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—Mi señor—dijo Irene entrando para interrumpir su baño—. Ailee está en parto.

Aquel anuncio lo lleno de escalofríos, se levantó de la tina y dejó que sus damas le cubrieran, tenía que vestirse para ir a su encuentro, habían pasado algunas semanas desde que visitaba a Ailee con constancia, donde hablaban, no de la situación, ni de lo que había hecho, sino de cosas triviales como sus infancias, la crianza de los niños y la vida en el castillo, en ese tiempo Jin había aprendido sobre la bondad dentro de aquella chica, una bondad que la llevaría a la horca, por más que quiso nunca le confirmó sus sospechas, siempre afirmó que ella era la única culpable, aunque ambos sabían que no era así.

—Avisaron a Namjoon—preguntó mientras caminaba por el pasillo.

—Está enterado, mi señor, pero dijo que no quería saber nada.

Con Namjoon las cosas habían avanzado de una buena manera, este le cuidaba y estaba al pendiente de su salud y la del bebé que llevaba en su vientre, pero cada que tocaba el tema de Ailee se porta renuente, no había desechado la idea de matarla al nacer el bebé, pero, lo peor, era que no le había dicho lo que pasaría con la criatura.

Llegó a la habitación, la escuchó gritar y sufrir y su corazón se encogió, era como si el dolor lo estuviese sintiendo él, se acercó a ella, a un lado de la cama y le tomó la mano.

—Calma, respira—dijo en un tono alto para que pudiera escucharlo.

Ella lo miró con lágrimas en los ojos. —Duele mucho—susurró inaudible.

—Lo sé, sé que duele—asintió con un nudo en la garganta.

—No sé si pueda aguantar...duele—sollozo recargando la cabeza en el hombro de Jin.

—Puedes hacerlo, tienes que ser fuerte—le dijo sosteniéndola con fuerza.

¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué la sostenía o se preocupaba? No lo sabía, no estaba seguro de sus propias acciones, sin embargo, estar ahí lo sentía correcto, sostener su mano era lo único que quería hacer en esos momentos, ella parecía tan frágil, que por un momento se vio reflejado en sus ojos.

—Vamos, tienes que pujar con fuerza—dijo cuando sintió como se apalancaba.

La partera, que había atendido el parto de Jisoo, le miró con dureza. —Niña tiene que pujar con fuerza.

Ailee soltó un grito antes de pujar con todas sus fuerzas, pero no fue suficiente, cayó nuevamente en el hombro de Jin. —Tu puedes, vamos, una vez más.

Cuando otra contracción vino, Ailee volvió a pujar esta vez usando todas sus fuerzas, pero no era suficiente, así fue por varios minutos hasta que soltó un grito que desgarró su garganta y pujó con el alma entera, fue entonces que el sonido de un llanto de bebé inundo la habitación, ella cayó rendida en los brazos de Jin quien aún la sostenía.

—Es una niña—dijo la partera, quien se encargaba de cortar el cordón y limpiar a la niña.

Ailee comenzó a llorar, el simple sonido de su hija llorando fue lo que llenó a su corazón de un calor doloroso, porque era el mejor sonido que alguna vez había escuchado y también el más doloroso y desgarrador.

—Tome—dijo la partera acercando a la niña a ellos.

Jin la miró, era pequeña y linda, con mucho más cabello de lo que pensó, su rostro aún estaba hinchado, y abría la boca con insistencia. —Mi niña—susurró ella con un nudo en la garganta.

—Es hermosa—asintió Jin intentando ser fuerte—. Ailee tienes que decirme la verdad.

Ailee miraba a su hija, entonces, sólo entonces, pensó que podía hacer caso a Jin, podría decir la verdad, pero eso sólo significaba que debía traicionar a su hermana y que la vería sufrir por sus actos, amaba a su hija, más de lo que nunca imagino, pero LeeHi era su vida, la había criado y cuidado como si fuera su propia hija desde el primer momento en que nació, no podía hacerle eso. No tenía el corazón, pero tampoco para dejar desprotegida a su propia hija.

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora