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- ¡Uraume, trae más sake!- Pedí tras acabarme la tercera jarra del liquido, este era el segundo día sin Yuji y ya podía sentir como me desmoronaba

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- ¡Uraume, trae más sake!- Pedí tras acabarme la tercera jarra del liquido, este era el segundo día sin Yuji y ya podía sentir como me desmoronaba.

Me encontraba súper devastado y físicamente sentía como si me hubieran quitado cada dedo de mi mano. Era horrible y aún quedaban cinco días más.

- Sukuna-sama, le recomiendo no beber más, no querrá hacer una catástrofe con las plegarias.- Menciono mientras me servía solo medio baso y se llevaba la jarra.

Bah.

Dudo mucho que yo pueda emborracharme, además de que tengo buen aguante con el alcohol, o eso recuerdo.

Como sea, Uraume le pareció buena idea que me dedicara a escuchar plegarias y recibir las generosas donaciones para hacerles los deliciosos pasteles que a Yuji le encantaba, pensaba que sería una mejor manera de distraerme, además de tener listo el cortejo para cuando llegué, así que con un pergamino tachaba los absurdos pensamientos con relación al Omega.

¿Qué tal si le regalo flores?; no, muy clásico y Yuji ya tenia unas cuantas en su jardín, no creo que darle lo mismo sea algo significativo, siguiente.

¿Chocolates?; soy pésimo en eso, siguiente.

¿La cabeza de alguien?; muy apresurado, quizás para nuestro aniversario.

Quizás una escultura de él mismo de hielo, Uraume la puede hacer y yo le diré que lo hice yo.

Ugh, mejor no. 

Levante mi vista de la lista que estaba tachada para ver a los campesinos entrar al templo, ahora que me di cuenta, junto a la puerta había una cajita donde depositaban las monedas de oro que echaban de vez en cuando, Uraume las tomaba y las dejaba en la casa principal, creo que teníamos una buena cantidad de eso, así que le podría comprar a Yuji un collar hecho de piedras o una pulsera de la misma.

Se vería muy bonito y lo mejor es que será todo mío.

- Sukuna-sama, por favor, bendiga a mi hijo que partirá a la guerra.

Bendecido, listo.

Ahora, si no es mucha molestia, iré a comprarle un regalo a mi Omega.

Estaba esperando en la entrada de la casa principal a que llegara Yuji de su semana con los hechiceros

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Estaba esperando en la entrada de la casa principal a que llegara Yuji de su semana con los hechiceros. El día estaba por terminar, eso indicaba el color rosáceo del cielo, y aún así no podía ver ni sentir a mi Omega por ninguno de los caminos, esto ya me estaba empezando a preocupar.

Cuando la luna estuvo en su punto máximo en el cielo fue cuando me di por vencido, a Yuji le había pasado algo y no me quedaré de brazos cruzados esperando a que los chamanes quieran pedir una guerra.

Le mencioné a Uraume mi pequeña visita, ella se quedaría en caso de que volviera además de proteger la casa, yo camine decidido a mi objetivo.

Una vez que atravesé los espesos árboles y el gran puente de madera que daba a la puerta principal de la escuela, fuera de ella estaba, a lo que creo que es el director del sector.

- ¿Dónde está?- Pregunte como primera advertencia.

- Deberías agradecer que en estos lugares aceptamos a Omegas en relación a su situación...

- ¡¿Donde maldita está?!- Esto ya era desesperante, solo estaba alargando más su propio fin.

- El clan Kamo se ofreció a llevarlo de vuelta.

- ¡¿Y tu muy inútil lo dejaste ir con ellos?!- Pregunte con cinismo, ¿Dónde estaba la empatía con el cual los humanos alardeaba tanto?

- Creo que hablo por todos los chamanes que es mejor que no dejemos que te relaciones con él, no si nuestro mundo se ve  amenazado.

¿Ahora era mi culpa?, ¿debo ser el responsable de haberme enamorado de un simple chico que solo me ha entregado alegrías y felicidad en la vida de mierda que tenía?, ¿por que nadie entiende?, solo quiero ser feliz, y vivir en paz con mi Omega.

- Yo hice un trato con todas las bolas de ancianos que tenían. Yo no los molestaban y ustedes no tocaban a Yuji.

- Ese trato no lo hiciste con el clan Kamo.

Y fue en ese instante en que mi poca cordura se vio rota, la persona que más amaba se lo habían llevado. El egoísmo humano era el peor mal que puede existir, y eso que yo era la maldición en este mundo.

Esta vez no quedaría nadie, y voy a luchar por mi propio final.

Una flecha de fuego apareció en mis manos al momento en que dos de mis dedos apuntaban al chaman frente a mi y los otros tiraban hacia atrás.

- Si lanzas esa flecha, nuestro trato se verá roto.- Dijo intentando de amenazarme.

- Ustedes ya lo hicieron al momento de entregar a Yuji con el clan Kamo.

Y dispare.

Esta vez nadie quedaría vivo hasta que lo encuentre.

Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora