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El ambiente en aquella habitación sucia y mal oliente era de suma tensión. LeeHi miró a su hermana mayor con los ojos abiertos sintiendo una conocida opresión en su pecho, estaba aterrada de verla en aquel lugar, los tres hombres se pusieron de pie sacando de sus sacos las puntiagudas dagas plateadas. Ailee retrocedió un paso mirando asustada la escena.

—No—detuvo la castaña pocisionando las palmas de las manos en el pecho de uno de los hombres quien a su vez la miró como si se hubiera vuelto loca—. Es mi hermana—explicó con un nudo en la garganta.

Ambos se observaron fijamente, Ailee observaba aquello con múltiples preguntas en la mente ¿Quienes eran ellos? ¿Por qué su hermana estaba en ese lugar? ¿Por qué tocaba a aquel hombre con tanta confianza?

El pelinegro asintió en derrota. —Te encargas de esto—dijo antes de mirar a los otros dos hombres—. Nos vamos. Estaremos afuera. 

Ellos aceptaron a regañadientes, dejaron la habitación observando con desconfianza a las hermana, Ailee se hizo a un lado intimidada para dejarlos pasar, la puerta fue cerrada y ambas se miraron como si se tratara de unas completas extrañas.

—Déjame explicarte—comenzó la menor acercándose a su hermana, más nunca contó con que está se alejaría de su toque—. Por favor, no es lo que piensas...

—Eres la traidora, tú eres quien ha estado enfermando al rey—dijo con voz temblorosa aún sin creer en sus palabras, su estómago estaba revuelto y tenía unas enormes ganas de vomitar.

LeeHi negó. —No, yo...lo siento—sollozo—. No tenía otra opción.

—¿Qué? —preguntó confusa caminando a la ventana que dejaba entrar la negrura de la noche fría y solitaria de luna—. No lo comprendo, ¿Qué se supone que estás haciendo? —la miró exasperada—. ¡¿Tienes idea de lo que has hecho?! Si alguien lo descubre estás muerta ¿Es eso lo que quieres?

—¡No! —negó una y otra vez—. Yo no quiero morir, por favor te lo pido por la sangre que nos une y el amor que nos tenemos, déjame explicarte lo que está sucediendo, no es lo que piensas ¡Yo no lo iba a matar! Ese no era el plan pero...

Ailee miró a su pequeña hermana, a aquella mujer que guardaba en su interior a la niña que alguna vez cuidó en las noches de tormenta o que curó en los momentos de agonía. Ambas habían pedido a su madre cuando apenas eran unas niñas, su padre era un duque que perdió todo en el juego, sólo le quedaba su título cuando decidió darlas como regalo al rey. Trato de persuadirlo, ella podría cumplir con la tarea sola, sin embargo, fue en vano y ambas perdieron su libertad.

—No entiendo nada—dijo sentándose en una silla de madera cercana a la ventana, al lado de ella había una mesa que aún albergaba un vaso semi lleno con un líquido amarillento y de olor amargo. Estaba mareada y su mente era un revoltijo de pensamientos sin inicio o final.

LeeHi se acercó hasta hincarse a sus pies, le tomó las manos temblorosas y con sus ojos expresivos y llenos de lágrimas le miró suplicando en voz baja. —Por favor, sólo escucha.

Ailee la miró perdida, insegura de sus actos le acarició la mejilla cálida y húmeda. —¿Qué hiciste criatura?

Aquellas palabras de cariño hicieron que la castaña recostara su cabeza en el regazo de su hermana y llorara desconsolada. —¡Lo lamento! Por....favor ... perdóname.

—Lee ¿Qué está pasando? ¿Quienes eran esos hombres?

Ella volvio a levantar la mirada. —Miembros del ejército rebelde.

—¿Qué dices? ¿Cómo....?

—Tablo—dijo con un sollozó ahogado—. Él y yo nos enamoramos, trabajaba en el castillo como jardinero, nosotros comenzamos una relación, poco después él entró a la rebelión. Nosotros nos veíamos a escondidas...fue una nota de buena suerte que tú te hayas convertido en su favorita porque ya no me tocaba. Yo...Ailee no estoy haciendo esto porque sea mala persona o una desgraciada sin sentimientos de gratitud, pero tú sabes bien que la única forma que tenía para liberarme es que Namjoon desaparezca. Pensé en huir, pero no podría haber pasado de la primera muralla sin ser reconocida, no tenía opción.

—Te equivocas—dijo molesta—. Siempre tenemos opción y tú decidiste la peor, esto es malo...yo no te crié de esa manera.

—No, tú me criaste para defender lo que más amo en el mundo, Ailee, ¿Viste a Tablo? Sus facciones no son de aquí, es un extranjero, un mestizo, ¿Sabes bien lo que eso significa?.

—No—dijo consternada recordando al hombre que había abandonada la habitación, era un mulato.

—Que cuando nazca mi hijo  no se parecerá al rey y yo seré condenada—sollozo temblando. 

Escuchó, pero no pudo alcanzar a comprender lo que su hermana con terror había confesado, parpadeo perpleja. —¿Qué? ¿Tú estás?....¡Dios mío! —su mano fue a parar a su boca que estaba abierta, sus ojos se llenaron de lágrimas.

LeeHi llevó la mano a su vientre que ya no estaba plano. —Tengo casi cinco meses, en poco tiempo esto se notará, él me dijo que la única forma de escapar era matando al rey, así se cumplen dos objetivos mi libertad y la muerte del rey. El ejército rebelde quiere su cabeza y yo se las estoy dando.

—¡Ellos te están usando!

—¡No! Tablo me ama pero—bajo la mirada—. Yo...yo quise hacerlo, pero todo fue antes de que el rey decidiera que ya no eramos necesarias y que tu anunciaras que estabas esperando un hijo de él.

—Esto está mal—sollozo tomando su cabeza, despeinando sus cabellos—. Esto está muy, muy, mal.

—Tienes que ayudarme—suplicó—. Ya no podemos retroceder, si seguimos en un tiempo estaremos lejos. 

Ailee la observó perdida. —No—dijo levantándose—. No, yo te amo y eres mi todo y haría todo por ti pero esto esta mal—negó—. Si se descubre morirás y si no, el padre de mi hijo morirá también.

—No lo haré—dijo siguiéndola—. Sé que pedirte esto es cruel, pero yo soy tu hermana Ailee, por favor, sólo dame unos días para demostrarte que podemos hacer esto, hazlo por tu sobrino, que morirá en mis brazos cuando el rey se entere de la traición y por tu hijo que será arrancado de tus brazos cuando nazca.

Flaqueo, su fortaleza entera se vino abajo con los ojos brillantes y dolientes de su hermana quién no dejaba de acariciar su vientre y ella tomó el suyo, porque ese era un miedo que prevalecía en ella. —LeeHi...

—Te lo suplico—dijo tomando nuevamente sus manos—. Te necesito. Sólo guarda silencio.

—Yo...—lloró llena de importancia—. Si esto sale mal ¿Qtue haremos? Mi hijo...

—Tenemos un plan para eso—aseguro—. Tablo no nos dejara sin protección, te lo prometo.

No tuvo de otra más que abrazar fuertemente a su pequeña hermana que sin pensarlo las había arrojado a ambas al los lobos. Sin embargo y muy a pesar de su miedo se prometió proteger a su hermana cómo siempre lo había hecho y ahora también a su pequeño sobrino y a su hijo.

—Si esto sale mal, no te lo perdonaré.

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El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora