Seokjin cree en las cosas complicadas, en lo intrínseco y sin respuesta, cree en Yoongi y en que las cosas algún día pueden salir bien. A veces piensa en su futuro, en su primer año de universidad y todas sus malas decisiones.
Piensa en el amor, porque de forma inevitable, es una de las cosas que peor se le dan y de las que menos conoce.
Seokjin piensa en su primer amor y de alguna forma, aquello ya no se siente como tal. No es un recuerdo dulce o una de aquellas cosas que le encantaría retratar en un cuadro tan especial como aquel; cuando Seokjin piensa en amor, el nombre de Yoongi es inevitable, aunque con veinte años la palabra suena demasiado apresurada. Piensa demasiado, en sus enredos, en sus nudos y desarrollos; en la historia que, aún, no es demasiado larga pero espera que sí.
¿Dónde estará en diez años? La respuesta es algo que no puede imaginar por completo pero, está seguro de una cosa: Quiere a Min Yoongi en cada uno de sus panoramas —en todos los que sean felices, claro. Seokjin cree en lo complicado, tal como él y sus canciones. Pero, de alguna forma, también cree en lo sencillo, en aquellas cosas que suceden como si estuvieran destinadas a ello.
Toda su lista de números uno era un gran pozo de fracasos. Su primer beso fue una mezcla de caos y susto; con alguien demasiado metido en ello y la completa falta de experiencia de dos mejores amigos. Su primera relación no fue demasiado; noches pegado al teléfono y charlas en el jardín de su escuela. Seokjin no tiene tanta experiencia pero, ahí está.
Parado frente a la casa de los Min con un gran ramo de flores, un traje perfectamente planchado y nada más.
Cuando Yoongi cumplió diecinueve le dijo que su único deseo era lograr entrar a la universidad que quería con la carrera de sus sueños, y en ese momento, está a un solo paso. Solo queda su graduación y aquella fiesta a la que cataloga como una completa perdida de dinero. Está bien, Seokjin solo quiere llevarlo y convertirlo en el chico más feliz del universo entero.
Es distinto a todos los otros días. Seokjin no entra por la cafetería y en cambio toca el timbre de la entrada principal. Estaciona su auto justo frente a la puerta y acomoda su corbata, incluso sí el señor Min ya lo vio y le pidió que esperara unos minutos.
¿Cómo saber sí es amor? La pregunta no está en su mente, él solo lo siente.
Quizás es demasiado joven y no tiene ni la más mínima idea de lo que sigue en el camino. Es demasiado inexperto y no sabe que debería hacer después. La primera vez que lo beso sus manos temblaron y todas las preguntas se borraron, de la nada, como por acto de magia.
Se besaron por primera vez y el universo no dejo de cantar victoria. Tuvieron una cita luego, un fin de semana más tarde en el parque más cercano a su calle. Comieron onigiris y vieron una película de mafiosos. Y así inicio, no verdaderamente pero, sí.
Min Hyorin abre la puerta y suelta un chillido, la señora Min le da una palmada en la espalda y lo invita a pasar. Su casa es pequeña y ya la conoce bien. Tienen un pequeño recibidor, su sala y una conexión entre la cocina y la cafetería. Conoce el lugar mejor que cualquier otro y también a Yoongi. Puede ver sus partituras tiradas, una taza de café y un par de calcetines olvidados a la deriva al costado de su teclado.
—Lleva estudiando toda la semana —Hyo le dice sin cuidado—, el examen para las becas es en dos semanas. Ya sabes, le encanta sobre exigirse.
El señor Min corre de un lado a otro en el pasillo. Lleva muchas corbatas en su mano y un par de zapatos en otra; tiene un peine de cerdas en el bolsillo de su camisa y manchas ligeras de gel sobre la tela de la misma.
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Tastes just like home. (ksj+myg)
Fanfiction( ksj ; myg) Hay algo bastante curioso sobre el amor, y es que, nada es lo mismo después de él. Una vez que llega, el tiempo se pausa, el mundo parece detenerse por un momento, para luego continuar con su rumbo. Yoongi lo sabe, el amor y la relativ...