- Yuji, ¡¿me puedo casar contigo?!- Declare una vez que llegamos al templo, estaba de rodillas mientras le ofrecía los dos mejores anillos que alguna vez haya visto.
Diablos, esto era demasiado vergonzoso.
Yuji me miró asombrado, la manzana que estaba comiendo había caído al suelo, y de la nada sus ojos empezaron a brillar.
No de la emoción.
Sino de lágrimas.
¡¿Por qué estaba llorando?!
Me puse aún más nervioso, guarde ambas cajas en mi kimono y envolví en mis brazos a mi pequeño sol.
- Yuji, amor, se que no soy la mejor persona y que prácticamente todo el mundo me odie y sea una amenaza, pero te amo. Más de lo que crees, y es por eso que quiero compartir mi inmortal vida con la tuya.
Me quedé unos minutos en silencio. Yuji no decía nada, aún caían lágrimas de sus hermosos ojos, tragué con temor. ¿Y si Yuji me decía que no?, mi vida se rompería.
Pero seguiría intentando.
Yuji suspiro y me miró, tomo mis mejillas en sus manos y repartió suaves besos por mi rostro.
- Es el mejor día de mi vida. Muchas gracias, Sukuna-san.
- Yuji...
- Y si, Sukuna-san, usted se puede casar conmigo. Yo también deseo esto tanto como usted.
Solté todo el aire acumulado de mis pulmones. Me sentía liberado.
Saque nuevamente ambos anillos y coloque las joyas en sus dedos.
Se veía precioso.
- Te mereces todas la riquezas del mundo, Yuji.
- Y usted todo el amor posible. Merece ser visto más que el Rey de las maldiciones.
Yuji..., de verdad que eres como el más cálido sol.
- No, me niego. Se supone que debería de consultarlo conmigo antes de pedir tu mano. ¡soy tu hermano mayor!- Hablo Choso mientras sujetaba a mi Omega por sus hombros.
Habíamos llegado hace unos cuantos minutos y, de forma automática ambas maldiciones habían visto los anillos.
A mi, solo me estaba hartando, solo un poco.
- Escucha desgraciado, te dejo vivir gratis en mi templo, y si quieres seguir viendo a Yuji por el resto de tu vida, será mejor que aceptes esto callado. ¿Entendido?- Dije apuntando con un dedo.
- ¡A mi no me amenazas!, Yuji es mi hermanito, y si quiero puedo hacer que no se casé contigo.- Declaro.
- ¡Tú no eres el que decide esto!, Yuji pudo haber dicho que no, pero míralo todo feliz con los dos mejores anillos que he podido encontrar.- Apunte a Yuji que aún admiraba las joyas en sus manos.- Además, tu no estas invitado a la boda.
- ¡¿Que?!, soy su hermano.
- ¿Y?
- ¡Yo debo asistir!, debo entregarte la pureza de mi hermanito desde mi mano.
Esperen, ¿pureza?, ¡ja!, no me hagas reír.
- Yuji es todo menos puro. Si supieras lo fiera y hambriento que es, no lo volverías a mirarlo con los mismo ojos.
- ¡S-Sukuna-san!
- A mi llámame bestia, pero las mordidas que Yuji deja son las de un monstruo.- Baje levemente el cuello del kimono y le mostro a Choso todas las mordidas que adornaban mi cuello.
- B-basta.- Murmuró Yuji todo sonrojado, su rostro se escondió en sus manos mientras murmuraba pequeñas maldiciones hacia mi persona.
- No te creo, ¡Yuji es un angel...!
- Si, del sexo.
Y una gran risa salió de mis labios. Obviamente vino Uraume al rescate para darme un golpe en la cabeza con un pergamino.
- Sukuna-sama, si tiene tan buen humor, debería de aprovechar esa buena vibra para ir a los cultivos a plantar las sandias, melones y demás vegetales.
- ¿Que?, pero si ya es de noche.
- Entonces debe hacerlo rápido, antes de que se vaya a dormir.
Bah.
Mire a Yuji buscando una ayuda silenciosa, tal vez esperando que diga que no puede dormir sin mi, o que me necesita a su lado para pasar las cálidas noches. Pero solo evito mi mirada.
La traición, la decepción.
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Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔
FanfictionCuando conoces al Omega que está destinado para ti, lo menos que quieres es separarte un solo centímetro de él. El rey de las maldiciones Sukuna, conoció a lo que sería su destinado en un tierno bebé. Y lo único que desea es que crezca y cumpla la m...