Ocho lugares

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Sábanas dispersadas por el suelo...

Una vasija egipcia, rota...

Mis bragas enganchadas en el candelabro...

La ropa de Derek, enredada en el espaldar de la cama...

Mi cabello revuelto, en combinación con el rebelde pelo de ese dios griego...

Mi respiración agitada, mi pecho subía y bajaba con dificultad...

Toda la habitación emanaba calor, un calor debido a la ola de placer que nuestros cuerpos experimentaron...

¿Cómo llegamos a estar así?...

Todo comenzó con la mejor noche de mi vida...

Horas atrás...

-Anda, dime un número-me insistió Derek, por cuarta vez. Estábamos en su auto, aún enfrente de mi casa. No quería decirme para dónde iríamos.

- ¿Para qué?-Puso ojos de cachorrito. - Ay, está bien-le dije, fingiendo fastidio-. Te diré el número ocho.

- ¡Perfecto!-soltó con entusiasmo.

- ¿Para qué es el número?-Le pregunté. No negaba que la curiosidad se incrustaba en mi pecho; Derek siempre me dejaba con la duda.

-Te explicaré cuando lleguemos-dijo, besando mi mejilla y yo lo fulminé con la mirada.

-Tú y tus misterios-le dije y él soltó una risotada.

-Sabes que te encanta-dijo, tirando un guiño. Yo sonreí.

-Por supuesto. Me encantas, mi vecino misterioso...

-No suena mal- dijo, sonriendo y arrancamos.

El trayecto no fue muy largo, unos veinte minutos desde mi casa. La pasamos cantando, cantando como dos locos enamorados... Porque así me sentía yo, completamente enamorada de mi vecino misterioso. Él llegó a mi vida, haciéndome sentir un torbellino de emociones, sin duda, ya no había vuelta atrás... Ya nada sería igual... Ed Sheering sonó en la radio y ambos nos dejamos llevar por su hermosa voz...

So you can keep me

Inside the pocket

Of your ripped jeans

Holdin' me closer

'Til our eyes meet

You won't ever be alone

Wait for me to come home

Ese momento, momentos así no quería que acabasen nunca. Con él me sentía en paz, olvidaba mis problemas que llevaba arrastrando durante años... Con él todo parecía más sencillo...

- ¿Ahora me dirás para qué era el número?- Le pregunté a Derek, mientras él me tomaba de la mano y nos sentábamos en un banco. Habíamos llegado a la hermosa plaza del pueblo. Por la noche era aún más hermoso venir a ese lugar; luces iluminaban, dándole un ambiente alegre y relajante. Personas iban de un lado a otro, en familia. Niños corrían alrededor de la gigante fuente de agua, chillando, felices. La vista era hermosa...

- Siempre tan impaciente, niñita-lo miré con los ojos entrecerrados. Él rió-, pero sí te diré. Me dijiste el número ocho, ¿no?

- Sí... ¡Dime!-le dije, un poquito desesperada... Bueno, tal vez muy desesperada.

- Te llevaré a siete lugares diferentes, pero... hay reglas-dijo, alzando su dedo índice. Yo lo miré, curiosa.

- ¿Cuáles?- Le dije, mientras acariciaba su cabello. Era tan suave que daba cosquillas entre mis dedos.

Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora