Strange event

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Un extraño pitido interrumpió mi sueño. Demonios, con lo que me costó conciliar el sueño. Esa noche dormí fatal. El bosque, la oscuridad y los lobos habían protagonizado mis pesadillas toda la noche. Eran las cuatro menos cuarto de la tarde y yo seguía en la cama. Lo necesitaba, necesitaba aquello. Dormir hasta que volviese a esconderse el sol y salir la luna. Pero claro, tenía que llegar alguien y arruinarme mi momento llamándome al maldito móvil. Gruñí y maldecí varias veces antes de tomar mi teléfono y descolgar para responder.

- ¿Quién demonios es?-respondí de mala manera.

- Wow Beth, si llevas demasiado tiempo sin sexo no es mi culpa-reconocí la voz de Lauren a través del altavoz.

- Ya, ja ja, muy graciosa. ¿Para qué llamas?

- ¿Puedo pasarme por tu casa hoy?-hasta sin verla supe que estaba poniendo su cara de niña buena/ inocente.

- Lauren estoy muy...

- Llevaré pizza.

- Te espero en treinta minutos-escuché su risa y colgué.

Ese truco nunca fallaba. Tráeme comida, y te amaré por siempre. Sinceramente, yo no era de esas chicas que estaban obsesionadas con la dieta, el deporte y la comida sana. O sea, me gustaba el deporte y estaba delgada, pero no era ninguna obsesa. Es más, cuando estaba con Karah y Lauren, hacíamos guerra de eructos. No sería muy femenino, pero era divertido.

Me levanté de mi cómoda y confortable cama sin ganas y dirigí mis perezosos pasos hacia el baño. Una vez allí, me desvestí y tomé una rápida y caliente ducha. El dolor de mi cabeza seguía estando presente pero más disimulado.Salí a mi cuarto envuelta en una toalla y saqué la ropa que me pondría a continuación. Eran tan solo una camiseta blanca de tirantes, unos pantalones vaqueros claros, una botas de lana gris y un cárdigan del mismo material y color. Cepillé mi cabello castaño y bajé al escuchar la puerta. La abrí y allí estaba Lauren, con dos humeantes, aromáticas y preciosas cajas de Nando's. Sin saludarla siquiera, cogí los cartones y corrí a la cocina con ellos.

 Sin saludarla siquiera, cogí los cartones y corrí a la cocina con ellos

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- Hola a ti también-rió y pasó, cerrando la puerta-. Saca ahora mismo la Coca-Cola o sufrirás las consecuencias-se tiró en el sofá y solté una carcajada. Volví de la cocina con las pizzas, platos, refresco y vasos. Oh, y servilletas, no queríamos un estropicio. Sin más palabras, empezamos a engullir.

- ¿Tu padre trabaja?-preguntó, con la boca llena.

- Traga antes, asquerosa-rió-. Sí, dijo que se quedaría hasta tarde y que no lo esperásemos.

- ¡Genial!

- ¿Tan mal te cae mi querido y cariñoso padre?-me hice la ofendida.

- No es eso boba, pero no permite que nadie se acerque a su bodega y a sus licores de alta calidad. Y si él no está...

- Lauren, son las cinco y media. Como beba alcohol ahora me estallará la cabeza.

- Sosa-bufó y siguió comiendo. Rodé los ojos divertida y ataqué mi trozo de pizza.

WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora