II

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- Quero sandia

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- Quero sandia.

- No, no es temporada y ya almorzaste, no comerás hasta la cena.- Seguí caminando mirando los diferentes frutos que habían en los arbustos y, mientras los sacaba los iba clasificando según su nivel de toxicidad.

- ¡Pero quero sandia!- Tomo uno de mis brazos y tiro de el, no le tome importancia y seguí buscando en las plantas, después sentí como se colgaba hasta llegar a trepar y alcanzar a sentarme en mis hombros, donde tapo con sus dos manos dos de mis ojos.- No te dejare ver hasta que me des sandia.

Vaya, que idiota.

Seguí con mi tarea unos cuantos minutos mas hasta que sentí como el agarre del mocoso se volvía mas suaves.

- Oye, mocoso.- Lo llame en la misma posición para evitar que se cayera. Espere unos segundos y no escuche una respuesta por su parte. Deje la fruta en la canasta que se encontraba en el suelo y tome a Yuji en mis brazos. Él se había quedado dormido, pero su frente estaba muy caliente.

Lo envolví en mis brazos y recogí las frutas. Camine rápidamente hasta llegar a la casa central y llame a Uraume. La maldición llegó rápidamente y atendió a al mocoso.

- Esta resfriado. Le prepararé unas hierbas y le pasaré un paño para su frente. Por favor, Sukuna-sama, no moleste a Yuji-sama.- Tras decir eso se retiró y fue por las cosas antes mencionadas.

Bah.

Yo no soy una molestia, es más, las personas hacen filas para que les parta la cabeza.

- Y recuerde que debe ir al templo a cumplir con su trabajo.

¡Bah!

No soy un niño al cual pueden mandar. Si yo quiero voy.

- Y no puede negarse, Yuji-sama lo ha dicho.- Salte en mi lugar al escuchar el grito muy cerca y con un tono no muy amable.

¿Estoy pensando muy fuerte?, o ¿Uraume puede leer mentes?

¿Estoy pensando muy fuerte?, o ¿Uraume puede leer mentes?

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- Yuji-sama no puede salir. Usted está enfermo y hay nieve fuera.- Dijo de forma autoritaria mientras envolvía nuevamente al mocoso con las mantas.

- Pero quero ir por eso. ¡Nieve!- Alzo sus manos hacia arriba mientras las sabanas caían.

- Lo lamento, Yuji-sama, pero no lo dejaré salir.

- ¡Injusto!, ¿por qué Suku si puede ir?

- ¡Si!, ¿por qué diablos debo salir?- Me crucé de brazos y miré de mala manera a la maldición.

- Sukuna-sama usted tiene trabajo.

Bah.

- ¿Trabajar es malo?

- Claro que si, es una tortura. ¡Renuncio!

- ¡Yo también renuncio!, no quiero seguir enfermo.- Imitó mi pose e hizo un puchero muy tierno.

Mire a la maldición curioso, está había suspirado y se levantó de su lugar, fue a buscar un rollo de pergamino, lo dobló quedando como un cilindro y ¡...me golpeó en la cabeza!

¡¿Pero qué diablos?!

- ¡Uraume!

- Le está dando mala imagen a Yuji-sama, ¡cumpla con su deber y hágalo calladito!

- Ja, ja, ¡te pegaron!

- Maldito mocoso.- Murmure. Me levanté de mi lugar y me dirigí a a mi habitación. Me cambié el kimono por un color más oscuro, camine en dirección al templo y me posicione para escuchar plegarias.

Esto era ridículo.

Se supone que era una maldición, algo malo y de temer, ¿por qué debía de escuchar plegarias y dale buena "vibra" a los aldeanos?

Un muy mal chiste.

- Se lo ruego, Sukuna-sama, haga crecer mis siembras.

¿Ahora me vieron cara de tierra?

Este iba a ser una tarde muy larga.

Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora