Capítulo 28: Pizza with pepperoni

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Taehyung no es un chismoso. No, él no lo es. Es simplemente alguien interesado en escuchar sobre las cosas que suceden a su alrededor, de la clase de: tratar de entender porque, su mejor amigo tiene ojeras enormes y cara de querer llorar durante cada minuto que transcurre, y porque su otro mejor amigo parece haberse esfumado de la faz de la tierra.

Taehyung no es un chismoso. Solo quiere estar enterado de los hechos.

Hay una particularidad sobre la cafetería de los Min y los quince pasos que se tarda en atravesar hasta una de las mesas en el centro, es un lugar jodidamente hogareño y agradable de dibujar. Jimin se encuentra al otro extremo en completo silencio, golpeando sus dedos contra la mesa. Los sofás esponjosos y las paredes blancas le dan un buen punto donde mantener su mirada y el mostrador iluminado con luz naranja parece un buen reto para pintar con sus acuarelas nuevas.

—Necesito que me lo repitas, ¿en qué mundo esta es una buena idea?

—En el mundo en el que, necesitamos saber lo que pasó —las manos de Taehyung revolotearon sobre su cabeza como mariposas aturdidas—. Necesito detalles, Jimin, o terminare muriendo de curiosidad.

—La curiosidad mato al ratón.

—No tonto, fue al gato.

—¿Y a quien carajos le importa?

Jimin lucia como un bonito chico rebelde con una malteada de chocolate a su lado, Tae lo odiaba —por más de una razón.

—¿Me recuerdas por qué estamos en algo? —Tae preguntó con las manos en el pecho.

—Dilo —Jimin dijo en tono coqueto, tomando un corto sorbo de su malteada desde una pajita roja—. ¿Por qué somos novios? —Taehyung asintió con impaciencia—. Supongo que es una razón bastante pública. Tenemos química y nos vemos bonitos juntos. Y claramente, me gustas.

—¿Es acaso una confesión?

—Todos los días, bebé.

La cafetería estaba envuelta en un color cálido, con paredes azotadas por el naranja del atardecer y las sombras de la vegetación en el exterior. Todo lucia como una bonita pintura —incluso con el coqueto chico y su malteada de chocolate justo frente a sus ojos. Tae tomo un suspiro y pensó nuevamente en su plan.

Min Yoongi tenía el corazón roto. Lo había visto con sus propios ojos y, de alguna forma, podía sentir todas aquellas vibras de tristeza que Yoongi empujaba a su alrededor —eso era demasiado con lo que subsistir. Seokjin también lo hacía, incluso si estaba lejos. Ambos tenían ojeras pesadas y una de aquellas sonrisas mentirosas con las que a menudo trataban de engañarlos. Ninguno explico sus razones, e incluso si no lo necesitaban, todo aquello era jodidamente repentino. Y Tae podía jurar que si no obtenía una explicación su cerebro volaría en mil pedazos.

Min Yoongi lucia como todo lo contrario a la cafetería. Con su corbata desalineada y el cabello completamente desordenado. Entró a la cafetería de la nada, con una campana pequeña tintineando sobre su cabeza y le pidió un café a su hermana con total tranquilidad. Probablemente ya los había visto antes de que Jimin necesitara levantar la mano para advertir su presencia. Min Yoongi, a por lo menos diez pasos de ambos, lucia como un desastre personificado.

—Creo que llegamos para salvarte.

Yoongi lo observo con ¿horror? Terror, ¿quizás?

—No gracias.

Taehyung no era un chismoso, claro que no. Él era más... De aquella clase de amigos abnegados que tenía un precioso plan en contra de los corazones rotos y Yoongi no se zafaría de sus manos, incluso si se negaba más de cien veces.

Tastes just like home.    (ksj+myg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora