La palabra discreción no significa nada cuando se trata de Huntsville, los rumores en un pueblo tan pequeño como este se extienden casi tan rápido como se disuelve una ola en la arena, tras romper sin delicadeza y brusquedad sobre la superficie para...
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Respiro hondo.
No pensé que algo como esto pasaría tan pronto. No pensé que tendría que mirarme al espejo para comprobar que mi vestido negro esté liso y perfecto para ir al entierro de mi madre, tan pronto, o al menos, no con diecinueve años. Nunca me había parado a pensar... Cuántos años tendría cuando mamá muriera, pero definitivamente, incluso aunque alguna vez lo hubiera pensado, jamás habría dicho una edad tan corta.
Papá murió cuando tenía dieciocho, por una enfermedad a la que, poco a poco me fui acostumbrando y que hizo que cuando llegase la hora de su muerte, pudiera asimilarla y aceptarla, puesto que, meses antes, había estado preparando mentalmente para ello, sin embargo, la muerte de mamá ha sido un caso completamente diferente, al igual que el de Lexie. Dos muertes repentinas, sin tiempo previo para asimilarlo, un día están aquí, otro día no.
Así es la vida, y por eso la odio.
Supongo que por ello aún sigo sin creer que lo que ha pasado en estos últimos meses es cierto. Tres misteriosos jóvenes se mudan a un pequeño pueblo casi abandonado en mitad de la nada, una serie de extraños suicidios y asesinatos comienzan a ocurrir tiempo después, y poco a poco, empiezan las sospechas y las acusaciones hacia uno de esos chicos en concreto, sin tener ni idea de que estaba culpando al chico incorrecto... Resulta que, el culpable de todo esto, el chico del que me he enamorado, es un Dios Griego —y no cualquier Dios Griego, el hijo del mismísimo Dios del Inframundo, temido por todos— que, al parecer, ha venido aquí para tomar las almas de las personas que tenían su destino configurado y ya iban a morir, y digo, "al parecer", porque ese mismo chico, del que por cierto ahora soy novia, sigue sin querer decirme el verdadero motivo que lo trajo a Huntsville y su estúpida razón por no querer besarme a mí, pero sí a otras.
Así de increíble es mi vida.
De hecho, la historia no termina así. La historia continúa y tiene un pequeño problema en ella. El hermano del protagonista de mi historia me odia y ha matado a mi mejor amiga, siente celos de su hermano el prodigioso y le ha confesado a su padre que yo sé que los Dioses Griegos realmente existen y no son solo mitos, por lo que, el padre, decepcionado y enfadado, ha decidido vengarse de mí, matando a mi madre, sin tener culpa de nada, y probablemente buscando la forma de matarme a mí.
En fin, todo genial.
—¿Estás lista? —Calix entra en la habitación, interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Cómo de lista debería estar una adolescente a la que han matado a su madre? —Aprieta los labios, buscando una respuesta que nunca llega— Estoy lista— digo en un suspiro.
Asiente, aún manteniendo la boca cerrada, y se apresura a salir de la habitación, conmigo pisándole los talones. Selene y Tayson nos esperan en el salón, ambos vestidos totalmente de negro para el funeral, cosa que, aunque no debería sorprenderme, igualmente lo hace, no estoy acostumbrada a ver a Selene con ropa negra, ella suele utilizar ropa llamativa y provocativa, para lucir su cuerpo.
