Habían pasado cuatro meses, Yuji actualmente contaba con cinco meses de gestación y podía decir que era de lo más horrible que pude experimentar.
Primero habían sido las comidas, debías adivinar que cosas le hacía bien y que devolvía al inodoro. Después los antojos, ¿Cómo le decías a un embarazado que las sandías debían de crecer antes de comerlas sin que se ponga a llorar dramáticamente?, pues no se lo dices y dejas que haga lo que quiera. Siguiente a eso vinieron los dolores en la espalda, brazos y pies, agradecía tener cuatro brazos o los míos terminarían con calambres.
Ahora me preguntaba.
¿Cuándo llegaban los antojos sexuales?
Yo estaría súper encantado en ayudarlo las veces que quiera.
En estos momentos, estaba de brazos cruzados mientras vigilaba que Yuji no se comiera nada imprudente. Era de madruga y él se encontraba buscando algún aperitivo entre los muebles de la cocina.
Y no quería que se repitiera la misma historia.
Hace unas noches atrás lo había visto en el jardín, su rostro denotaba deseo, y no precisamente del bueno, sino más bien a la tierra mojada de sus flores.
Si, vieron bien. Tierra mojada.
Por mi mente paso el nuevo termino de "Yuji tierrasexual". Internamente me morí de la risa, pero rápidamente lo separe antes de que se llevara su dedo con tierra a la boca.
Esto parecía más bien como criar a un niño, que mantener los antojos raros de lado.
Ahora no sabía si Yuji estaba loco, o es culpa del bebé.
Finalmente Yuji se llevo las ultimas galletas rellenas que había hecho, estas estaban llenas de frutillas, estaban guardadas para su hermano Choso, pero al parecer tendré que inventar una excusa por que sus galletas favoritas ya no estaban.
Aunque si le digo que Yuji se las comió anoche, él no se enojara.
- Sukuna-san, aun tengo hambre.- Pidió con su mirada de cachorrito.
Oh dios.
Yuji había despertado de la nada a mitad de la noche, en la habitación solo se escuchaba su incontrolable llanto, soltaba gemidos adoloridos y apretaba las sabanas con fuerza.
Llame de inmediato a Uraume, primero me miro con su cara de perro, pero rápidamente la cambio por una preocupante al ver el estado de Yuji.
- Jamás había sentido tanta energía maldita.- Menciono mientras tocaba su vientre.- Yuji-sama, le pediré que se concentre en la energía maldita, por favor vislumbre a su bebé.
Yuji hizo caso.
Por unos minutos Yuji se había tranquilizado, sus ojos estaban cerrado, sin embargo su energía maldita se estaba elevando, las marcas negras comenzaron a aparecer por su rostro, muñecas, vientre y piernas. Me estaba preocupando, hasta que finalmente volvió en si.
Uraume lo vio todo gracias a su tacto.
- El bebé, está drenando su energía vital.- Murmuro impactada.
¿Qué diablos significaba esto?
- ¡Habla claro, Uraume!- Mencione desesperado.
- Yuji-sama puede morir por culpa del bebé.
¿Qué?
- ¿Qué se puede hacer?
- En estas circunstancias, solo esperar, pero si el bebé llega a ser mas problemático, la mejor opción será deshacernos de la cría.
- ¡No!, se lo ruego Sukuna-san, no dañe a mi bebé.- Rogo Yuji al momento de mirarme. Yo sinceramente no sabia que hacer.
Si dejaba que el niño crezca en su interior, Yuji se podría morir, pero si lo mato antes de que nazca, mi Omega seguirá vivo.
Aun si él no quería la opción segura.
No quería que muriera, deseaba seguir con nuestras vidas juntos.
Así que la decisión que tome quizás no le guste a Yuji. Primero era él, después estaban los demás, sin importar que la vida de mi hijo este en mis manos.
Sin pensarlo mucho invoque mi lanza y mantuve mi energía maldita en ella. Me sentía exaltado y eso se demostraba en mi fuerte aroma y el aura intimidante.
No me podían culpar, alguien que no conozco estaba amanzanado a mi Omega con su vida.
- Sukuna-sama, si no se tranquiliza me veré obligada a sellarlo.- Amenazo.
- Apártate, Uraume.- Gruñí fuerte.
- Lo siento, Sukuna-sama, pero no lo haré.- Su postura fue firme, no quería que me acercara de Yuji.
- Entonces no te molestara que te destruya.
Cargue mi arma con mi energía maldita, estaba listo para clavarla en ella y poder hacer algo por Yuji, pero me olvide de algo. Mi Omega ya no se encontraba recostado en el tatami, sino mas bien utilizo su propia fuerza en quitarme la lanza y cambiar la trayectoria del filo.
- Perdóname Suku...- Clavo con fuerza mi lanza en mi pecho logrando atravesarla.
La mirada de Yuji era sería, podía entender perfectamente su mensaje, nadie iba a pasar a llevar a su bebé aun cuando este sea la causa de su dolor.
En estos momento, frente a mi no estaba mi Omega embarazado, sino mas bien un pequeño Yuji luchando por sus deseos, y yo solo era un obstáculo.
Solté un suspiro, que mas bien se combinó con mi sangre.
Él era fuerte.
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Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔
FanfictionCuando conoces al Omega que está destinado para ti, lo menos que quieres es separarte un solo centímetro de él. El rey de las maldiciones Sukuna, conoció a lo que sería su destinado en un tierno bebé. Y lo único que desea es que crezca y cumpla la m...