Básicamente y como creencia de una corta y buena vida, Min Yoongi intentó calcular aquellas cosas que de alguna forma son incuantificables. Midió el tiempo con tazas de café en medio de una cafetería con luces apagadas y calculó el amor con letras de canciones acompañadas de melodías de muchos estilos. Pensó que la luna era de queso y que viviría cada uno de los días de su vida en Seúl.
Yoongi nunca lo imaginó de aquella forma.
No con él sosteniendo su peso en una de sus rodillas, un anillo en la mano y Seokjin con ojos tan abiertos como el cielo al amanecer.
—Una vida entera, te lo prometí en una servilleta, ¿lo recuerdas? —sus palabras resuenan como algo demasiado cursi y tiene la necesidad de reír, aunque no lo hace: todo el mundo se contiene por un instante mientras espera por la respuesta.
Calcula el momento entre los parpadeos de las luces en la calle. Es invierno y solo quedan un par de días para las fiestas, y están ahí, en el jardín de la cafetería iluminados por nada más que los faros de la calle y las lámparas empotradas en la pared, en el césped aún quedan rastros de la nieve que cayó unos días atrás —aquella que los mantuvo atrapados en su apartamento tomando tanto chocolate con leche, que en algún punto perdieron el gusto.
Sucede justo en ese lugar.
Cada uno con su corazón en la mano.
De la forma en la que Yoongi nunca había imaginado —porque, entre sus tantas miles de ideas, aquello debía ser mucho más elaborado que una simple pregunta.
Seokjin cae sobre sus rodillas junto a él, con una sonrisa enorme y ojos empapados. Son un completo e intermitente desastre; sus manos tiemblan y Seokjin asiente de forma frenética mientras sus lágrimas caen en cascada.
No es lo que Yoongi había planeado originalmente, sin embargo, después del cumpleaños de Seokjin y las fechas limitadas entre sus viajes y una posible mudanza, todo aquello es perfecto.
Es más de lo que alguna vez pudieron pedir.
Y luego es un caos.
Porque de todas las cosas que podrían suceder en menos de un par de meses, una boda no era lo siguiente en la lista. Después de la boda de Hyo las cosas se ordenaron un poco, viajaron a tantos lugares que en cierto punto, Yoongi dejó de contar. Su sobrina nació, sus padres cerraron la cafetería por un par de días y todos enloquecieron en medio de biberones y pañales —incluido Seokjin que voló desde algún rincón del mundo hasta su casa.
Todo para ver a la nueva integrante de la familia.
—Tiene tus ojos —Seokjin le dijo la primera noche en el hospital—, los ojos de los Min.
De todas las cosas que Yoongi planeó, cuidar un bebé toda la noche justo al lado de Seokjin, no era parte de la idea inicial. La idea de la boda llegó luego de esa noche. Después de ver a Seokjin con ojeras oscuras bajo sus ojos, restos de leche cubriendo su camiseta y una sonrisa completa de oreja a oreja la mañana siguiente.
Yoongi siempre supo que era el indicado —aunque un anillo... Al inicio parecía demasiado.
Y luego no lo fue.
Porque sí él podía admitirlo —no habría otras cosas en la tierra de la que él pudiera estar más seguro. Una vida entera al lado de Seokjin, ahora, antes y como siempre, parecía una fantasía. Entonces solo lo hizo, contra todos y cada uno de sus propios pronósticos, compró un anillo —y vendió su auto viejo porque no podría hacerlo de otra forma, un crédito más en su cuenta bancaria no terminaría bien.
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Tastes just like home. (ksj+myg)
Fanfic( ksj ; myg) Hay algo bastante curioso sobre el amor, y es que, nada es lo mismo después de él. Una vez que llega, el tiempo se pausa, el mundo parece detenerse por un momento, para luego continuar con su rumbo. Yoongi lo sabe, el amor y la relativ...