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Mark gruñó ante la insistencia de la puerta, se levantó con pereza de la cama y se puso una bata negra y los zapatos, apenas estaba amaneciendo por lo que intuía que Jackson se había ido hace horas o apenas regresaba para un baño y un desayuno rápido.

—¿Qué pasa? —preguntó al momento de abrir la puerta sin cuidado alguno.

Sus ojos se abrieron al igual que su boca, sus manos comenzaron a temblar y su cuerpo fue recorrido por un terrible escalofrío. Estaba ahí, frente a él después de once años, el rostro del hombre que amo y que le arruinó, su respiración se volvió inestable al igual que su pulso, no podía creer lo que estaba viendo, se suponía que no debían encontrarse, por algo había dejado de asistir al castillo, pero de alguna manera ahí estaba, mirándolo con seriedad, un gesto característico de él. 

—¿Yoongi? —susurró perplejo.

—Hola Mark—sonrió ladino—. Hace tanto que no nos vemos, para ser específico once años y nueve meses, ¿No es así? Perdón, puedo ser muy olvidadizo con las cuentas.

La manera en la que lo dijo le indicó que Yoongi sabía mucho más de lo que había pensado, trago en seco tratando de ignorar aquello que escuchaba y la voz en su interior que le gritaba que debía de esconder a su pequeño hijo que dormía a unas habitaciones de distancia. 

—¿Qué haces aquí? —preguntó con temor.

Yoongi podía sentirlo, el miedo emanando de su antiguo amante, miró sus ojos y lo que vio en ellos le dejó confundido, su mente reprodujo aquellos momentos que vivieron juntos cuando eran jóvenes e inexpertos y se juraron amor eterno, una promesa que ninguno pudo cumplir, estaba molesto, era eso lo que lo mantenía furioso, porque si Mark había estado esperando un hijo suyo se lo ocultó, le arrebato la oportunidad de ser padre, estaba dañado, nuevamente ese hombre frente a él le había traicionado de la peor manera. 

—Sabes bien la razón por la que he venido—dijo evaporando los recuerdos de su pasado, concentrado sólo en la furia que sentía en ese momento—. Tenemos mucho de qué hablar ¿No lo crees?

Mark sabía que no podía simplemente dar la vuelta, Min Yoongi no era cualquier persona, le tenía miedo y fue ese mismo sentimiento el que lo hizo asentir y abrir la puerta para hacerlo pasar, se dio cuenta que no iba solo, dos hombres esperaban junto a los caballos, trago en seco antes de cerrar la puerta.

—¿Quiere tomar algo? —dijo con respeto.

—Deja las formalidades, sólo estamos tú y yo—dijo con simpleza—. Quiero una maldita explicación Mark y si te pasas de listo o si me mientes, sabes bien que lo sabré y las cosas saldrán peor de lo que estas imaginando.

Por la profundidad de su mirada supo que no estaba jugando, aunque Min Yoongi nunca lo hacía, desde que lo conoció siendo ambos muy jóvenes Yoongi siempre fue muy serio con sus decisiones, trago en seco porque sabía que nada de lo que dijera haría que el hombre que estaba frente a él entendiera la razón de su error.

—No hagamos esto—susurró con dolor—. Ambos sabemos que era lo mejor.  

—Tú no puedes decidir qué era lo mejor para mi—negó con una mueca inconforme—. Empieza a hablar Mark, no estoy jugando, te estoy dando una oportunidad para explicarme las cosas.

—Lo supe la noche que te deje—su labio inferior comenzó a temblar al recordar lo asustado que estaba por enterarse que llevaba en el vientre el hijo de un heredero al trono—. Tuve miedo, tú hablabas de que querías renunciar y me asusté, por lo que Jin me dijo tu padre jamás lo hubiera permitido, no podía dejar que tu pueblo se quedara sin un rey, toda tu vida habías entrenado para eso, no podía permitir que por mi lo dejarás todo—negó desviando la mirada incapaz de verlo a los ojos—. Pero cuando me enteré que estaba esperando un hijo tuyo quise hablar contigo, pero tu no quisiste...yo...

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora