Desprecio

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- ¿Qué?- Dijimos todos al unísono.

- Me integré a una nueva escuela.

- ¿Qué?- Gritamos todos a la vez, sorprendidos.

- Que me integré a una nueva escuela -repitió con mucha calma.

- Pero, ¿a cuál?- Preguntó Daniela.

- ¡Eso es traición! ¡Métanla a la cárcel!- dijo Philip, con la boca abierta, asombrado.

- Ay, chicos, no se enojen, tuve que hacerlo - dijo Eli. Yo la miré con el ceño fruncido.

- ¿Por qué, Eli?- Le preguntó Dana. Vanellys parecía afligida.

- Mis padres se están divorciando.

- ¿Qué? ¿Enserio? Tus padres eran una pareja envidiable, Eli - dijo Daniela con tristeza. Sabía que sus padres estaban teniendo problemas, pero jamás pensé que llegarían al divorcio.

- Pues sucedieron cosas que causan que se quieran separar-dijo Eli y de su rostro rodó una lágrima.

- Eh..., pues como que se hizo tarde. Vámonos, que mañana tengo clases -les dije para no incomodar a Elizabeth.

- Ah... si ya es tardísimo - chilló Dana.

- Vámonos -dijeron Joseph, Jean y Peterson al unísono.

...

- ¡Qué asombroso que te quedes en casa a dormir!- le dije a Elizabeth cuando estacionó su guagua en mi garaje.

- Sí - contestó ella y parecía afligida. Era entendible, un divorcio no era nada fácil.

Entramos a mi casa. En la sala estaba mi padrastro acostado en el sofá, viendo televisión. Lo miré con desprecio, no soportaba siquiera verlo. Pasé silenciosamente con Elizabeth, para no dirigirle la palabra, pero cuando iba a subir la escalera, me detuvo.

- Hey, tú. ¿Dónde está tu madre?- Me preguntó y se notaba que estaba muy molesto.

- ¿No está aquí?- Le pregunté, confundida.

- ¿Crees que si estuviera aquí te hubiera preguntado, niña bruta?

- Oye, no le hables así, pedazo de...

- Tranquila, Eli, yo me encargo. Sube a mi habitación. Es la segunda a mano derecha.

- Okay, cualquier cosa me llamas -dijo ella y le lanzó una mirada agresiva a mi padrastro.

- ¿Qué hace esa aquí?-Preguntó Patricio cuando Elizabeth subió las escaleras.

- ¿Qué te importa? Eso no es problema tuyo -le espeté. Él me señaló con su dedo índice.

- A mí tú no me vas hablar así, pedazo de bruta. Estás en mi casa y aquí el hombre soy yo -escupió, señalando su pecho.

- ¡Ja! ¿Hombre? ¿Dónde está que no lo veo?- Le dije, mirando para todos lados.

- Mira, niña, más respeto, porque si no...

- Si no, ¿qué? ¿Qué me vas hacer? ¡Yo no soy mamá que se deja manipular por un idiota como tú! ¡Si fueras lo suficientemente hombre, sabrías dónde está tu mujer!

- ¡Mira, niña, mejor cállate!- comenzó a alterarse. ¡Cómo disfrutaba eso! Seguí hablando, ignorando su alteración.

- Pero en cambio, ¿qué haces? Acostado en el sofá sin hacer nada. Wau, que clase de hombre eres. Bravo, Patricio, bravo - le dije, mientras aplaudía y reía sarcásticamente.

Cuando dije eso, Patricio levantó su mano e iba directo a mi rostro. ¿Creía que me iba a dar? ¡Jamás! Lo detuve.

- ¡Mira, pedazo de basura humana, tú a mí no me vuelves a levantar la mano en tu miserable vida! ¿Me entendiste? ¡Jamás!- tenía el corazón a mil y una rabia se acumulaba en mi pecho.

Patricio comenzó a agitar mi cuerpo de forma muy agresiva. Me apretaba demasiado fuerte, no podía soltarme de sus manos, creía que me iba a...
En eso se abrió la puerta de mi casa y casi hiperventilé.

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora