XXII

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Había pasado un mes desde nuestro compromiso, Yuji era feliz, yo era feliz y Uraume estorbaba, igual que su hermano mayor, pero que se le va a hacer

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Había pasado un mes desde nuestro compromiso, Yuji era feliz, yo era feliz y Uraume estorbaba, igual que su hermano mayor, pero que se le va a hacer. Nosotros seguíamos teniendo nuestros encuentros amorosos, mi Omega los disfrutaba y yo no era nadie para negarme a los deseos de él.

La mala noticia es que aun no había bebé en camino, la buena es que lo podemos seguir intentado.

O eso creía.

- ¡Ngh...!, Sukuna-san, e-espere...- Murmuro Yuji mientras arremetía con todas mis fuerzas en su interior. No tome en mucha consideración sus palabras, pensaba que era una simple molestia que se daba en el acto sexual, pero no fue así.

Debí detenerme al momento de que Yuji se había quejado.

Él había vomitado, un asquero líquido de varios colores y pequeños trocitos yacían esparcidos por todo el lugar.

Mi pobre Omega había manchado las almohadas con su vomito repugnante. Agradezco que no fue mi vientre.

Después de parpadear un par de veces, salir de mi pequeño shock y de su interior con cuidado, acomode nuestros kimonos y lo lleve con Uraume. En el camino Yuji se retorcía del pequeño dolor que apuntaba a su estomago.

Nos detuvimos unas cuantas veces en el pasillo para que él pudiera vomitar, los baños no estaban muy cerca, por lo que se debían limpiar nuevamente.

Cuando llegamos con la maldición, ella le preparó un poco de agua con hierbas, le dio una revisión en su vientre y aroma.

- Yuji-sama, ¿se encuentra en celo?- Él negó, tanteo nuevamente su vientre, separó sus piernas y finalmente insertó un dígito en su interior, haciéndolo gemir levemente.- Con su permiso.

Gruñí bajo.

- ¡Uraume!, quita tu dedo de él o te juro que...

- Sukuna-sama, solo estoy comprobando el estado de su Omega.- Dijo calmadamente, como si meter dedos en tu prometido fuera normal.-  Yuji-sama, ¿ha presentado sensibilidad en sus pezones, caderas y entrada?, más de lo normal debo aclarar.

Yuji asintió.

- ¿Mareos?

- Solo cuando Sukuna-san no está cerca.

- Ya veo.- Retiro su dígito, revisó el ombligo de mi Omega y finalmente hablo.- Las sospechas pueden ser erróneas, pero los síntomas no mienten, Yuji-sama, puede que usted esté gestando.

Oh por mi.

¡Mi plan de tres pasos dio frutos!

¡Voy a ser papá!

- ...Por lo que, Sukuna-sama, usted no podrá tener ningún encuentro sexual con Yuji-sama, hasta asegurarnos.

Ah.

¿Este es mi fin?

¡Malditos sean!

¡Malditos sean!

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- Suku..., me duele la espalda.

Habían pasados una semana desde lo dicho de Uraume, Yuji se ponía mal y yo intentaba de complacerlo y cuidarlo con todo. Choso se lo esperaba y decía que con los constantes ruidos nocturnos, esta noticia ya se estaba tardando.

Por otro lado, los vómitos de Yuji habia aumentado cuando olía las comidas que antes eran sus favoritas. Los dolores se presentaban, especialmente en su vientre y espaldas.

Cuando quería morder sus pezones, Yuji me pegaba por que alegaba que estaban muy sensibles, ocurre lo mismo con sus cadera, que debo decir que estaban mínimamente más anchas de lo normal.

Ahora, como buena persona que soy, nos encontrábamos en la cascada que estaba cerca de nuestro templo. El agua estaba fresca por lo que era un buen relajante, y sumando los suaves masajes que repartía, para él esto debe ser el cielo.

Mordía de manera juguetona sus hombros y cuello, Yuji suspiraba complacido, guio dos de mis manos a su vientre que estaba ligeramente abultado. Bueno, una persona normal diría que no, pero yo convivo con él, lo veo desnudo a diario además de que he memorizado cada parte de Yuji, por lo que se identificar cuando algo es anormal en su cuerpo.

Nos pasamos todo el día comiendo frutas, disfrutando de la comida liviana que preparo Uraume y los jugos naturales. Yuji no había vomitado y esto pintaba un día excelente.

Claro, si no fueran por las pestes que se hacen llamar hechiceros.

Cuando Yuji había caído dormido en mis brazos, de entre las sombras pude sentir una extraña presencia. Un aroma que podía recordarme al mismo invierno se hacía presente, era un Alfa.

Mantuve en mis brazos a mi Omega y encare al Alfa desconocido que se escondía entre las penumbras.

- Muéstrate o te mato.- Amenace.

De los árboles apareció un chico que aparentaba la misma edad que el amigo de Yuji, a primera vista parecía un Alfa demacrado, con cara de "odio mi vida, pero que se le va hacer", su cabello era negro y vestía las ropas de hechicero.

Ahora que lo veía bien, él se parecía a un tipo del clan Zenin.

- ¿Como te llamas para colocarlo en tu lápida?

- Soy Fushiguro Megumi, y he venido en nombre de mi clan para exorcizar a la maldición que se hace llamar Yuji.

Aunque pase el tiempo |SukuIta, Omegaverse|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora