Tener a Choso en la casa principal fue todo un caso, acaparaba a Yuji todo el día y las pocas veces que puede tenerlo para mi, él aparecía "mágicamente" para contarle uno de sus viajes o mostrarle un dulce nuevo.
Toquetear a Yuji ha sido casi imposible, y Uraume no ayudaba con la situación, ya que tanto a ella como al hermano mayor gustaban con verme sufrir sin poder tener un mínimo de tiempo con mi Omega.
Obviamente Yuji no se daba cuenta de esto, se dejaba querer por la maldición peli negra, además de que las sonrisas que le dedicaba eran como el mismo sol, agradables y te reconfortan en la más oscura penumbra.
A mi me intentaba de compensar preparando los dulces que me gustaban o dando tiernos besos en mi rostro. Él terminaba con un gran sonrojo dejándome esa exquisita vista para mi persona.
¿Eso puede ser una luz verde para todo lo que tenía pensado a hacerle a Yuji?
Aunque, claro, aun tenia unos cuantos temas que resolver antes de planear mi vida perfecta a su lado, una de ellas eran sobre si Yuji quiere tener cachorros conmigo, algo tarde para pensar en eso siendo que solo me faltaba el paso tres de mi plan perfecto. Y la otra es intentar de volverlo inmortal. Pensar en que él deberá morir algun día dejando mi lamentable presencia en el mundo no era muy bonito, además de que será aburrido vivir por siempre con Uraume.
Graciosamente ser solo mitad maldición no aseguraba su vida completamente.
Es por eso que mi yo del pasado había escrito un pergamino hablando del tema de la inmortalidad. Le pedí a Uraume que lo buscara y así intentar de hacer algo.
Estaba en la habitación, sentado en el tatami mientras desenvolvía el pergamino.
Y, ahí no había mucho. Simplemente decía:
《¿Cómo ser inmortal?
Paso uno; no mueras.
Paso dos; hacerle caso al paso uno.
Paso tres; observa el paso dos.
Si esto no llega a funcionar, evacuen y piensa en otro método. Feliz muerte.》
Soy un idiota.
Hice tiras el pergamino y lo tiré muy lejos de mi vista, de seguro había pensado que si alguien externo a mi lo leía buscando las respuestas del universo, esa persona se llevaría una gran decepción al no mencionar nada que sirva, y yo estaría bien muerto de la risa.
Solamente que ahora yo no me estaba riendo.
Esto me provoca estrés, quizás me robe por unas hora a Yuji.
- ¡¿Que le estas haciendo a mi hermanito?!
- ¡¿Pues que más?!, ¡intentando de tener sexo con mi Omega!
- ¡Sukuna-san!- Grito Yuji intentado de cubrir su pecho con los kimonos sueltos que había esparcidos.
A como llegamos a esta situación fue muy graciosa, ya que en esta ocasión debo decir que no fui yo quien se tiró sobre Yuji en el mejor momento de mi vida. Si no más bien fue mi Omega quien me llevo a una habitación lo bastante oscura para estar a solas. Después me dejo sentado en medio de la habitación y, les puedo jurar por todas las maldiciones que me mostro su súper secreta colección de kimonos sensuales.
Sus prendas transparentes y un sensual baile solo para mi no fue una sana mezcla. Obviamente desataría el hambre que le tenía.
Y las cosas llevarían a otras.
Los pezones de Yuji me parecían una de las gomitas más exquisitas que podían existir, y sus piernas lo más tentador y prohibido que hay sobre la Tierra.
Cualquier Omega sentiría envidia de la figura de Yuji, de sus habilidades en la cocina, de su extrema amabilidad y de la increíble fuerza que tiene.
Él era perfecto en todos los sentidos.
¡Pero lastimosamente su hermano no conoce la palabra "privacidad"!
Choso me miraba como si fuese una cucaracha de cuatro cabezas, cinco pares de alas y con veinte huevos en la espalda. Su aroma era agrio y sobreprotector, obviamente estaba disgustado con mis acciones.
Yuji terminó de ponerse un kimono de colores y mirando de forma curiosa a Choso.
De un segundo a otro, la aura amenazante cambió a una color rosa dirigida especialmente al Omega.
- Yuji te alegrará saber que Uraume-san me ofreció vivir contigo en el templo principal.- Menciono a la vez que tomaba sus manos y la mirada de ambos se iluminaba.
No.
Esto. Es. Una. Pesadilla.
¡Maldita seas!
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Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔
FanfictionCuando conoces al Omega que está destinado para ti, lo menos que quieres es separarte un solo centímetro de él. El rey de las maldiciones Sukuna, conoció a lo que sería su destinado en un tierno bebé. Y lo único que desea es que crezca y cumpla la m...