- ¡Oh, Dios mío, no! - grité -, ¡oh, Dios mío, Sebastián! ¡Madre! ¡Madre!- llamé desesperadamente al ver a Sebastián tirado en el suelo.
- ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa, Susan?- Una puerta se abrió de golpe y salió mamá, alarmada.
- ¡Mamá, es Sebastián! ¡Se ha caído de su casa de árbol! ¡No se mueve!
Todos salimos corriendo hacia la parte trasera de la casa, donde se encontraba la casita de árbol de Sebastián. Allí estaba tirado él, sin moverse.
...
Llegamos al hospital y todos estábamos muy asustados. Atendieron a Sebastián y al parecer no tenía nada grave. Se fracturó la pierna derecha y se dio un fuerte golpe en la cabeza, pero estaba fuera de peligro. Mamá lloraba. Se sentía culpable, porque ella fue quien le pidió a Sebastián que fuera a su casa de árbol mientras hablaba con Patricio.
- ¡Fue mi culpa, fue mi culpa!- repetía ella, una y otra vez.
- ¡Yo no sé quién te manda enviar a tu hijo a jugar solo en la casita! ¡Debiste estar pendiente!- le dijo Patricio a mamá y comenzaron a discutir en pleno hospital.
- ¡Ya basta!- les grité -. Es culpa de los dos por haberse encerrado en su habitación a hablar de no sé qué. ¡Los dos descuidaron a mi hermanito! ¡Ambos son igual de irresponsables!
Se quedaron callados. ¡Estaba harta de ellos! ¡Por culpa de su irresponsabilidad mi hermanito estaba en el hospital!
- Por cierto, ¿por qué demonios discutían? ¿Qué es eso que hizo mamá? ¡Porque si dejaron a Sebastián solo tiene que ser algo importante!
Mamá se puso muy nerviosa. Comenzó a moverse de un lado a otro. Mientras, mi padrastro parecía normal. Su rostro reflejaba satisfacción de alguna forma.
- Nada, niña. Eso no es asunto tuyo. Problemas de matrimonio - soltó con petulancia y entorné los ojos.
- ¿Qué matrimonio? ¡Ustedes no son ningún matrimonio!- le espeté.
- Como sea... ¡No es tu asunto!
- ¡Ugh...! ¡Par de padres irresponsables!
Después de decirles eso, me fui a la cafetería. ¡Ugh...! ¿Por qué tenía que estar tan llena? Había una enorme fila. Tenía hambre, así que esperé.
En frente de mí había unas señoras de unos sesenta años. Ambas parecían que no querían que las escucharan; hablaban en un tono de voz muy bajo. ¿Pero qué más daba? Estábamos en una fila y era normal, ¿no? No les presté atención hasta que mencionaron la palabra asesinato.
- ¿Recuerdas el asesinato del profesor Gutiérrez?- Le preguntó la señora a la que estaba a su lado.
- Eh... No recuerdo.
- Mija, la noticia que salió hace poco en las noticias, el de la escuela de Massachusetts.
- Ah, sí, sí. Mija, ya la edad me hace olvidar las cosas.
- Pues dicen las malas lenguas que él tenía una amante...
¿De qué diablos hablaba esa vieja? ¡Mi profesor no era de esos hombres!
- Y también se dice que la noche antes de él ser asesinado se estaba viendo con su amante...
¿Qué? ¡Ugh..., cómo inventaba la gente! ¡Mi profesor era un hombre de admirar y amaba a su esposa Cecilia! ¡Gente que no sabía lo que hablaba!
- ¡Hombres, siempre son iguales! Por eso tuvo el final que tuvo, por perro infiel...
Salí corriendo de la cafetería. No podía seguir escuchando cómo manchaban el nombre de mi profesor. ¡Ugh..., gente que hablaba sin saber! Mi profesor jamás hubiera hecho algo así. ... Era tarde en la noche y todavía seguíamos en el hospital. Estaba cansada y quería irme de ese lugar. Por eso llamé a Elizabeth, le expliqué lo sucedido y pasó a recogerme después de salir de su compromiso.
-¡Viejas bochinchosas!- exclamó Elizabeth, mientras conducía, después de haberle contado lo que escuché en la cafetería.
- ¡Ugh..., sí! Es increíble lo que la gente puede inventar. ¡Ni que una amante! ¡Por Dios! ¡Ni siquiera lo conocían!- le dije, molesta.
- Aunque no se puede negar que el profesor era guapísimo. Pudo tener a cualquier mujer a sus pies -dijo ella, optando por usar un tono seductor.
- Sí, es cierto, pero eso no significa que tuviera una amante - reproché, rodando los ojos.
- Oye, yo sé que él era una muy buena persona, pero, ¿y si es cierto? ¿Y si tenía una amante?
- ¡No! ¡Jamás dudaría de él! Yo sé que no es cierto.
- ¿Cómo lo sabes, Susy? Tú no conocías su intimidad, ¿verdad que no? Tú no sabes si tenía problemas con su esposa o qué pasaba en su matrimonio.
- ¡Él amaba a Cecilia! ¡Yo sé que no tenía una amante! - repliqué, un poco alterada ante lo que decía Elizabeth. No me cabía en la cabeza que mi profesor tuviera otra mujer que no fuera su esposa Cecilia.
- Okay. ¿Y si lo averiguamos?
- ¿Cómo? ¿Cómo lo haríamos?- Pregunté, con mucha curiosidad; dejé mi enojo a un lado.
- Bien. Planeamos todo cuando lleguemos a tu casa - me dijo, con una mirada malévola y traviesa. La curiosidad se incrustaba en cada célula de mi cuerpo y estaba ansiosa de llegar a la casa.
Cuando llegamos, ya era muy tarde. Normalmente los vecinos estaban durmiendo. Excepto por el vecino del al lado, un niño de trece años que se la pasaba jugando videojuegos violentos a todo volumen. Fuera de eso, todos estaban durmiendo. Elizabeth dejó su auto en el garaje, como comenzó a ser su costumbre. Mientras íbamos entrando, pude notar que la casa de Derek tenía luces encendidas. ¿Estaría despierto a esa hora? ¿Qué haría? Me daba mucha curiosidad saber qué hacía a esa hora. ¿Estaría solo? Me desesperaba no saber de él.
Entramos a mi casa. Sentía tristeza de que estuviera vacía, sin mi Sebastián. Mientras subíamos las escaleras, le suplicaba a Elizabeth que me dijera su plan, pero la muy maldita me torturaba.
- No, cariño. Tienes que esperar a que me bañe, me depile, me vista, coma, haga mi tarea...
- ¿Tú? ¿Haciendo tarea? Se va a caer el mundo - solté mientras reía.
- Eh... yo no la voy hacer, tú me la vas hacer -dijo ella con una sonrisita de niña traviesa.
- Ja, ja, sí, claro - le dije, subiendo el último escalón.
- Oh, vamos, Susy, por favor. Tú eres la cerebrito. Please, please -me suplicó, haciendo pucheros con sus labios. Ahora sí que la tenía en mis manos.
- Mmm... bueno, te la puedo hacer, claro, amiga. Si me dices ahora mismo tu plan -le dije, con una sonrisa maliciosa.
- Desgraciada, está bien, está bien. Pero vamos a tu habitación y ahí te cuento.
Nos dirigimos a mi habitación. Busqué la llave en mi bolso y abrí la puerta.
- ¡Oh, Dios mío! ¿Qué es todo esto? - Exclamé, muy sorprendida por lo que encontré en mi habitación.
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Mi vecino misterioso
Teen FictionTuve que dejar todo atrás y dar comienzo a una vida distinta a la que tenía. Nuevo hogar, nueva vida y nuevo vecino. Mi vida nunca fue tan complicada hasta su llegada. Un torbellino de emociones atravesé cuando, sin tan siquiera esperarlo, me adentr...