Negación; aceptación

5.7K 284 17
                                    



Tenía sus labios casi en los míos, sentía su respiración cerca de la mía, mi corazón latía a mil por hora y fue ahí justo cuando Derek se alejó. ¿Por qué me hacía eso? ¿Por qué se alejaba justo en ese momento? ¡Yo solo quería besarlo! Se alejó poco a poco y rió. ¡Oh, qué maldito, cómo se reía! Le gustaba torturarme. Se acercó a mi oído y susurró: - Jamás te haría algo que tú no quisieras.

Al decir eso, los vellos de mi piel se erizaron. ¡Oh, Dios, su voz sonaba aún más sexy cuando susurraba! No aguanté más. Tenía que besarlo. De un impulso, coloqué mis manos en su cuello y tiré de él hacia mí.

- A veces lo que se dice no es lo que de verdad se quiere...

Al decirle eso, lo besé, lo besé con intensidad. Nuestros labios se movían con perfectos movimientos. Sentía su respiración agitada. Él me tomó por la cintura y me subió a su regazo. ¡Oh, Dios, qué bien se sentía! Era un beso intenso, un beso con deseo. Sentía cómo mi cuerpo estaba reaccionando ante la sincronía de nuestros labios. Mi corazón estaba acelerado, mi respiración entrecortada, sentía que me iba a desmayar y... ¡Sonó un maldito teléfono! No era mi celular, era el de Derek. ¿Quién rayos podía ser? ¡A esa hora! Nos detuvimos. Vi que su rostro cambió por completo.

- Eh, hola - contestó su celular.

- ¡Mi amor! Ya estoy enfrente de tu casa, estoy loca por estar contigo y divertirnos -alcancé escuchar a una mujer.

- Eh, ¿qué? ¡Ah, rayos! Lo olvidé por completo, Rebeca.

¿Qué? ¡Era Rebeca! ¿Estaba en su casa a esa hora? ¡Ja, perfecto! ¡Maldita!

- ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Dónde estás?- Preguntó ella. Derek debía tener el volumen de su celular más bajo.

- Eh... mejor para otro día, ¿sí?

¿Ajá? ¿Después de lo que había pasado entre nosotros pensaba seguir con ella? ¡Oh, claro, si para él eso no era nada!

- ¡Derek Johnson, dime por qué ahora mismo!- chilló Rebeca, pero Derek colgó la llamada. No podía siquiera mirarlo. Él se acercó, pero lo alejé con mi mano. No quería que se me acercara. Me sentía como una estúpida engañada. No sabía por qué, pero así lo sentía.

- Susan...

- Vete, Derek, ve con Rebeca - le dije, sin mirarlo. Él intentó acercarse, pero lo alejé nuevamente.

- Hermosa, por favor...

- Vete, Derek, ella estaba primero. ¡Vete!

Derek se quedó mirándome detenidamente por unos segundos, después cruzó mi ventana y se fue. Me quedé inmovilizada, hasta que logré moverme y tiré una almohada contra la pared. En segundos, el mejor momento se había convertido en un asco.

***

Temprano en la mañana, Elizabeth fue a mi habitación a despertarme. Me dio la maravillosa noticia de que la escuela en la que ella se había inscrito era en la que yo estudiaba. Se quedaría a vivir conmigo en lo que acababa el curso, ya que sus padres estaban en proceso de divorcio. Me sentía emocionada, pero no tenía ánimos de ir a la escuela después de lo ocurrido en la madrugada.

- ¿No crees que exageraste un poco, Susy?- Me dijo, después de haberle contado sobre la llamada de Rebeca.

- ¿Exagerado? ¡Eli, me restregó en la cara que se vería con ella otro día!- reproché, un poco molesta. Bueno, tal vez muy molesta.

-Okay, pero él no sabía que te vería a esa hora. Es obvio que le gustabas desde antes, pero eso no significa que no pueda salir con otra chica.

- Pero nos besamos, Eli. ¡Es obvio que para él no significó nada!...

- ¡Eso no lo sabes! ¿Acaso cuando Rebeca lo llamó él te dejó para irse con ella? ¡No! Él decidió quedarse contigo. ¿Cómo puedes saber si significó o no para él si apenas acababa de ocurrir? Eso lo sabrá cuando sepa si necesita o no, volver a vivir eso contigo.

Todo quedó en silencio. No sabía qué decir. Después de varios minutos, hablé: -¡Para mí fue algo asombroso! Me moría por besarlo.

- Y eso que no te gustaba - soltó entre risas.

- Él no me gusta... ¡Me encanta!- chillé y no pude evitar reír.

- ¡Oh, my God! ¿Qué tú acabas de decir?-Dijo Eli y me brincó encima como si de un animal salvaje se tratase.

- ¡Qué me encanta Derek Johnson!-grité, estremeciéndome por la risa.

- ¡Ah...! ¡Oh, my God! ¡Al fin lo admitió! -gritó de la emoción. Ambas nos reímos y a su vez, nos abrazamos con fuerza.

...

Elizabeth me convenció de que fuera a la escuela, ya que era su primer día y no quería que la dejara sola. Mis ánimos cambiaron de manera drástica, gracias a las palabras de mi mejor amiga. Sin duda todos tenemos esa amiga que te hace reflexionar. Está la amiga que te hace reír con ganas; la amiga que se la pasa quejándose todo el tiempo; la que siempre está pensando en el amor; la que miente hasta no más poder; la amargada; la estudiosa y la que siempre ve el lado positivo de todo. Elizabeth era esa amiga que tenía todas esas cualidades juntas, aunque en el amor no tanto. Su vida amorosa apestaba. Tampoco era muy estudiosa que digamos... Mierda, esa chica no tenía de estudiosa ni un pelo. Cuando llegamos a la escuela, el grupo de los chicos populares se quedó mirando a Elizabeth. Realmente ella era una chica muy bella y atractiva. Comenzaron a pitarle y a pedirle su número. Elizabeth se sentía como una diosa. No había quién la aguantara.

Desafortunadamente, a Eli no le tocó el mismo salón que a mí. Cuando sonó el timbre, ambas cogimos rumbos distintos. A la hora del almuerzo, nos encontramos en el comedor. Ella estaba muy emocionada por su primer día en una nueva escuela. Me contó cómo las chicas le lanzaban miradas de odio y ambas reíamos a carcajadas, cuando de repente, llegó alguien a mi mesa y me arrojó la bandeja al suelo. Todo el comedor quedó en silencio...

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora