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16: DOLOROSOS RECUERDOS

—¿Sabes dónde está Alessa Adish? —Le pregunto a la enfermera que se encuentra tras el mostrador de la entrada del hospital

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—¿Sabes dónde está Alessa Adish? —Le pregunto a la enfermera que se encuentra tras el mostrador de la entrada del hospital.

—Ahora mismo se encuentra trabajando, señorita, no puede atenderla —responde sin mucho interés, sin despegar la mirada de la pantalla de su ordenador.

—Soy su hija, Aria Adish, necesito que venga, por favor —la enfermera me mira, y debe ver la urgencia en mi rostro, porque asiente, tras pensarlo un poco, y coge el teléfono para llamarla.

—Puede sentarse mientras tanto, señorita —dice, alternando la mirada entre Lexie y yo, casi al instante parece adivinar quién de las dos es la que necesita ser atendida.

—Vale.

Sin soltar la muñeca de Lexie, la obligo a caminar hacia las sillas de la sala de espera, ella me sigue, sin poner ninguna queja, sin hablar.

—Te vas a poner bien, ¿vale? Lo prometo, no dejaré que te pase lo mismo que a Brie, no dejaré que mueras, ni que te maten.

Tengo que estirar de su brazo para conseguir que se siente, porque no parece que me escuche cuando le hablo. Una vez se ha sentado, paso mi brazo por sus hombros para traerla hacia mí y abrazarla con fuerza. Haré lo imposible para que se ponga bien.

—¿Qué ocurre Cassidy? —Pregunta mi madre al llegar, la tal Cassidy me señala con la cabeza, y mamá me mira al instante, un segundo antes de mirar a Lexie— Aria... ¿Qué...?

—Necesito que la revises, que le hagas pruebas o lo que haga falta, pero que se ponga bien, por favor —me levanto, y de nuevo, tengo que estirar a Lexie para que se ponga en pie.

—¿Qué le pasa? —Mamá se acerca a ella, saca una linterna diminuta del bolsillo de su bata y revisa sus pupilas.

—No lo sé, está ida, llévatela y revísala, por favor —suplico. Mamá asiente y toma de la mano a Lexie.

—Vamos cariño —mi madre le dedica una pequeña sonrisa, pero Lexie ni la mira.

Respiro hondo, cerrando los ojos con fuerza para tratar de disminuir el dolor de cabeza que he comenzado a sentir al encontrar a Lexie, me siento de nuevo y apoyo los codos en mis rodillas para después enterrar mi rostro entre mis manos.

Trato de tranquilizarme, trato de no pensar en el destino que tuvo Brie, e intento concienciarme de que Lexie se pondrá bien, que no tiene la necesidad de pasar por lo mismo que pasó ella, pero por mucho que lo intente, la última imagen que tuve de Brie no se esfuma de mi mente. Pero sé que Lexie es fuerte, seguro que se pone bien, claro que sí, probablemente Brie no vino a tiempo al hospital y por eso no se puso bien, tal vez cuando murió solo lo hizo porque estuvo en el lugar y el momento equivocado. Lexie no pasará por esto, claro que no.

No controlo el tiempo que estoy en la sala de espera, sentada, de pie, paseándome por el lugar mientras muerdo la uña de mi dedo pulgar en un gesto para nada tranquilizador. Mamá ha venido un par de veces a ordenarme que coma algo y a tratar de calmar mis nervios diciendo que Lexie está bien y que aún le siguen haciendo pruebas, pero no hay forma de conseguir que mis nervios aminoren.

CALIX #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora