Cuando Seokjin era un poco más joven, no veía un futuro prometedor bajo sus pies. Comparado a las demás personas que conocía, se sentía infinitamente extraño —era la clase de persona que no pensaba siquiera en que planeaba desayunar, hasta minutos antes toparse con alguna caja de cereal o algo dentro del congelador. Y pasaba que, pensar en su futuro era algo enorme y lleno de compromiso. ¿Qué quería ser? ¿Tenía algún sueño?
Tuvo sus dudas presentes hasta el día antes a su examen de ingreso a la universidad. Fue cuando vio a su padre en el noticiero; aquella noche, el hombre llevaba pesadas ojeras bajos sus ojos y una de sus típicas sonrisas cansadas, Seokjin se dio cuenta de algo y sus dudas se disiparon.
En algún punto, algún día, él también quería desearle las buenas noches a su padre, desde el mismo lugar al otro extremo de la pantalla.
Y entonces lo logró.
Y se sintió como si hubiese ganado una guerra invisible —en la que por supuesto—, él era su más grande oponente. Su padre siempre lo observo con una mirada seria, en la que, de alguna forma, había un poco de orgullo. Incluso si Seokjin amaba catalogarlo como un tirano, o grítale que era el más horrendo de los padres, no podía dejar de emocionarse ante sus miradas de aprobación
Justo como en ese instante —cuando se para por última vez, por lo que cree, al menos será un largo tiempo—, frente a una de las cámaras principales del estudio. Lleva años trabajando ahí, más de cuatro si debe ser exacto, y cada día fue algo nuevo e impresionante. Cada mañana que trabajo en el noticiero y cada una de las tardes que se mantuvo estancado en su show de media tarde, era cada instante de aquellos pequeños momentos, los que habían marcado un gran camino en su vida.
Una de sus estilistas principales lo envuelve en un largo abrazo antes de volver a ser embargado por los reflectores después de la última pausa y otra se encarga de entregarle pequeñas monedas, algunas de la suerte y otras que le asegura, serán útiles cuando este recorriendo el mundo.
—Nuestro niño creció bien, ¿no es así, Kim? —una de las personas con una larga trayectoria detrás de escenas murmura y Seokjin observa a su padre asentir.
—Antes se quedaba dormido mientras yo me preparaba para salir en el noticiero.
Kim Minghyu lo observa con la misma mirada en cansada, los mismos ojos llenos de algo inexplicable y es acompañado por una corta palmada en los hombros.
—Ve a despedirte —Seokjin sonríe como un niño pequeño, uno que debe obedecer a su padre—, Creo que te esperan con un ramo de flores.
Y no se equivoca —el realmente nunca lo hace. Sus compañeros de escena le entregan un ramo enorme de flores de distintas tonalidades, y es acompañado por uno de aquellos aplausos que abrazan hasta lo más profundo de su corazón. Jungkook lo abraza por más tiempo que los demás y sostiene su mano mientras Seokjin roba sus últimos grandes minutos. Cada uno de sus proyectos tiene un lugar especial en su corazón y a ese punto, es inevitable despedirse de cada uno de ellos. Es parte de crecer, y aunque no se lo menciona, una gran parte de soñar
—Hyung—Jungkook dice—, Por favor, vuela con cuidado. Estaremos esperándote, justo aquí, todo el equipo de producción y cada uno de los espectadores.
—¡Yah! No es momento para llorar.
A veces las despedidas son necesarias y son gran parte de crecer.
Pero, despedirse de sus shows es distinto, para nada como decirle adiós a un par de zapatos que ya no le quedan, o como decirle a su abuela que volverá la próxima semana. Es grande, una de las despedidas que nunca puso en sus planes.
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Tastes just like home. (ksj+myg)
Fiksi Penggemar( ksj ; myg) Hay algo bastante curioso sobre el amor, y es que, nada es lo mismo después de él. Una vez que llega, el tiempo se pausa, el mundo parece detenerse por un momento, para luego continuar con su rumbo. Yoongi lo sabe, el amor y la relativ...