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7: OBSESIONES PELIGROSAS

He estado esquivando a Calix todo lo que él me ha permitido

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He estado esquivando a Calix todo lo que él me ha permitido. Lo he ignorado, en las clases intento no mirarlo y parece que hoy, a partir de la cuarta hora, empezó a comprender lo que hacía, porque dejó de intentar llamar mi atención. Tampoco ha intentado preguntarme si quiere que me acompañe a casa.

Intento, en la medida de lo posible, evitarlo. Está claro que tratar de acercarme a él para ser amigos no va a salir bien, él es un chico extraño, que me crea mucha desconfianza. Me desconcierta, me confunde y hay algo persistente que me dice que no es seguro estar a su lado, puede que sea intuición, no lo sé, pero por primera vez le haré caso.

—Basta de pensar en él, Aria —me regaño a mí misma, mientras coloco la ropa perfectamente doblada en el armario.

Suelo dejar las cosas desordenadas por mi habitación. La ropa limpia la dejo sobre la cama, sobre el escritorio o sobre la silla, mientras que la sucia la dejo tirada por el suelo para recordarme que tengo que lavarla. Tengo los libros del instituto esparcidos por la cómoda, mis collares y joyas ocupando todo el joyero de forma desordenada, la cama deshecha y algunas de las fotos que tenía pegadas en la pared, caídas en el suelo. En fin... Soy un desastre, pero a veces me da por ordenar y siempre me viene bien hacerlo cuando quiero mantener mi mente ocupada.

Por desgracia, mi paz no dura mucho, porque me sobresalto cuando escucho la ventana abrirse y el golpe de unos zapatos contra el suelo, indicándome que la persona que ha entrado ha saltado para poder meterse en mi habitación, incordiando mi silencio.

Respiro hondo, sabiendo sin girarme quién es la persona que se encuentra detrás de mí. Puedo detectar dónde está a kilómetros.

—Vete de aquí, Calix.

—¿Sabes? Tienes un buen tejado del que tirarte —frunzo el ceño, mirándola con una mueca de confusión.

—Lárgate, chico suicida.

—No voy a irme hasta que me expliques qué es lo que he hecho para merecer tu indiferencia.

—Estoy ocupada —cierro el armario con más fuerza de la necesaria. Ye he terminado de colocar la ropa limpia, solo queda... Todo lo demás.

—Ya lo veo, tienes la habitación hecha un asco. Me crea ansiedad verla así.

—Entonces lárgate.

—Te he dicho que no. No soporto que estés enfadada conmigo, que me ignores como si fuera una mierda —aprieto los labios, ignorando la culpabilidad que me carcome por dentro tras oír la tristeza en su voz.

—Creo que debería alejarme de ti.

—Siempre has intentado alejarte de mí, pero nunca lo has conseguido, ¿no ves que no eres capaz? Ni tú ni yo somos capaces de mantenernos alejados el uno del otro.

CALIX #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora