27: CULPABLES
—¿Aria? —Una mano se posa en mi hombro.
Me aparto bruscamente, sobresaltada, antes de girarme para mirar al propietario de esa voz. Calix me mira confundido a causa de mi brusca reacción, examina mi rostro en busca de alguna pista de lo que pueda ocurrirme, pero no consigue encontrar nada.
—¿Estás bien? Estabas tardando mucho en venir.
—Ya... Ya me iba, me estaba despidiendo —omito los detalles de la conversación con el hombre misterioso, al que aún no consigo asimilarlo a la persona que se me parece.
—¿Estás bien? —Insiste.
—Sí, solo un poco cansada. Vamos a casa.
La duda aún se refleja en sus ojos turquesa, y sé que quiere preguntar, sabe que ha pasado algo más, sobretodo si puede ver lo que siento, pero decide dejarlo pasar.
Más tarde le diré lo que ha ocurrido realmente, pero primero necesito pensar y tratar de adivinar quién es ese hombre, porque desde luego, no parece ser alguien con quien ha estado mamá, para empezar, porque su parte chismosa no me lo podría haber ocultado, jamás, no es una persona a la que se le den bien guardar secretos, y para finalizar, no es alguien que haya visto antes, lo que quiere decir dos cosas, una, que no es de este pueblo, o dos, que intenta ocultarse para no ser visto o conocido.
Ese hombre es sospechoso y tengo que tener cuidado, por ello, Calix debe estar al corriente de lo que ha pasado, pero no ahora, este no es el momento, no después de haber asistido al funeral de mi madre.
Lo único que quiero hacer ahora es tumbarme en la cama, escuchar música triste o dormir, y olvidarme de todo por un rato.
—Aria —Tayson llama mi atención cuando entramos en la casa—. No te has despedido de tu madre, ¿verdad? —Me pregunta, sorprendiéndome.
—¿Cómo sabes...?
—Tienes un olor distinto. ¿Sabes con quién has estado?
—No. Un hombre se me ha acercado y ha hablado conmigo. No sé quién era.
—Ya.
—Es verdad.
—Tienes que hablar con Calix. Él debe saber quién es.
—¿Tú lo sabes? —Asiente, apretando los labios— ¿Quién?
—Ya sabes quien es. Debes hablar con Calix —repite, antes de desaparecer en el piso de arriba, dejándome sola.
—Tengo que hacer un par de cosas, volveré en un rato —anuncia Calix, colocándose su chaqueta de cuero.
—Tengo que hablar contigo —abre la puerta de la entrada para salir, pero se detiene para mirarme.
—¿Puede esperar?
—Supongo.
—Luego hablamos, entonces —y sin más, se marcha, cerrando la puerta con fuerza.
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CALIX #1
General FictionLa palabra discreción no significa nada cuando se trata de Huntsville, los rumores en un pueblo tan pequeño como este se extienden casi tan rápido como se disuelve una ola en la arena, tras romper sin delicadeza y brusquedad sobre la superficie para...