Reconciliación

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¿Alguna vez han sentido que su cuerpo se congela y no saben qué hacer? Así me sentía yo. Me quedé inmóvil cuando escuché unos pasos que se dirigían hacia la habitación en donde me encontraba. Tardé unos segundos en reaccionar y luego recogí los papeles deprisa y me escondí entre la ropa colgada en perchas. Mi corazón se me iba a salir por la boca. ¡Carajo! Mi cuerpo estaba temblando. - ¡Cálmate, Elizabeth! - grité en mi mente.

- ¿Dónde te metiste?- Escuché la voz de Derek. ¡Carajo! ¿Sabía que estaba allí?

Derek entró al armario y escuché sus pasos andar deprisa. Pude verlo por entre la ropa colgada. Me tapé la boca con las dos manos para no dejar salir un gemido de miedo. Podía escuchar los latidos de mi corazón martillar tan deprisa que retumbaban en mis oídos. Derek se acercó a centímetros de mí.

- ¡Sabía que estabas aquí!-dijo Derek en tono triunfal.

- ¡Mierda, me cachó! -dije en mis adentros. ¡No podía ser! Eché mi cuerpo hacia atrás y cerré los ojos para no verle la cara a Derek.

- ¡Aquí estás!-el chico se inclinó hacia mí y pude ver que recogía algo de un cajón que estaba a mi lado- ¿Cómo llegaste a ese cajón? Debo estar perdiendo la cabeza.

Derek salió del armario y pude escucharlo bajar las escaleras. Solté el aire, aliviada, aunque con un matojo de interrogantes, pero no perdería el tiempo, tenía que salir de allí.

***

SUSAN

- ¡Este parque es hermoso, papi!- le dije, mientras caminábamos por un camino rodeado de flores llamativas y hermosas.

- Sí. Ahora quiero preguntarte algo - me dijo, muy serio. De pronto tragar me resultó molestoso y comencé a tocar un mechón de mi cabello, acto que reflejaba mi evidente nerviosismo.

- Dime -le dije, aunque solo quería salir corriendo de allí.

- Hoy pude notar que Elizabeth no está bien. ¿Qué sucede entre ustedes?- comenzó a decir, mientras se sentaba en unos bancos de madera que daban una vista hermosa.

- Nada, papá, no sé qué le pasa -le dije, sin mirarlo. Él me miraba fijamente, lo noté por el rabillo del ojo.

- ¿Qué pasa, Susan? ¿Ya no confías en mí?-No es que no confíe en ti, pero decirte qué le pasa a Elizabeth sería hablarte de Derek. Realmente no estoy lista para hablarte de él -le contesté en mis adentros.

- No, papi, es que no sé qué le pasa -le dije, poco convincente. ¡Cielos, no sabía mentir!

- Bien. Respeto que no quieras hablarme de eso -me dijo y pude notar tristeza en su voz. Mi corazón se comprimió, pues ya era la segunda ocasión en que le ocultaba algo.

- Papá, no te preocupes, enserio. Ella estará bien -le dije, rodeando sus hombros para abrazarlo.

- Muy bien - asintió con una vaga sonrisa.

Después de eso estuvimos dialogando de su trabajo y lo mucho que él disfrutaba siendo agente. No paramos de hablar ni un solo momento. Se sentía tan bien estar con él.

Cuando ya había oscurecido, decidimos irnos. Íbamos caminando por el estacionamiento, cuando escuché pasos detrás de nosotros. Me detuve en seco. Papá me miraba con perplejidad.

- ¿Qué?-Me dijo, observándome con atención.

- Es que... Nada, nada. Vámonos -le dije, mientras caminaba y miraba hacia atrás constantemente. Alguien nos observada, lo pude sentir, pero decidí ignorarlo.

...

- Nos vemos, mi chiquita -me dijo aquel maravilloso hombre, cuando me bajé de su guagua frente a mi casa.

- Adiós. Bendición -le dije, mientras él depositaba un cálido beso en mi frente.

- Dios te cuide, mi amor. Ah, ¿mañana tienes algo importante de la escuela?

- Solo entregar unas cosas. ¿Por qué?

- Quería llevarte a un sitio, pero si tienes compromiso...

- ¡No! Claro que voy. Yo me las arreglo después.

- Bien, perfecto -me dijo con una gran sonrisa.

- ¿Para dónde vamos?-Le pregunté, entusiasmada.

- Es una sorpresa.

- ¡Oh! ¡Cómo adoro las sorpresas!-le dije sarcásticamente y él rió. Me despedí con un beso en su mejilla y caminé hacia el interior de mi casa.

Entré a mi habitación. Elizabeth estaba dormida en el suelo y a su lado se encontraba mi tierno cachorro. Al parecer seguía enojada conmigo y ni quería compartir la cama. Caminé despacio para no despertarla y cuando iba a entrar al baño, escuché a Elizabeth.

- ¿Qué haces?-Preguntó, con los ojos entrecerrados por la luz que provenía del baño. Tenía el pelo revuelto y su pijama decía: "I'm sexy, bitch". No parecía para nada la sexy Elizabeth que conocía.

- Lo siento, no quise despertarte -le dije, en un susurro. Ella me miraba atontada. Se veía graciosa.

- ¿Desde cuándo me pides disculpas por joderme la vida? No seas tonta, eso hacen las mejores amigas. ¿O ya no lo somos?-Su voz sonaba rasposa y parecía que había estado llorando. La observé por unos segundos y sonreí. Ella era mi mejor amiga y siempre lo sería.

- Claro que lo somos. Eso no ha cambiado -le dije y ella sonrió.

- Eres una maldita. Ya veo por qué los hombres no se te acercan tan fácilmente, tienes un carácter de puta madre cuando te enojas. Ya lo sabía, pero nunca había sido por mí.

- Pero ya no importa - le dije, tratando de animarla.

- ¿Me perdonas?- Preguntó, con la cabeza agachada.

- ¿Desde cuándo me pides perdón por joderme la vida?-Ambas reímos.

Después de eso estuvimos hablando de muchas cosas al azar. Me fui a bañar y nos acostamos juntas en mi cama. Aseison se quedó en el suelo durmiendo patas arribas. Se veía súper gracioso. Era increíble lo rápido que crecía.

Eran las tres de la mañana cuando nos quedamos dormidas. Es que siempre encontrábamos de qué hablar cuando estábamos juntas. Me alegraba que hubiéramos arreglado.

Por la mañana, le entregué mis tareas a Elizabeth para que se las diera a mis profesores. Desayuné unas tostadas y jugo de china. Casi me atraganté cuando escuché la bocina de papá enfrente de mi casa. Me despedí de mamá y salí corriendo hacia afuera.

Cuando vi a papá no podía creer con quién estaba hablando. ¡Oh, Dios mío, era Derek Johnson!...

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora