Bien, muy bien. Genial-respondí yo con una sonrisa.
- Y... ¿te ha gustado?-una oleada de cariño me inundó cuando sus mejillas tomaron un tono rojizo más intenso. Cuando se sonrojaba, parecía un chico tímido en vez del hombre testarudo y temperamental con el que estoy acostumbrada a tratar en algunas ocasiones.
- No-sus ojos se abrieron más, pero continué antes de darle el tiempo necesario para avergonzarse-. Me ha encantado. Este sin duda, encabeza mi lista de momentos favoritos-él esbozó una amplia sonrisa-. Y no lo digo por adularte, realmente lo siento. Lo que ha pasado esta noche entre nosotros, ha sido algo... mágico.
- Me alegra oir eso-su sonrisa se ensanchó más-. No sabía si habías quedado satisfecha, ya sabes, tú tienes más práctica que yo y tal vez preferías otra cosa...
- En absoluto. Esta ha sido, sin ninguna duda, mi mejor relación. Y no creas que tengo tanta práctica, no soy Lina Avalon-reí.
- Cierto, y menos mal-él se unió a mi risa.
Continuamos así un rato. Pero noto que al rato el se inquieta un poco. Sé que está pensando en algo, sus ojos fijos en el techo lo confirman. Está preguntándose algo, lo sé. Lo noto.
- ¿Qué te preocupa?-pregunté, llamando de nuevo su atención.
- Oh, nada.
- Lobo...-él suspiró.
- Sólo me preguntaba qué te pasó para que fueras así-confesó.
- ¿Así cómo?-fruncí el ceño.
- Tan temerosa. Tienes miedo de la oscuridad, el bosque y los lobos, ¿por qué?
Otro silencio se hizo presente. Pero éste no era como los otros. Era un silencio incómodo, y la tensión se podía cortar con un cuchillo.
- No hace falta que me lo cuentes si no quieres-dijo él por fin-. Sólo tenía curiosidad, pero no tienes que sentirte obligada a nada que no quieras. Además, todavía hay muchas cosas de mí que no te he contado y tú no sabes.
- No, debo hacerlo-suspiré-. Tú me contaste lo que les pasó a tus padres y el lazo que te une con Lauren. Ahora es mi turno de poner un voto de confianza en ti.
- ¿Segura?
Asentí. Tomé aire, me armé de valor y empecé con mi relato.
- Yo tendría unos ocho años cuando ocurrió. Antes no éramos sólo tres. Vivía con mi madre, mi padre, mi hermano y mi hermana melliza-Lobo abrió tanto los ojos que temí que se le salieran de sus órbitas. Cierto, yo nunca había comentado nada sobre una hermana melliza, así que su sorpresa era comprensible-. Éramos una familia feliz y unida-sonreí con nostalgia.
>> Un día, mi hermana y yo salimos al jardín a jugar. Mi padre estaba trabajando, mi madre haciendo la cena y Dylan a punto de volver de casa de un amigo. Estábamos usando una pelota, cuando ésta se nos escapó y no paró hasta estacionarse en el límite del bosque. Ella fue a buscarla, pero no volvía atrás. Fui con ella. Me miró y me propuso entrar en el bosque a jugar un poco más. Yo no sabía qué responder. Nuestros padres nos tenían terminantemente prohibído internarnos solas en el bosque, además de que estaba oscureciendo y pronto anochecería. Pero ella hizo caso omiso a mis pegas y entró. Yo no pude hacer otra cosa más que seguirla.<<
>> Estuvimos allí por no sé cuánto tiempo. Al principio era divertido, pero tras unas horas nos dimos cuenta de que nos habíamos alejado demasiado de casa y que el cielo se había tornado de un color azul oscuro. No sabíamos volver. Estábamos perdidas, solas, con frío y asustadas. Seguimos caminando, tratando de encontrar una salida, pero eso sólo sirvió para perdernos aún más todavía. Pero los problemas empezaron cuando los aullidos de los lobos empezaron a oírse. Corrimos, pero cada vez los notábamos más cerca. No sabría decirte exactamente cuando, pero cuando paré a tomar el aire, los lobos ya no estaban detrás mía, pero mi hermana tampoco.<<
>> Me encontraron unos policías una hora más tarde. Me llevaron a casa, pero me sentí peor allí al ver las caras de mis familiares. Buscaron a mi hermana durante un mes, pero sólo encontraron su chaqueta rohída y ensangrentada. La dieron por muerta y colocaron una tumba vacía en el cementerio, como si eso pudiese aliviar nuestro dolor.<<
>> A los pocos días mi madre empezó a enloquecer. Gritaba que su hija estaba viva y que alguien se la había llevado. Intentamos hacerle ver que eso no era así y que ella ya no estaba entre nosotros, pero parecía que no quería comprender. Al final, no nos quedó otra que ingresarla en un psiquiático. Y yo me llevé desde entonces hasta que cumplí los trece llendo al psicólogo una vez a la semana.<<
>> Y ese es el motivo de mis temores. Además de que me siento culpable por no haber detenido a mi melliza. ¿Por qué fue ella, y no yo? Ojalá pudiese volver atrás en el tiempo para imperdir que todo aquello ocurriera.<<
Lobo no dijo nada durante un tiempo. Empezaba a temer que me tomara por idiota y que me dijera que era tonta por estar asustada de esas tonterías. Pero en cambio, él sólo me abrazó con más fuerza y plantó un suave beso en mis labios. Yo me relajé ante ese delicado contacto.
- Siento mucho que pasaras por eso siendo tan jóven. Ningún niño debería experimentar lo que sufriste tú.
- Opino lo mismo. Pero lo pasado, pasado está. Sólo espero que algún día, mi madre acepte la muerte de su hija y pueda volver a casa.
Él asintió, dándome la razón. Tras un rato, mis párpados empezaban a pesar demasiado, tanto que apenas podía mantenerlos abiertos.
- ¿Tienes sueño?-susurró Lobo en mi oido con voz suave.
- Un poco-bostecé.
- Duerme un poco. Te llevaré por la mañana temprano a tu casa.
- ¿Estás bien con que duerma aquí contigo esta noche?
- Claro que sí. Estoy encantado de tenerte a mi lado hasta que salga el sol.
Sonreí, y con un último beso de buenas noches, recosté mi cabeza en su pecho.
- Buenas noches-dije y cerré los ojos.
- Buenas noches, Anna-y con esas últimas palabras de su parte, me quedé dormida.

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Wolf
Teen FictionArianna Elisabeth Smith. Una chica con un presente normal, un futuro por venir, y un oscuro pasado. ¿El causante? Emily. Sus miedos: El bosque. La oscuridad. Los lobos. Ella les teme más que a nada en el mundo. Pero... ¿puedes enamorarte de tus mie...