Interlude: Tastes just like cherry blossom

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Cuando Min Yoongi, entendió que las reglas del universo funcionaban a su propia forma, fue cuando descubrió el amor -o no, quizás ya lo había descubierto antes.

Fue en el andén número nueve, en la estación de Kamakura en Japón. Yoongi sintió sus manos temblar y su aliento quedarse estancado, fue el momento en el que las cientos de letras que tenía en mente, explotaron. Sucedió como las cientos de otras cosas en su vida; demasiado rápido como para comprenderlas.

El tren se detuvo, abrió sus puertas y sus piernas temblaron. No llevaba nada con él, más allá que lo que llevaba puesto y los chicles en uno de sus bolsillos. Una voz estridente sonó en la cabina pero, las palabras parecían nulos acertijos en ese instante. Todo era completamente, un momento de nada; la totalidad, se encontraba al otro extremo.

Lo vio desde su ventana, con su cabello esponjoso levantándose en una ligera danza con la ventilación del lugar. Min Yoongi, no lo sabía pero, Seokjin, al otro extremo del andén, también podía sentir su corazón creando un escándalo.

Sí todas las canciones de amor debían resumirse a un momento, quizás era ese.

Sus ojos chocaron y se orbitaron por un instante, era su promesa silenciosa para encontrarse en el otro extremo; una que llevaba un tiempo entre ellos. La estación no era grande, por lo tanto, sus pasillos no eran extremadamente largos; Yoongi lo supo cuando bajo del tren a paso cauteloso, con cuidado de no chocar con las otras personas.

Esa noche era el festival de las flores. Durante la primera semana de abril y con cientos de luces siendo encendidas arriba de las copas de los árboles de cerezo, no era una sorpresa que la pequeña estación recibiera tantas personas. Con dos pasillos laterales, paredes blancas y arboles de cerezo en medio llenando el lugar; todo se sentía como el escenario de un cuento fantasioso bajo los pies de ambos.

Seokjin estaba al otro extremo, bailando a su alrededor con ojos confusos, en medio de la explosión de una canción desesperadamente romántica -que idóneamente solo sonaba para ambos.

Se encontraron mutuamente entre miradas. Kim Seokjin observó a Min Yoongi, indicándole con una sonrisa tímida que caminara hacía al otro extremo. Fue un "¿nos encontramos en medio?", muy explicito y sin palabras. Se trataba de un baile de promesas antiguas y un nuevo encuentro que había quedado marcado mucho antes -mucho, mucho tiempo atrás.

Se trataba de lo que ambos habían pensado.

Después de dos largos, encontrarse justo a medio camino.

Ambos dieron sus pasos al mismo tiempo, cada uno a su extremo sin perderse de vista; caminaron al mismo tiempo a una velocidad considerable. Las estrellas aún brillaban en el cielo; sobre ambos y para ellos. ¿Cuántos deseos les había tomado llegar a ese instante? ¿Una semana o cinco años? Yoongi, podía verlo, caminando solo para encontrarlo. Era mágico, tal como todas las canciones que tenía marcadas entre sus favoritas, como aquellas que únicamente iban dedicadas a él. Podía sentir sus piernas tambalearse y sus dedos picar; su cabello se movió en la misma dirección que uno de los trenes en marcha.

Aquel día, entendió la forma en la que el tiempo podía hacer de su vida su propia jugada. Comprendió que, todos sus quizás, eran únicamente de Seokjin y que los para siempre que nunca considero, llevaban su nombre -incluso sí eso era ilógico.

Tiempo atrás le prometió encontrarlo a medio camino y sí debía ser completamente sincero, nunca creyó en sus propias palabras. Pero, ahí estaba.

Después de dos largos años.

Después de sentir el tiempo escurrirse entre sus dedos.

-Llegaste -Seokjin dijo con una pequeña sonrisa.

-¿No es demasiado tarde? -Yoongi pregunto devolviéndole la sonrisa, elevando su mirada y encontrándose con un par de ojos grandes y bonitos.

-No. Llegaste justo a tiempo.


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Tastes just like home.    (ksj+myg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora