Miedo

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SUSAN

Había un gran alboroto en el pasillo. Pude ver a varios estudiantes sacar su celular y al parecer estaban grabando algo. Cuando me acerqué a la multitud, pude ver a un chico tirado en el suelo. Mi corazón se paralizó cuando vi a Manuel sangrando. Me tiré al suelo, a su lado.

- Manuel, ¡¿qué te sucedió?! ¡¿Qué demonios le pasó?!-Le grité a nadie en particular. Pude ver a Elizabeth parada en una esquina en estado de shock.

- Señorita McMahon, necesitamos que se aleje, vamos a montarlo en una camilla -la voz del guardia escolar me hizo dar un respingo. Yo me levanté enseguida y fui donde Elizabeth.

- ¿Qué le pasó a Manuel? ¿Quién le hizo esto?-Le pregunté, cortante.

- Gabriel - pude ver una lágrima en su rostro.

- ¿Qué? ¿Por qué le haría algo así?

- Trató de defenderme...

- ¿Tú provocaste esto?

- ¡Oye! ¡Por supuesto que no! Él solo es un caballero y me defendió del imbécil de Gabriel.

- Mmm... bravo, Elizabeth, mira cómo lo dejó...

- Mira, Susan, sé que estás enojada, pero no tienes por qué tratarme así, no fue mi culpa.

- Susan, linda, ¿cómo estás?

Alejandra, la líder de las porristas se acercó. Nunca había hablado con ella y me sorprendió cuando noté que era a mí a quien se dirigía.

- Eh... hola, Alejandra-la saludé, confundida.

- Sé que no es el momento, pero quería invitarte a mi fiesta de cumpleaños. Es este fin de semana en mi casa -me dijo, moviendo su cola de cabello. Mi mandíbula caería al suelo. ¿Ella invitándome a su fiesta? ¡Nah!

- ¿Enserio? ¿A tu fiesta?-Sonaba patética, pero no podía salir de mi asombro.

- Sí. Tú también puedes ir, Elizabeth-le dijo, haciendo un gesto de desprecio. Había olvidado que ella estaba a mi lado.

- No, gracias, querida, tengo mejores cosas que hacer -le dijo Elizabeth, cortante y se fue dando grandes zancadas por el pasillo. La miré de reojo, aún seguía molesta con ella.

- ¿Y qué me dices? ¿Vas a ir? ¡No acepto un no!-dijo entre risitas.

- Sí, voy a hacer lo posible por ir.

- ¡Perfecto! Toma, aquí tienes la taquilla -sacó de su fina cartera una taquilla de un color dorado brillante.

- Gracias -le dije, cuando me entregó la entrada. Debía ser una gran fiesta si había que llevar entrada.

- Okay, nos vemos - se despidió y yo todavía no salía de mi asombro.

Estaba atontada mirando la entrada dorada. ¿Alejandra invitándome a su fiesta? ¿Una de las más populares de toda la escuela? ¡No lo podía creer! Leí la taquilla y a lo último decía:

"No olvides traer tu traje de baño."

¡Estupendo! Era en piscina. Hacía siglos que no usaba un bikini. Además, ¡los odiaba! ¿Pero qué más daba? ¡Ir a una fiesta de chicas populares no se daba todos los días!

Cuando guardé la taquilla en mi mochila, volví a la realidad. Manuel estaba en una camilla y tenía que estar con él. Caminé hacia la oficina, en donde lo tenían esperando a la ambulancia. Estaba repleto de maestros y estudiantes curiosos. Cuando me acerqué, la directora estaba evacuando la oficina.

- ¡Vamos! ¡Fuera, fuera! ¡Todos a sus salones!

Todos los estudiantes comenzaron a salir de la oficina. Yo me acerqué para ver a Manuel.

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora