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18: CONFESIONES

Cuando la profesora entra en la clase, todos se quedan en silencio

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Cuando la profesora entra en la clase, todos se quedan en silencio. Calix y yo nos miramos por un segundo antes de volver a centrar nuestra atención a la mujer que, mirando el asiento vacío de Lexie, suspira, como si le costara pronunciar las palabras que comienza a soltar. El tercer discurso que hacen para el recuerdo de mi amiga, al igual que hicieron con Brie, a pesar de que la última no ha estado nunca en nuestra clase.

Noto la mano de Calix en mi muslo, un gesto reconfortante que consigue relajarme. Su pulgar comienza a acariciar mi rodilla cuando coloco mi mano sobre la suya, agradeciéndole sin palabras su intento por calmarme.

—... Y si tenéis algún problema, por favor, debéis hacérnoslo saber, al director, a cualquier profesor, a vuestros padres, no os calléis, porque los problemas siempre tienen soluciones, aunque creáis que no, siempre habrá alguien que esté dispuesto a ayudaros, sin importar qué.

—Calix —susurro, llamando su atención.

—¿Sí, Aria? —Pego mi silla a la suya para poder hablarle sin que nadie más se entere.

—¿Crees que los suicidios y asesinatos han tenido algo que ver con Lexie? —Apoya su codo en la mesa y su mejilla contra su puño. Me mira con curiosidad.

—¿Algo que ver? ¿A qué te refieres?

—Lexie no era consciente de lo que hizo. Lo viste —asiente levemente—. ¿Y si a Sharon también le pasó algo parecido? ¿Y si ella no fue la que mató a sus padres porque quiso? Tal vez alguien la obligó, al igual que obligó a Lexie.

—¿Quién podría haber obligado a Lexie, Aria? Tú la estuviste cuidando sus últimos días.

—Pero ella se estuvo quedando en una habitación sin vigilancia, tal vez... Tal vez alguien entró en la habitación durante la noche y lo hizo. Lexie apenas podía controlarse por ella misma, alguien tuvo que convencerla para que hiciera lo que hizo.

—Esa es una acusación un poco precipitada, ¿no crees?

—No estoy acusando a nadie —enarco una ceja—. Si tuviese que acusar a alguien, sería a tu hermano —un amago de sonrisa se forma en sus labios.

—¿A Kai? ¿Por qué? —Casi se ríe.

—Porque él estuvo relacionado con Brie, ella ya no era consciente de sus actos cuando él la llevó a tu casa, y tú te diste cuenta, y no hiciste nada. Dejaste que se aprovechara de ella.

—Yo no hice eso.

—Sí que lo hiciste. Kai os obligó a entrar en su casa, y tú no hiciste nada para impedirlo.

—¿Me estás culpando de su muerte, Aria? —Habla en voz baja, casi escalofriante. Trago saliva, negando con la cabeza.

—No el culpable directo, pero sí pudiste ser un cómplice —se ríe despreocupado, acomodándose en la silla.

CALIX #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora