Desaparecida

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- ¡Ah...!

Grité, emocionada. ¡No lo podía creer! ¡Era una Volkswagen! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!

Sin pensarlo, salí corriendo en dirección hacia la hermosa guagua color perla y la observé con mis ojos abiertos como dos lunas llenas. Su gigante lazo color rojo llamó mi atención y miré a mi vecino con la boca abierta.

- ¡Derek, esto no puede ser! ¿Enserio esto no es un sueño?-Le dije a Derek; él sonreía y su rostro mostraba satisfacción. - ¡Pellízcame, pellízcame!-le dije y halé su brazo para que me pellizcara. Mi hermoso vecino soltó una carcajada.

- No lo es, hermosa. ¡Este auto es tuyo!-dijo, entre risas.

- ¡Ah...! ¡No puede ser! ¡Qué emoción!-exclamé y la emoción me hacía saltar como en un trampolín. Me estaba comportando como una niña en navidad, pero no me podía importar menos. ¡Era una Volkswagen!

- No puedo echarme el crédito, lamentablemente - dijo Derek, haciendo cucharillas.

- ¿Por qué?

- Porque yo solo quise darte tu regalo de una manera especial, pero en realidad fue otra persona quien te lo regaló.

- ¿Quién? ¿Quién hizo esto?-Le pregunté con curiosidad.

- Toma.

Me dio un sobre y saqué una carta:

Mi chiquita hermosa:

¿Creías que me había olvidado de tu cumpleaños? ¡Jamás! Estos meses han sido lleno de trabajo y ajetreo, es por eso que no he podido comunicarme contigo y me haces mucha falta, mi chiquita. Tan pronto mi trabajo me lo permita voy a ir a verte. Mientras tanto, disfruta tu regalo. Sé lo mucho que deseabas tenerlo y también sé que lo necesitas. ¡Disfrútalo! ¡Te amo, mi chiquita!

Con amor, tu papá.

Cuando terminé de leer, tenía un nudo en mi garganta. ¡Papá! ¡Papá había hecho eso! ¡Cuánto lo extrañaba! Derek se me acercó y me abrazó.

- Te mereces esto y más, hermosa -me dijo, tomándome por las manos y pegando su frente con la mía. Ese gesto hizo que casi me desmoronara al suelo. Derek podía ser tierno sin siquiera proponérselo.

- ¿Tú has hablado con mi padre?- Le pregunté con curiosidad.

- Oh, no, no. Es que tu madre me pidió que te diera el regalo. Ella estaba molesta con tu papá, porque no estaba de acuerdo que te regalara un auto. Por eso me pidió que te lo diera yo en nuestra cita- lo único que logré captar fue la palabra cita, pues estaba demasiado ocupada viendo cómo Derek movía sus labios para articular su respuesta.

- Espera, ¿cita? ¿Esto es una cita?-Le dije, poniendo mi mano sobre su pecho. Sabía que nuestra salida se podía calificar como cita, una cita congelada, pero me gustaba ver la manera en que su boca se abría con fingida sorpresa. Cada gesto de él me parecía hermoso.

- Eh, sí. ¿O para ti esto no es una cita?-Dijo, con fingido dolor.

-No..., es solo una salida con un amigo - solté con naturalidad, poniendo una mirada coqueta.

- Ah, ¿sí? ¿Y tú besas a todos tus amigos?- Me dijo, acercándose lentamente hasta llegar a mi oído. - ¿A tus amigos los besas por la madrugada? ¡Qué bien tratas a tus amigos!

Susan sonrojada en tres, dos, uno... No sabía qué contestarle. Cada vez que me hablaba así, lograba paralizarme. Tenía ese toque sensual que me hacía derretir. ¡Qué chico tan sexy! Sonó mi celular. ¡Oh, Dios, qué suerte! ¡Ugh, ni tanto, era mamá!

- ¿Hello?- Contesté.

- ¿Dónde están? ¿Por qué no han llegado?-Preguntó mamá con amabilidad. ¡Milagro!

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora