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SeokJin esperaba nervioso en aquella sala común, sus manos que tomaban la taza de té con precisión estaban frías, sus ojos viajaban por las palabras en aquel libro, unas que realmente no eran leídas, sólo intentaba despejar su mente, pero, era imposible. Había pasado una semana desde que se despidió de Namjoon después de haber salido de prisión, y el vacío que había estado en su interior desde el día que descubrió que su cuento de hadas era una mentira, estaba acrecentándose, de tal manera que dolía como si la herida fuera reciente, estaba seguro que aún había mucho que odiaba de Namjoon, sin embargo, no iba a negar que algo en él le atraía de forma indescriptible.

No ayudaba que Namjoon le mandará rosas, dulces y telas todos los días, siempre acompañados de una nota donde pedía formalmente verlo, le parecía absurdo siendo que en dos ocasiones había irrumpido en su palacio sin invitación, sin embargo, no dejaba de sonreír al ver aquellas notas, porque entendía que Namjoon estaba siguiendo el protocolo con él después de años, hacia las cosas de la manera correcta, como la reina le había enseñado.

Pero, aunque apreciaba el gesto, aunque le gustara la forma en la que su salón se veía con aquellas flores, sabía, que como estas, el encanto duraría un tiempo antes de marchitarse por completo, no confiaba en Namjoon, no podía confiar en él, porque la sombra del pasado estaba sobre ellos, jugaban un juego en donde ninguno era capaz de poner las cartas sobre la mesa y ser honesto, seguían alargando la partida y a ese paso, se agotarían sus recursos y ninguno saldría vencedor.

—Mi señor—dijo una de sus sirvientas entrando, esta hizo una reverencia y habló sin mirarlo—. El rey está aquí.

—Hazlo pasar—dijo con un suspiro, no le sorprendía, realmente pensaba que la paciencia de Namjoon había llegado a otro extremo esa semana, dejó el libro y la taza de té sobre la mesa, arregló un poco su traje color escarlata y su cabello, no podía verse, pero estaba seguro de que se veía bien.

Se levantó cuando la puerta se escuchó, miró a Namjoon impecable como siempre en un traje color chocolate, ambos hicieron una reverencia, poco después se quedaron solos y volvieron a mirarse.

—¿Sin respuesta? —preguntó Namjoon con una ceja alzada, no estaba molesto, podía verlo por la ligera sonrisa que se asomaba en sus labios, la misma que se volvió más brillante cuando se dio cuenta que la habitación estaba adornada con las flores que había mandado—. ¿Te gustaron?

—Las flores son hermosas—asintió—. Hay que apreciar su belleza mientras dure, creí que tirarlas era desperdiciarlas, no creas cosas que no son. No lo hice por ti.

Namjoon rio por lo bajo. —Yo sé que no lo harías por mí o por lo menos no lo admitirías.

—¿Por qué la insistencia? —preguntó sentándose—. Toma asiento. ¿Quieres tomar algo?

—No—dijo mirándolo fijamente.

La mirada que le dio, fue ensombrecedora, no comprendió su cambio hasta que algo comenzó a sonar en su mente insistentemente. —¿Piensas que fui yo?

—Jin ¿Tú me envenenaste?

SeokJin bufó, le observó como si hubiese dicho la peor de las ofensas. —¿Crees que lo hice?

—Cuando vine, en todas las ocasiones, tenías un frasco cerca del vino, el primer día había dos vasos servidos, y el gotero cerca, ¿Pusiste algo en mis bebidas?

—No—respondió con seguridad sin apartar la mirada de sus ojos—. Son gotas para dormir, planeaba ponerlas en tu copa para que te quedaras dormido. Y así...

—No acostarte conmigo—susurró con una máscara de seriedad—. ¿Por qué no culminaste tu plan?

—No lo sé—dijo con un nudo en la garganta—. Pero, no te lastimaría, si lo hubiera querido hacer, lo hubiese hecho, pero no Namjoon, mi plan nunca ha sido verte muerto, eres un mal esposo, pero nunca has sido un mal rey.

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora