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El cumpleaños de SeokJin llegó al castillo y con este una larga celebración, el reino estaba entusiasmado por celebrar al monarca luego de seis años de su ausencia. La opinión popular era la misma, las personas estaban felices de tenerlo cerca de nuevo al lado del rey que era el lugar donde pertenecía.

SeokJin estaba feliz, pero al mismo tiempo se negaba a asistir al baile que su esposo había organizado en su honor, no quería que las personas le vieran tan gordo, aunque Namjoon le había asegurado que no verían su vientre sino el brillo que tenían sus ojos.

Le creyó porque últimamente le creía todo, estaban tan ensimismado en los buenos momentos que le había hecho pasar que dejaba de lado su desconfianza, sus damas le habían arreglado con una túnica roja, hicieron que su vientre se viera menos lo cual agradeció, amaba a su bebé, pero si se notaba mucho las personas le mirarían y eso le pondría incómodo. No estaba acostumbrado a vivir un embarazo como rey.

Los adornos que llevaba en el cabello le hacían ver bonito, era en ese momento que SeokJin se sentía en casa. A esto era a lo que estaba acostumbrado, a sentirse mimado y feliz, él en el castillo vivía con tranquilidad a pesar de los recuerdos tormentosos que aún estaban en su memoria, las pesadillas no cesaban, sin embargo, se sentía seguro porque no había nadie que le hiciera el mismo daño, la persona que le lastimó sin piedad estaba lejos y deseaba que se quedará así por el resto de su vida, no estaba listo para enfrentarse a esa realidad lipidante donde el dolor llegaría a golpearlo tan fuerte hasta el borde de la muerte, ya que nadie podría creerle.

—Se ve fantástico mi señor—halago una de sus damas. 

—Gracias Irene—suspiró separándose del espejo—. No falta mucho para que me llamen, quiero sentarme, mi espalda me duele, espero que el bebé llegue pronto.

—Lo hará mi señor—sonrió Joy quien se encontraba cazando a su hija para que fuera a la cama—. No se preocupe y está noche disfrute del baile.

—Mejor de la comida—rio animado—. Cuiden mucho a los niños—ordenó con voz tranquila—. En lo único que estaré pensando es en ellos.

—Lo haremos mi señor—aseguró Irene con una sonrisa que le lleno de tranquilidad, confiaba plenamente en ellas.

Él no era igual que los otros monarcas que preferían estar alejados de sus hijos, agradecía también el hecho de que Namjoon le dejara estar al pendiente de ellos, porque no era común que el mismo rey cuidara a los herederos. Quería disfrutar todo el tiempo que le quedaba al lado de estos porque en unas semana o días más su estado se lo impediría. El doctor le había dado como plazo máximo de dos a tres semanas para que tuviera a su pequeño o pequeña en brazos, a él no le importaba lo que fuera, pero tenía muy en claro que su deber como rey era engendrar un varón.

La puerta fue llamada indicando que era su tiempo de salir, con la ayuda de Irene camino a la puerta al momento que esta era abierta, salió al pasillo donde Namjoon le esperaba, sonrió por la morada que le regalaba, este se acercó hasta tomar su mano 

—Te ves... ni siquiera tengo una palabra que pueda englobar la perfección que emanas.

—Entonces creo que mis damas han hecho un buen trabajo hoy—. sonrió con suficiencia.

—No, esto es tuyo, la luz esta en ti no en la ropa que usas—rio antes de acercarse para acomodarle el brazo sobre el suyo, para guiarlo por el pasillo hacía las escaleras, los invitados esperaban en el gran salón, no podían comenzar sin él.

—Bien, no me dejes caer que como estoy rodaré por las escaleras—hizo una burla como siempre de su aspecto.

Namjoon bufó pero asintió, ambos bajaron las escaleras siendo seguidos por Hoseok y Jackson quienes miraban alrededor atentos en todo momento, también para darle intimidad a la pareja. 

El Rey Del Recuerdo *Namjin* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora