"No lo sigas negando"

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Desenrollé la hoja y leí:

"Quiero que sepas que para mí no solo fue un beso, fue algo más allá que siquiera puedo explicarlo con palabras. Pero, ¿para qué decirlas? Te lo demostraré con hechos; te demostraré que este "idiota" puede llegar a enamorarte.
Posdata: Sé que te encantaron los globos, sigues siendo una niñita".

- ¡Y tú sigues siendo un idiota presumido, pero me encantas, Derek Johnson, me encantas!- grité desde mi ventana hacia la gigante casa de aquel vecino que se metía en mis pensamientos sin permiso. Quería que me escuchara, que supiera que me encantaba, pero solo gané que mi vecina Brunilda me gritara que me callara. - ¡Ups, lo siento, vecina!

***

En la mañana siguiente, amanecí con tos y no quise ir a la escuela. Tenía un aspecto horrible. Mi cabello estaba revuelto y tenía unas ojeras terribles, consecuencias merecidas por haberme acostado tarde hablando con Elizabeth. Ella se fue a la escuela y yo me quedé sola en la casa. Sebastián no había regresado, pues él y sus padres se quedaron a dormir en casa de su abuela.
Me hice desayuno y subí a mi habitación para ver películas. Estaba sola, así que podía quedarme hasta tarde en mi cama sin hacer nada. Me arrojé en el colchón y busqué en la aplicación de mi IPad una película para ver. Nada me parecía interesante, así que solté mi aparato y caminé hacia el baño. Justo cuando iba a entrar, vibró mi teléfono en la mesita de noche. Caminé deprisa para ver quién era; debía ser Elizabeth.

Mensaje de texto de: 210-346-2578
Fruncí el ceño al no reconocer el número y abrí el mensaje:

"¡Hola, niñita hermosa! ¿Cómo amanecieron los globos?"
9:36am

Oh, era Derek. Mi corazón comenzó un latido irregular.

Yo: ¡Jumm, con que eres tú! ¿Envías un mensaje solo para saber cómo están tus globos?
9:37am

Él: Es una forma de empezar una conversación, ¿no?
9:38am

Yo: Un simple "Hola" es suficiente, ¿no crees?
9:40am

Él: No, no lo creo. Tú te mereces algo mejor que un simple "hola".
9:42 am

Sonreía como estúpida con cada mensaje que llegaba. Me miré en el espejo y un rosa intenso teñía mis mejillas.

Yo: ¿Estás siendo amable? ¡Wau, me sorprende de ti!
9:43am

Él: No, amable no. Estoy siendo realista.
9:45am

Yo: Mmm... qué extraño, viniendo de un chico que le gustan las chicas falsas y superficiales.
9:47am

Él: Tú no eres así...
9:49am

Yo: No hablaba de mí, sino de Rebeca...
9:50am

9:52am...9:56am... 10:00am....

¿Por qué no contestaba? De seguro le había molestado mi comentario. No, es que no me quería contestar. ¡Bien! ¡Ni me importaba!

Tiré mi teléfono en la mesita de noche de mala gana. Me levantaba para ir al baño, cuando de momento alguien tiró de mi brazo. Era Derek. ¿Cómo demonios había entrado sin que yo lo escuchara?
- ¿Qué haces aquí?- Le pregunté, fingiendo que estaba molesta, porque en realidad me sentía bien de verlo.
- ¿Cómo hago para que entiendas que Rebeca no significa nada para mí? ¿Cómo le hago para que entiendas que me tienes loco?- Me susurró al oído, tomándome por la cintura y pegando mi cuerpo al suyo. De inmediato, un millón de sensaciones me invadió por la cohesión de nuestros cuerpos. Ay, Dios mío, ¿y cómo le hacía yo para no sentir esas mariposas en mi estómago?
- No tienes que hacer nada, porque no me interesa - solté, sin tan siquiera mirarlo. Mi boca decía una cosa, pero mi cuerpo y me mente otra.
- Oh, vamos, hermosa. No sigas negando lo que sientes, porque a veces lo que se dice no es lo que de verdad se quiere - dijo, con una sonrisa en su rostro y acercó sus labios a los míos. No lo podía seguir negando, era suficiente -. Dame la oportunidad de demostrarte que de verdad me gustas...

Y me besó. Nos besamos. No lo alejé, no podía seguir negando lo que sentía. Derek de verdad me gustaba y no lo seguiría alejando. Le daría la oportunidad que me pedía.

-Con este beso sé que me darás la oportunidad.

- ¿Cómo demonios entraste sin que te escuchara, Derek Jonhson? -Le pregunté y enarqué una ceja. Él solo sonrió de forma maliciosa.

- Eso fue sencillo: estabas tan ocupada pensando en mí que ni te diste cuenta - dijo, dándome un beso repentino y rápido.

- Ja, tú siempre tan presumido - le dije y me aparté de él.

- ¿A dónde vas? - Preguntó y la manera en que sus labios se movían para articular esa pregunta me tentaba a besarlo.

- Al baño. Hubiera ido antes si no me hubieras interrumpido con tu llegada -le dije, sonriendo.

- ¡Ups! Lo siento, hermosa, pero, ¿me vas a dejar aquí?- Dijo, poniendo los ojos como cachorrito. ¡Qué hermoso se veía!

- Espera, ¿sí?- Le dije, me lanzó una guiñada y entré al baño.

Después de eso, pasé toda la mañana con Derek. Estuvimos platicando sobre mi vida en Massachusetts y lo difícil que fue mudarme para ese lugar. También le conté lo de mi profesor y lo injusta que fue su muerte.
A eso de las dos de la tarde, Derek se fue a su casa. No quería que se fuera, la pasé súper con él, pero mamá llamó, diciendo que iban de camino para la casa. Así que Derek me abrazó y se fue por la ventana de mi cuarto.

Cuando Sebastián llegó, ya había preparado la comida. Cociné una comida especial para su regreso.

- ¿Cómo está el nene de Susan?- Le dije a Sebastián cuando cruzó la puerta.

- ¡Susy!- gritó mi hermanito y salí corriendo para darle un abrazo.

- ¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho?-Examiné su pierna con yeso.

- Ya no tanto, pero ahora no puedo jugar soccer - contestó con tristeza.

- Ay, tú verás que te recuperas rápido. ¡Tú eres un campeón! ¡Mi campeón!- le dije para animarlo.

- ¡Pero el partido es en dos semanas y ahora no voy a poder participar!

- Tranquilo, Sebys, que ya habrán mejores partidos para que tú participes.

- ¡Susan! ¡Es un partido de elección del mejor equipo del Estado!- exclamó, abriendo los ojos como platos.

- ¡Pues yo voy hacer que cancelen el partido! ¡No van a jugar sin mi Sebastián! -dije, haciendo una mueca de enojo graciosa y Sebastián rió.

- Sí, claro -dijo entre risas.

- ¿Ya está la comida?-Preguntó Patricio de mala manera. Yo no le contesté.

- ¡Te han hecho una pregunta, Susan!- dijo mamá.

- Ven, Sebys, te preparé una comida deliciosa -le dije a mi hermanito, ignorando a mamá y a Patricio.

Cuando llegamos a la cocina, le serví la comida a Sebastián; mamá y Patricio se quedaron en la sala principal.

- Gracias, Susan - me agradeció Sebastián, por haberle preparado la comida.

- De nada, mi campeón. Tienes que comer bien para que te recuperes pronto...

- ¡Susan!- gritó mamá. Puse los ojos en blanco, pues odiaba su manera de llamarme.

- ¿Qué?- Le respondí, cortante.

- Ven un momento.

Me dirigí a la sala y no podía creer lo que veía. ¿Qué hacía allí?


Mi vecino misteriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora